Enrique Bueno: “Con la popularidad, mi vida cambió para siempre y nadie está preparado para eso”

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Enrique Bueno. Foto tomada de su perfil en Instagram (@enrique_bueno_oficial)-

Enrique Bueno nació en 1980. Con 18 años comenzaron sus primeras presentaciones teatrales y con 26 obtuvo su primer protagónico en una telenovela. Leroy, en La cara oculta de la luna (2006), significó un parteaguas en su vida profesional, la cual venía desarrollando, fundamentalmente, en el mundo de las tablas.

Desde Cubalite conversamos con este actor, y sus respuestas nos permitieron tener un acercamiento a su carrera.

Al preguntarle sobre su preferencia por determinado rol que haya encarnado, no menciona solo uno. Habla de Leroy, que dejó huella y no solo en el actor, también en el público. Ha interpretado a Leo en Polvo en el Viento (2008); Pedro en Aquí estamos (2010); el Licenciado en la telenovela En tiempos de amar (2017), el capitán Kike en Tras la huella… y muchos otros, pero siempre seguirá siendo Leroy. También menciona los personajes que representó en el ámbito teatral, en la obra Morir del cuento, dedicada a los 80 años de Abelardo Estorino, con la compañía Hubert de Blanck, y Cuatro menos con la agrupación Vital teatro.

Si haber ganado cinco veces el premio de la popularidad entregado por el programa Entre tú y yo, no te da la medida de la buena “pegada” que tuvo en el público, aquí te dejamos la siguiente anécdota que nos narró:

“Mi vida cambió para siempre y nadie está preparado para eso. Recuerdo que, en una gira por Holguín, me llevaron a Banes para hacer una actividad en el cine teatro de allí, pero antes me invitaron a la emisora de la ciudad. Era un programa en vivo, y las personas, en la medida que se fueron enterando de que yo estaba allí, se empezaron a aglomerar en la calle. Al terminar la entrevista me aconsejaron que esperara a la policía para que me acompañara hasta el vehículo que me trasladaría. Esa idea no me gustó, pues me pareció demasiado pedante y descortés, así que me lancé a la multitud que me dejó a medio vestir y con varios puntazos de bolígrafo en la cabeza. Recuerden que hace años no eran comunes los móviles y los seguidores acudían a uno con papel y lápiz, y si no conseguían papel, te ofrecían una parte de su cuerpo para que le escribieras un autógrafo. No te imaginas las partes del cuerpo que, públicamente, muchas me ofrecían y tuve que autografiar”.

De lo anterior se desprenden varias ideas. Lo primero: es imposible no pensar que hay mucho fanático loco por ahí. Luego, la sencillez de este actor, su modestia.

Enrique celebró, en 2013, sus 15 años de carrera artística y volvió a sus orígenes, esta vez con mayor madurez profesional. En ese entonces llevó al teatro el monólogo Vena de mar, cuyo título está inspirado en una frase del dramaturgo Virgilio Piñera, y que sirvió para también nombrar la obra escrita por Adriana Quesada, donde se presentaba la vida de un actor “cincuentón” que no logró cumplir sus expectativas de juventud.

Enrique Bueno. Foto tomada de su perfil en Instagram (@enrique_bueno_oficial)

Enrique Bueno nació en Camagüey y a esta ciudad agradece infinitamente. De esa rica vida cultural, de domingos al teatro, de traje, bebió desde muy joven. Reconoce que su interés por el mundo de la actuación despertó, “luego de ver la obra Los farsantes del siglo XX, del desaparecido conjunto Dramático de Camagüey”. Fue allí donde tuvo esa infancia, gracias a su abuela, de cuentos de hadas. Su adolescencia la cataloga como “un poco inconforme, típico de la edad, rebelde y con algunas carencias materiales, pues me tocó vivir el período especial”.

Si hay una etapa que recuerda con especial cariño es la de sus inicios en el mundo del arte. “Cuando empecé a hacer teatro aficionado, todo me fascinaba. Era un joven bastante tímido por aquella época y eso me ayudó a sacar sentimientos reprimidos”. El teatro, como ningún otro medio, permite que aflore lo mejor de él, aunque diga no sentir preferencia por ninguno. “Todos me gustan, pues cada uno tiene un encanto muy particular”.

Su historia no es la de un actor de formación en escuelas. Dos veces se presentó a las pruebas del Instituto Superior de Arte (ISA) y no fue aceptado. Sin embargo, es ejemplo de talento innato, de naturalidad al momento de actuar. Quizás por ello le dieron un protagónico sin tener experiencia en la televisión. Según le dijo el propio director, Rafael Cheíto González, este supo que él era Leroy desde que lo vio. Enrique llegó, desde el interior hasta La Habana, al igual que lo hiciera Pedro, otro de los personajes que encarnó, y aunque ha dicho que prefiere que los roles disten de su personalidad, Pedro era Enrique en varios aspectos.

La pasión, un tanto por el teatro y otro tanto por un amor, lo mantuvo en su Camagüey natal, incluso después de que su familia se mudara a La Habana. Cuando sintió que allí no tenías más que hacer, decidió reunirse con los suyos y, una vez en la capital, se vinculó a agrupaciones teatrales. Hizo del Hubert de Blanck su casa y aprovechó cada papel que le otorgaron, por pequeño que fuese, como una tremenda oportunidad. Este es un medio al que siempre vuelve, del que nunca se ha ido. Por su desenvolvimiento recibió el premio Adolfo Llauradó al mejor actor.

Es en las tablas donde tendremos la oportunidad de verlo próximamente. “Estrenaré con la agrupación Vital Teatro dos espectáculos: 40 días, de Ulises Rodríguez Febles, y Escalofrío, obra inédita del dramaturgo ya desaparecido Amado del Pino”.

Si antes decíamos que esta entrevista nos permitió conocer más de su profesión, fue en una ojeada a sus redes donde conocimos, además, su lado más íntimo. Es curioso cómo algo tan público puede tener ese efecto, pero en sus historias destacadas aparecen aquellos a los que admira: compañeros de trabajo, amigos, familia. Enrique Bueno está en una azotea, en tiempos de cuarentena a causa del coronavirus y se dispone a cumplir un reto: debe bailar. En otro momento está “en las manos correctas”, en el salón Donde Dorian. Hay algunos TBT y recomendaciones de un nuevo grupo de diseño y unos jóvenes realizadores. Entre sus publicaciones: fotos de estudio, otras casuales, selfies, videos. Hay una imagen en la que aparece con su hija, no como las demás que tienen frases inspiradoras. Dice: «El amor de mi vida #amordelbueno». ¿Será que Lía y Enrique Bueno solo saben querer de esta manera?

 

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El amor de mi vida #enriquebueno #mihijayyo #amordelbueno

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