«Biohackers», la serie que podría convertirse en la nueva «Dark»

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En los últimos dos años, la relación entre Netflix y Alemania dio mucho de qué hablar. El estreno de la tercera y última temporada de Dark, serie convertida en fenómeno mundial debido a su compleja trama y la forma particular de contar una historia de viajes en el tiempo y dimensiones alternativas. Esa producción demostró que no solo en Estados Unidos o España (no debemos olvidar La casa de papel), por solo citar dos ejemplos, pueden hacerse «series virales».

Hace poco más de dos semanas fue estrenada en la mayor plataforma de streaming del planeta una nueva producción originada en ese país europeo, y de nuevo el tándem dio buenos resultados. Su nombre es Biohackers y podríamos describirla como un thriller científico a medio camino entre dos productos tan distantes como Fringe y Revenge.

La historia gira en torno a Mia Akerlund (Luna Wedler), quien para los desconocidos es solo una estudiante de primer año de Medicina en la Universidad de Friburgo. Sin embargo, detrás de esa fachada, la chica oculta un terrible pasado que la ha llevado hasta ahí con la intención de vengarse.

El plan de Mia comienza a tomar forma cuando destaca en la clase de Biología de la profesora Tanja Lorenz (Jessica Schwarz), genio de la genética y el bio-hackeo que lidera un instituto dedicado a la investigación y el desarrollo de terapias y medicamentos que podrían cambiar el futuro de la humanidad. El tema es que ambas, Mia y Tanja, tienen asuntos pendientes desde hace mucho tiempo, y la joven va a querer resolverlos.

Además de llamar la atención de su mentora, la novata “conecta” con Jasper (Adrian Julius Tillmann), alumno brillante y asistente principal de la doctora Lorenz, a través del cual logrará meterse de lleno en el mundo que se dedica a la manipulación del ADN mediante la tecnología CRISPR-Cas9, una que, según la web oficial de Bayer, “…puede ofrecer la capacidad de modificar o corregir directamente los cambios asociados a la enfermedad subyacente en el genoma y tiene un gran potencial en medicina, alimentación, agricultura o medio ambiente”.

Más allá de lo novedoso y potencialmente útil que puede resultar el trabajo de Jasper y Lorenz, la realidad indica que lo hacen de una forma peligrosa asociada al “complejo de Dios”. Mia descubrirá esto poco a poco y por ello deberá aprender aceleradamente, en un intento por evitar que sucedan casos como el de su hermano, un misterio del que nos enteraremos por el camino.

La protagonista no sólo conocerá a la élite del biohacking, sino a otro grupo de —más o menos— geniales colegas obsesionados con las “mejoras” que pueden obtenerse con la experimentación personal al margen de las grandes academias. Así, encontraremos “inventos” poco ortodoxos como los animales fosforescentes, las pastillas que permiten estar más tiempo sin respirar bajo el agua, las soluciones cloradas para ver en la oscuridad, los chips NFC subcutáneos para pagar en el supermercado y hasta el increíble biopiano, especie de sintetizador orgánico cuyos sonidos se activan al tocar una serie de plantas que funcionan como “teclado”.

En sólo seis episodios se desarrolla lo que podríamos llamar un primer arco argumental que relata la vida de Mia en tres momentos específicos: su traumática niñez, su presente como aspirante a científica y su futuro (muy cercano), momento en el cual le tocará lidiar con las consecuencias de sus actos a lo largo de la serie.

El diagnóstico para esta primera temporada de Biohackers es que se trata de una propuesta que engancha fácilmente, a pesar de que su ritmo pasa de cero a doscientos por hora en menos tiempo de lo que tardamos en decir “genoma”.

Pese a ello, la presentación de un escenario atractivo y el enorme potencial que tiene el show para crear tramas más complejas y meterse con más profundidad en asuntos peliagudos de la ciencia moderna, hacen que su continuación (ya confirmada) sea vista con buenos ojos por aquellos que ya vimos la primera temporada y nos quedamos con la mandíbula desencajada luego del cliffhanger con el que termina esta tanda.

Visto lo visto, y a riesgo de sonar pretencioso, todo parece indicar que Netflix ha encontrado en Biohackers una nueva “veta de oro” alemana.

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