Erick Kaupp, el alemán de las aventuras cubanas

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Erick Kaupp. Foto tomada del blog Camino por mi historia.

Las Aventuras, así, en mayúsculas, ocuparon durante muchos años el horario televisivo preferido por los jóvenes de la casa. De siete a ocho de la noche, incluso padres y abuelos solían sumarse a su disfrute, con más frecuencia de la esperada, atraídos por historias de factura modesta, pero bien contadas y con actuaciones que también elevaban su calidad.

El nacimiento de ese espacio, que ahora vive en un coma inducido, tuvo lugar hace seis décadas, cuando en 1959 se tomó la decisión de juntar las cadenas CMQ y Unión Radio Televisión para crear el Canal 6, el cual conocemos como Cubavisión desde 1988. Por esa frecuencia comenzarían a transmitirse interesantes historias de diferente índole, algunas basadas en clásicos de la literatura universal y otras surgidas a partir relatos históricos, tanto nacionales como de otras latitudes del planeta.

En aquella aventurera ecuación, en principio llena de variables sin despejar, Erick Kaupp Gubdeckmeyer vino a ser la llave maestra de todo. Junto a sus colegas Silvano Suárez y Antonio Emilio Vázquez Gallo, conformó una tríada gloriosa que logró lanzar el espacio hasta crestas de éxito y calidad que todavía hoy la mayoría guarda en la parte imborrable de su disco duro

La historia de «el alemán», como todos le llamaban, había comenzado el 11 de julio de 1922 del otro lado del Atlántico. En ese país nació, pero pronto sus padres le trajeron a vivir a Cuba.

Aunque en el currículum de Kaupp destacaba su formación como camarógrafo y también sus méritos como director de dramatizados, algunos olvidan que fue él quien estuvo a cargo de la primera transmisión beisbolera que se vio en televisores cubanos.

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Dura fue su etapa de estudiante en la Universidad de La Habana, tiempo en el cual sufrió la discriminación irracional que por entonces sentían muchos hacia los germanos, cuyo gobierno fascista intentaba erradicar a medio mundo enarbolando torcidos ideales de “pureza” étnica. Cuando le prohibieron que fuera a clases, no se rindió, y aunque tuvo que ausentarse de las aulas, después de la Segunda Guerra Mundial sacó a su sueño de aquella pausa y terminó de graduarse.

En 1999, cuando alguien le interrogó sobre la trascendencia que habían tenido las Aventuras en su vida, expresó:

“(…) fue para mí una escuela, sobre todo cuando no existían los recursos tecnológicos que hoy disponemos. Cada puesta en pantalla exigía un derroche de oficio e imaginación que no hubiera sido posible sin un trabajo mancomunado de artistas y técnicos que resolvían las situaciones más impensadas. Todo ello era compensado por la acogida del público.”

Nunca hubiera podido decir algo distinto alguien que dedicó el mayor porcentaje de sus esfuerzos vitales a entretener y enseñar a generaciones con los audiovisuales en los que estuvo detrás de las cámaras. Primero hizo maravillas en la época de la televisión en vivo, cuando no existía margen de error y sí millones de limitaciones técnicas y artísticas. Luego, cuando la tecnología estaba de su lado, le tocó lidiar con el reto de seguir superándose con nuevos proyectos, después de haber dado a luz una larga lista de series.

Junto a Amado Cabezas Sanz, Kaupp conformó un dúo que produjo fantásticos programas, como fueron los casos de Veinte años después, El vizconde Bragelonne, Los insurgentes, Los incapturables, y las memorables El Capitán Tormenta y su continuación, El León de Damasco.

Además, junto a otros guionistas, Erick dirigió piezas antológicas como Los vikingos, La capitana del alba, La máscara roja, La flecha negra, Enrique de Lagardere, El conde de Montecristo y unos cuantos más, hasta llegar a un total que algunos colocan alrededor de los 23.

Tal vez nos demoramos demasiado para hacerle el homenaje que mereció sobradamente. Fue Roly Peña quien se encargó de inmortalizarlo y, meses antes de su muerte —sucedida el 8 de septiembre de 2008— estrenó el documental donde reflejó algunas de las huellas dejadas por «el alemán» en la pequeña pantalla cubana.

Hoy cuesta que se hable de quien en 2003 fuera incluido entre los elegidos para recibir el primer Premio Nacional de Televisión. En esa relación, que agrupó notorios personajes del medio como Ester Borja, Consuelito Vidal, María de los Ángeles Santana, Raquel Revuelta, Joaquín M. Condal, Manolo Rifat y su tocayo Ortega, entre otros, estuvo Erick Kaupp, un extranjero que vivió en la mayor de las Antillas una vida repleta de aventuras.

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