Bajo el árbol, la paz

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Fotograma de «Under the tree». Imagen tomada de Artrix.

(A quienes lean esto: dejen de ver tanto porno y películas de superhéroes. En un género y otro, además de gente linda y lindos genitales, hay mediocridad a pulso. ¡Remen, carajo!)

Estuve dándole vueltas, pero no hay remedio. Tengo que decirlo así: el desencadenante de la crisis en Under the Tree es una paja furtiva. Esto, por una parte. El resto —las muertes—, vendrán por la desaparición de una gata vacacionista  y el busto de  un pastor alemán desecado.

Hay un árbol, también. Al final sabremos por qué…

***

Nadie piensa en Hafstein Gunnar Sigurdsson porque, normalmente, nadie piensa en Islandia. O pocas veces. Cuando algún borracho menciona a los vikingos, cuando uno, en la danza íntima, piensa en una rubia de labios rosados. Sin embargo, Sigurdsson es uno de esos cuerpos culturales portentosos que se alzan en una isla de poco más 300 mil habitantes. Va construyendo una cinematografía sólida con filmes de corte “drama de situación”. Lo hizo en Either Way: dos hombres en una carretera solitaria entre landas; una película que es, en realidad, una gran conversación sobre el escaso hábito humano de estar solos.

En Under the Tree, el cineasta islandés acude al drama de corte familiar, una fórmula que le permite componer el microuniverso neurótico de muchas familias; casi siempre, un conjunto de simplezas cotidianas extremadas. Eso: cómo una paja contra el insomnio destruye una relación de pareja.

***

Luz tenue, audífonos. Ah, todo un pasaje, el de Atli, buen tipo por demás, allí, con el pájaro entre las manos…

— ¿Estás viendo una película porno? —sabemos que esta es su mujer.

—No.

Umm… Escena para saborear.

***

Esta película de Sigurdsson, por momentos, me trae de vuelta esas obras ácidas de Solondz: familias que implosionan, familias que solo necesitaban un factor externo, un fósforo sobre la pira.

Desde esta perspectiva es fácil explicar cómo un árbol y la desaparición de una gata se convierten en causas de conflicto entre  vecinos…

—¿Has visto a mi gata?

—No.

Inga, alcohólica menopáusica, representa ese personaje que, desde  la tragedia griega hasta el cine y la literatura de hoy, podemos denominar como LA MADRE. Personaje-tipo que alberga “la gran pérdida”, conjunto de aflicciones que componen un ser multidimensional, atacado por la neurosis, la adicción, la mentira y el crimen. Más allá de su derivación clásica, la madre Atli no es más que un signo de la ira residual de la civilización.

En lo adelante, su hybris…

—¿Inga, mataste y embalsamaste a su perro?

—¿Dónde está nuestra gata?

***

Un árbol; una casa de campaña en el jardín. Dentro, Atli festeja esa paja que lo trajo hasta allí, hasta la marihuana, la música; a la noche debajo del árbol en el jardín de sus padres. Un conjunto de simplezas cotidianas…

Eso, la paz.

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