«Britannia»: ficción histórica, realismo mágico y mucho encanto

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El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones o, al menos, eso expresa el refranero popular, aunque igual podríamos decir que el sendero que conduce al inframundo está también colmado de series históricas que fallaron en su intento por crear un universo coherente, creíble y atractivo más allá de las licencias.

No obstante, ejemplos buenos hay también y ahí podemos citar a I, Claudius, Rome, The Tudors, The Borgias, The Last Kingdom, Gunpowder o The Crown, todos caracterizados por un tono bastante sobrio y una aproximación equilibrada en torno al contexto y los fenómenos sociohistóricos que les sirven como apoyatura.

Sin embargo, en los últimos tiempos hemos visto otros casos en que los creadores se han atrevido a mezclar los sucesos verídicos con ciertas dosis de fantasías que podríamos catalogar como “neblinosas”, toda vez que se valen de aprovechar el “jugo” que aporta el realismo mágico para cumplir con el objetivo de satisfacer a un público mucho más amplio.

Por ese camino han discurrido, con mayor o menor elegancia e imaginación, obras como Da Vinci’s Demons, Outlander, The Man in the High Castle y un poco menos Vikings, las cuales toman personajes y situaciones con cierto grado de anclaje en la realidad y, a partir de ahí, dan riendas sueltas a relatos llenos de libertades puestas en función de despliegues narrativos “originales”.

En este último grupo encaja perfectamente Britannia, producción de Sky Atlantic, distribuida por Amazon Prime Video y Epix, en donde se juntan centuriones romanos, druidas y princesas celtas con profecías, visiones y esa magia que jamás se ve directamente pero que se siente en todas partes de la trama.

Todo comienza en las islas británicas, en el año 43 después de Cristo. Hasta allí llega el general Aulo Plautio, interpretado exquisitamente por David Morrisey (The Walking Dead), con la ambición de doblegar a las tribus locales y llenarse de gloria en el sitio desde donde nueve décadas antes había tenido que huir, derrotado por el mismísimo Julio César.

Como si tuvieran poco con la llegada de las legiones imperiales, la princesa Kerra (Kelly Reilly), de los locales Cantii, intenta evitar el conflicto con los furibundos Regni, mientras que, lejos de allí, la joven Cait (Eleanor Worthington Cox) comenzará un viaje inesperado junto a Divis (Nikolaj Lie Kaas), un druida medio loco que ha sido expulsado por los suyos.

El cuento que arman los hermanos Jez y Tom Butterworth, junto a James Richardson, resulta bastante interesante una vez que logramos ver más allá de las águilas imperiales, las tribus opuestas, las dobles traiciones y los ritos paganos. Los escritores plantean el conflicto entre romanos y bretones como uno de tipo cultural, algo que queda claro cuando Plautio expresa: “no se conquista a la gente, se debe conquistar a sus dioses”, frase que definirá su estrategia, que va de integrarse a los druidas y quebrar el statu quo rival desde dentro.

Es justo decir que el guion no es particularmente profundo ni complejo, aunque cuando se logra entrar en sintonía con lo que se nos presenta, tampoco es algo que extrañemos demasiado. Este es un show raro, pero tan bizarra resulta su combinación de ingredientes que uno termina atrapado en la saga antes de lo que demora cualquier druida en leer las vísceras de un animal muerto.

Dicho lo anterior, aclaramos que Britannia no es una serie que debería usted tomarse demasiado en serio si desea disfrutarla al máximo. El viaje que nos propone, a lo largo de las tres temporadas que hasta la fecha la componen, es como la sopa del almuerzo dominguero: con sustancia, pero sin demasiado espesor.

Aquí uno se divierte gracias a las correctas actuaciones de un elenco de grandes profesionales, que incluye, entre otros, al gran Ian McDiarmid (Palpatine en Star Wars), además de Hugo Speer (The Musketeers), Annabel Scholey (Medici: Masters of Florence), Zöe Wanamaker (Harry Potter), Mackenzie Crook (Pirates of the Caribbean), David Bradley (Game of Thrones) y Laura Donelly (The Nevers).

Si lo de antes no es suficiente, debemos mencionar la dirección de arte, capaz de crear un mundo muy vivo y plausible; los diálogos mucho más decentes de lo que imaginaríamos de antemano y un argumento desprovisto generalmente de banalidades innecesarias que, a la vez, garantiza escasos insultos a nuestra inteligencia.

Britannia entra en esa categoría de propuestas poco conocidas, pero con todos los elementos necesarios como para hacerle pasar excelentes ratos frente a la pantalla, igual que pudiera sucederle a usted con Warrior, The Deuce, The Alienist o Luther. En resumen, televisión de calidad, sin excesos, pero con un encanto indiscutible.

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