La historia de Álvarez Guedes, el más grande humorista cubano de todos los tiempos (+ Video)

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Álvarez Guedes se convirtió en uno de los más célebres humoristas cubanos. Foto tomada de The Huffington Post.

Hay cosas que los cubanos nunca aprenderemos a hacer: jamás fabricaremos automóviles, ni tendremos un programa espacial con supercomputadoras y cohetes y, mucho menos, encontraremos un modelo estandarizado para lograr que las colas se comporten de una manera lógica y organizada. Eso sí, cuando hay que hacer un chiste, no nos gana nadie.

Si analizamos nuestra genética, podemos notar que el componente humorístico está casi siempre ubicado en el mismo sitio donde nos programaron el comportamiento ruidoso, malhablado y bailador. A fuerza de lidiar muy a menudo con cualquier tragedia, nos hemos adaptado a sacar una carcajada del peor de los sucesos. Somos “tarzanes” que, en vez de lianas, usamos la risa para salvar las distancias de esta jungla en que vivimos.

Si alguien supo sacar provecho de sus habilidades para la carcajada, ese fue Guillermo Álvarez Guedes, el comediante más famoso entre todos aquellos que alguna vez nacieron en este archipiélago. Su historia comienza por el final, el 30 de julio de 2013, en una habitación del hospital de Coral Gables, donde un padecimiento estomacal “muy jodedor”, como el mismo lo hubiera calificado, se llevó al más allá a un cubano que «vivió del cuento” durante la mayor parte de su vida.

Ochenta y seis años antes, un niño pegaba sus primeros gritos en el poblado matancero de Unión de Reyes. Ocurría a finales de la década del 20 y la cosa estaba por ponerse muy mala. La crisis económica que empezó en el ’29 viró patas arriba un país que, hasta entonces, vivía un poco mejor gracias a las ventas de un polvo diamantino y dulce, conocido como azúcar de caña.

En medio de aquel período tan “especial” (sí, eso mismo), el pequeño Guillermito empieza a buscarse los frijoles. En su pueblo, actúa en el teatro principal, y luego se suma a un circo ambulante. Según él mismo contó alguna vez, logró cierta notoriedad con el número del “Guanajito bailarín”, que consistía en calentar un zinc y poner al pobre animal encima, para que simulara algún tipo de estilo danzario.

Después de vagar por diferentes espectáculos, con poco más de 20 años en las costillas, el muchacho logra dar el salto a la fama. Estamos en 1949, y Álvarez Guedes se dedica, entre otras cosas, a dramatizar en la radio ciertos sucesos sórdidos del acontecer diario. Todo cambia con un timbre del teléfono, tal vez dos, o hasta tres. Del otro lado se oye la voz del magnate mediático Gaspar Pumarejo, quien desea verle en televisión.

Como parte de “Casino de la Alegría”, programa de mayor audiencia en la cadena CMQ, el comediante se gana al público de inmediato. Con su interpretación de un borracho comenzó a llenar las pantallas cada miércoles, junto a una grande de la escena cubana como es La Única, Rita Montaner.

Ya anclado en la cima de la popularidad, en 1957, Guillermo decide dar el salto a un mundo que siempre le fascinó: el de la música. En sociedad con su hermano Rafael y el pianista Ernesto Duarte Brito, crea Gema Records, casa discográfica que en el ’62 lanzaría el LP “Menéame los Mangos”, álbum debut de El Gran Combo de Puerto Rico.

Su gran amigo Rafael Ithier, director de la mítica banda, diría años más tarde en una entrevista publicada en Primera Hora:

“Guillermo, prácticamente, fue el precursor de la llegada de El Gran Combo, y Rafael, que eran ellos dos hermanos, montaron la compañía Gema, y eran los que grababan a Rafael Cortijo y su Combo. (…) era un gran artista, el hermano era más comerciante, pero él siempre estaba con nosotros”.

Desde las propias cabinas de Gema también fueron catapultados al estrellato otros inmortales representantes de la canción cubana, como fue el caso de Elena Burke, la “Señora Sentimiento”, “El Guapo” Rolando Laserie o Celeste Mendoza.

Pocos meses después del fin de la dictadura batistiana, Álvarez Guedes tomó rumbo a Miami, sitio donde desarrollaría el resto de su prolífica carrera artística. Establecido en esa urbe, se convirtió en un ídolo aún más grande, sobre todo gracias a la grabación de una serie de discos de chistes que lograron trascender todo tipo de fronteras y censuras, para divertir a diferentes generaciones de cubanos.

Su retrato de la diáspora, de ese “cubaneo” del que nos burlamos todos a ambos lados del estrecho de la Florida, es definitivamente el mayor de sus legados. Sazonada por unas sabrosas “malas palabras”, su forma de contar la vida de sus compatriotas a noventa millas de la Madre Patria, representa a día de hoy el mejor reflejo de una sociedad de la que él es todavía parte vital.

Además de su rol como referente para los cubanos desperdigados por todo el mundo, desde los micrófonos de la emisora Clásica 92.3 FM, la voz de Guillermo llegó a millones de personas de todo el continente americano, quienes también aprendieron a quererlo gracias a su show diario de tres horas, “Aquí está Álvarez Guedes”, cuya duración de 15 años al aire lo convierten en un verdadero mito.

En una entrevista publicada hace casi una década por “El Nuevo Herald”, el veterano cómico explicó que el motivo principal de su obra era el de hacer reír a todos sus hermanos hispanohablantes, causa por la cual deseaba dejar en sus manos (y oídos) material abundante para “cuidarles la salud”.

Por si fuera poco, más de su “curricúlum”: incursionó en el cine, en producciones como Thief in Silk (1953) y The Big Boodle (1957), Dios te salve, psiquiatra (1966), A mí qué me importa que explote Miami”(1976) y La chica del alacrán de oro (1990).

Disfruta de algunos de sus mejores chistes:

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