F(r)icciones: La paz, la carne fresca

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Foto tomada de Historias de Terror.

Si un niño gritaba, Gilles de Rais aullaba a la luna antes de colgarlo. Desde un travesaño, la soga vertical ceñida sobre el cuello del infante lo inducía a la asfixia. Las nalgas del inocente quedaban a la altura de la cadera de Gilles, quien violaba al menor mientras se asfixiaba.

Los espasmos del ahorcado provocaban su orgasmo. Después el noble francés lloraba la vergüenza sobre una losa teñida de sangre en su castillo en Champtocé. Y prometía un viaje a Tierra Santa para sacudirse los pecados…

A pocos días, su naturaleza satánica demandaba nuevos suplicios. Entonces mandaba abrir el cuerpo de un niño para observar la belleza infantil de los órganos; contemplación divina que lo conducía a una masturbación feroz, hasta el sangrado de su pene…

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Un cuento de Charles Perrault nos presenta a Gilles de Rais como Barba Azul, un noble feminicida en la Bretaña francesa, coleccionista de cadáveres de mujeres. Sin embargo, la historia real de Gilles carece de la atenuación mitológica dada por el narrador francés.El verdadero de Rais fue, en la versión oficial del relato histórico, uno de los primeros asesinos en serie de la cultura occidental.

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A poco tiempo de mantenerse en pie, Gilles perdió a sus padres. Quedó solo con su hermano René. Al final su abuelo paterno, Jean de Craon, se encargó de los huérfanos.

En las noches, el viejo contaba a los hermanos narraciones de torturas: desprendimientos de huesos, la sangre almacenada en el cerebro explotando por los oídos… En la tarde del día siguiente Gilles se iba al campo, bajo la sombra de una conífera, a torturar lagartijas, cualquier insecto, en una recreación de la violencia para su propio entretenimiento.

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Durante la guerra de los Cien Años, Gilles, todavía adolescente, destacó por su valentía en la batalla contra los ingleses. Bajo su espada, un tórax abierto, piernas, cabezas; de seguro aparatos intestinales derramados sobre el campo de batalla; sus ampliaciones diabólicas en la mente de Gilles.

Algunos compañeros contaron que el joven pasaba su lengua por el filo de la espada, en celebración de un rito de guerra. Su valentía en la lucha —síntoma de su locura— le valió el título de Mariscal de Francia. Fue paladín de Juana de Arco, comandante de los 10 mil hombres que el Delfín Carlos V otorgó a la santa francesa…

Al día de hoy no se conoce el número exacto de los ingleses que mató; se sabe que, durante la batalla, entre lanzas y flechas enemigas, cedió al placer sicópata de empalar a los caídos.

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Luego de la muerte de Juana, Gilles volvió a su castillo de Champtocé, galería macabra de su infancia. Fue en 1431, el año en el que desplegó su imaginación de sutilezas…

Escena y método:

Sus secuaces secuestraban a niños vagabundos, pajes de herreros y artesanos, mozos vendidos por sus dueños. Una carreta los llevaba al castillo de Gilles, aposento precipitado de su sexo, experiencia última de sus cuerpos.

Los sirvientes de Gilles aseaban a los niños, los vestían con ropas de lujo; luego los sentaban a la mesa del Mariscal y sus invitados al placer profano del cuerpo impúber… En la sorpresa del festín, los niños comían hasta el enunciado del vómito: los abdómenes parasitarios adelantaban la excitación bizarra de Gilles…

El suplicio comenzaba enseguida, sin dar tiempo a la digestión de los infantes. Al parecer, la expulsión de excrementos llevaba al éxtasis al Mariscal de Francia. Rodeados de miembros, Gilles abrazaba a los niños todavía vivos, los acunaba entre sus brazos y les prometía salvación. Minutos después su pene impactaba cualquier agujero sangrante en el cuerpo del infante; mientras eyaculaba, les provocaba la asfixia… Un sobreviviente, Etiène Corillaut, contó una escena donde Gilles exprimió, con su mano, un corazón de nueve años…

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Cinco litros diarios de un licor de 25 grados —nomenclatura desconocida—. Magia negra; benefactor de Prelati, mago nigromante adorador de un diablo llamado Barrón… En sus últimos años, Gilles intentó esconder en una torre los cadáveres pútridos de 50 niños.

Sodomía, herejía, y la desaparición de 150 menores fueron la imputación de un tribunal eclesiástico en contra de Mariscal de Francia y sus secuaces. Su condena: la muerte en el patíbulo…

El 26 de octubre de 1440 Gilles fue ejecutado en Nantes. Ante la presión de la soga, pronunció un discurso sobre la naturaleza homicida del hombre…

“Soy una de esas personas para quienes todo lo relacionado con la muerte tiene una atracción dulce, una fuerza terrible que empuja hacia abajo”.

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