«Cursed», otra serie de Netflix que falla en demostrar su potencial

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Del Rey Arturo y sus caballeros de la Mesa Redonda (y hasta Cuadrada, si es que prefieren la versión de los Monty Phyton) hemos escuchado tantas veces que es probable que la historia haya perdido, a estas alturas, el interés de una parte importante del público. Quizás por ello, cuando Netflix anunció el lanzamiento de Cursed, una nueva serie basada en la mitología de la espada Excalibur, el mago Merlín y la Dama del Lago, muchos pensaron que aquello sería el enésimo intento fallido de la plataforma por llamar la atención seriamente con un show de corte fantástico y épico.

Para empezar, la premisa del relato viene en modo alternativo. Esta vez, el centro de atención no sería el muchacho que se convierte en monarca y funda la célebre ciudad de Camelot, sino Nimue (Katherine Langford; 13 Reasons Why), una joven y poderosa hechicera encargada de portar la también conocida como Espada de Poder.

El mundo de Cursed está inspirado (muy) libremente en la Inglaterra del siglo VI, etapa durante la cual se estima que pudo haber existido el mítico rey britano-romano y su corte de honorables súbditos. Al contexto, más o menos real, se le suma la existencia de los Inefables (Fay en la versión original), raza de seres mágicos que habitan esas tierras desde tiempos ancestrales, y también la de los Paladines Rojos y el Monje Llorón (Daniel Sharman), una suerte de inquisición que persigue a los habitantes paganos (por órdenes del mismísimo Papa) para limpiar la tierra de su escoria feérica.

Todo comienza cuando la aldea de Nimue es atacada por el padre Carden (Peter Mullan) y su tropa carmesí. En ese momento, la chica recibe de su madre la espada y es enviada a encontrar a Merlín (Gustaf Skarsgård, el Floki de Vikings) para entregarle esa antigua “herramienta”, también llamada Colmillo del Diablo. A partir de entonces, la empoderada protagonista deberá comenzar una búsqueda que le llevará a encontrarse con Uther Pendragón, Arturo, Morgana, Pervical, Gawain y Lancelot, aunque ellos resultarán ser bastante diferentes a la idea que construyeron, entre otros, Thomas Mallory, Robert de Boron, T.H. White o Marion Zimmer Bradley.

Para empezar, Merlín resulta ser un borracho sin magia; Arturo (Devon Terrell) es negro y vive como un espadachín a sueldo que desea recuperar el honor de su familia. Igualmente sucede con Morgana (Shalom Brune-Franklin), una monja mulata que termina convertida en justiciera. Por su parte, Uther (Sebastián Armesto), es, básicamente, la versión live action del Rey Juan que vimos en el Robin Hood de Disney (1973). Gawain (Matt Stokoe) y el Caballero Verde son fusionados para crear una especie de campeón de los Inefables. Mientras, Percival y Lancelot son dos sorpresas que le tocará a usted mismo descubrir.

Una vez expuestas sus bases, toca decir que el gran punto a favor de Cursed radica en el hecho de tomar un cuento lleno de referencias fálicas y darle la vuelta para transformarlo en la aventura de una mujer fuerte que debe convertirse en líder del pueblo mágico, e intentar salvarlo de la extinción a la que pretenden llevarlo el fundamentalismo religioso, las invasiones bárbaras y la mano floja de los gobernantes locales.

El mérito no es exclusivo de los guionistas, sino de Frank Miller y Tom Wheeler, autores de la novela homónima en que se basa toda la propuesta. Dicho esto, es justo apuntar que la escritura de la serie no es uno de sus pilares. La narrativa se nota dispersa, llena de lagunas evitables y de unos cuantos momentos extremadamente forzados, como ese en que Nimue tiene una pataleta y arroja la espada dentro de una cueva, sitio al que deberá ir a recuperarla Morgana, en una escena que perfectamente podría haber entrado en el corte final de Lo que el viento se llevó, si saben a lo que me refiero.

A nivel actoral no se nota ningún desempeño particularmente destacable, pero tampoco puede afirmarse que todo sea un desastre masivo. Si bien Langford y Terrell cumplen sobre el “aprobado” como Nimue y Arturo, las mejores escenas quedan en manos de Skarsgård, como el atormentado mago, y también de los jóvenes Lily Newmark, quien interpreta a Pym, y Billy Jenkins, encargado de dar vida a Squirrell (Ardilla).

Ahora, aunque Cursed no tiene un guion digno de un Emmy o algo parecido, y a pesar de que su elenco resulta bastante “normalito”, es igual de justo decir que sus bien trabajadas escenas de acción y el ritmo narrativo son capaces de levantar la serie y convertirla en un producto entretenido y hasta disfrutable.

Tal vez no coincidan enteramente, pero visto lo visto, Cursed es bastante similar a The Witcher. El tema es que, en ambos casos, tenemos historias de base que pudieran ser aprovechadas muchísimo más por el equipo creativo de cara a una segunda temporada que bien podría ser un salto de calidad con respecto a su tanda de estreno. Tampoco aspiramos a verlas como las sucesoras de Game of Thrones, pero sí estaría bien que se lograra explotar su potencial de manera coherente y darle con ello al público algo que sea más que un “bonito” embalaje.

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