#checkpoint: «Potion Craft: Alchemist Simulator»: un mundo de pociones

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Foto tomada de Steam.

Estamos en el medioevo y la alquimia disfruta de una edad de oro. Agrega un ingrediente por aquí, mezcla bien, pulveriza esto y échalo al caldero, un poco de cocción, pero leve; ¿no resultó? Seguro alguna fuerza sobrenatural estuvo involucrada. Una protociencia que a veces atinaba y en otras ocasiones daba como resultado unos mejunjes indescriptibles, pero todo en pos del conocimiento, convertir plomo en oro (¿?) y descubrir/crear la piedra filosofal. La cultura popular se ha quedado con estos dos últimos elementos como lo más relevante de la alquimia (quizás por ser tan disparatados y sensacionalistas), y ha olvidado que de esta surgió la química como ciencia.

Potion Craft: Alchemist Simulator (Niceplays Games, 2022) nos pone en la piel de uno de estos practicantes de alquimia que decide instalarse en una casa abandonada cerca de un poblado. Su día a día es crear pociones, vender sus productos y negociar con las personas que visiten su tienda. Como objetivo supremo: crear la piedra filosofal. Una premisa bastante sencilla y realizada con mucha sobriedad y pocos elementos que terminan por engancharnos en una dinámica de explorar, vender, comprar y mejorar. El camino es largo y desde un inicio vemos que será un juego de muchísimas horas.

La mayor parte del tiempo la pasamos en la habitación donde está el caldero y preparamos cada poción. Esta es la mecánica principal: un gran mapa esperando ser explorado, donde podremos crear múltiples preparados. Cada ingrediente tiene un recorrido predeterminado y al machacarlo con el mortero, su recorrido aumenta. Cuando estamos seguros del movimiento que hará, lo lanzamos al caldero y comenzamos a revolverlo. De esta forma, un pequeño frasco se irá moviendo por el mapa. Para realizar una poción, debemos alcanzar determinados puntos que nos indican que en esa posición obtendremos un producto. Una vez descubierto qué es, sabremos cómo crearlo. O algo así, porque cada ingrediente tiene un recorrido distinto, y si se agotan tendremos que utilizar otros. Y para complicar aún más la elaboración, hay determinadas zonas que arruinan la mezcla, y cuando nos adentramos en ellas, debemos empezar desde cero.

Podemos guardar las recetas para no repetir los mismos procesos, pero no nos servirá de mucho si se nos terminaron las hojas de vida, uno de los principales recursos para crear pócimas de salud, o las conchas sulfúricas para las de fuego. Aquí entra uno de los principales logros que encuentro en Potion Craft: Alchemist Simulator: hacernos entender, memorizar y comprender cómo funciona esta cocción. Llegamos a un punto de automatismo donde sabemos qué ingrediente utilizar en cada momento, cuál es la solución óptima para lograr la invisibilidad o la levitación. Pensamos, como cocineros que entienden cómo lograr un sabor deseado, qué se debe agregar, cómo agregarlo y hacerlo de forma óptima. Gastar lo menos posible es obligatorio si queremos subsistir en este  negocio.

Otra pantalla importante es la del mostrador de ventas. Los pedidos son más inverosímiles de lo que uno pueda pensar. ¿Necesitas abrir un candado o una puerta? Una pócima explosiva para usted. ¿Una enfermedad venérea está haciendo tus días complicados? Tome este elixir de salud. ¿Siente que es demasiado tímido en el día a día? Aquí tiene un brebaje enfurecedor. ¿Ha sido una semana dura y necesita relajar? Esta bebida le hará alucinar, literalmente. A veces los pedidos no son claros y terminamos sin saber muy bien qué quieren nuestros clientes. En otros momentos quieren un producto de calidad extrema, bien complejos de obtener porque el movimiento brusco más mínimo puede estropear el proceso y terminamos por crear algo de poca calidad.

En ocasiones nos visitarán otros personajes: vendedores ambulantes. Un enano con piedras con poderes mágicos, un anciano especializado en hongos, una joven con distintas hierbas y flores, y algunos colegas magos con productos a precios exorbitantes, pero necesarios en nuestras intenciones de crear la piedra filosofal. En el sótano de la casa hemos instalado una máquina de alquimia, donde creamos materiales que funcionan como pasos o fases para concebir la piedra filosofal: nigredo, albedo, citrinitas y rubedo. De más está decir cuán complejos son esos procesos, al punto de que muchos nos piden combinaciones de pociones que pueden acabar con nuestro inventario de hierbas de un tirón. En esta máquina también podemos elaborar unas sales que facilitan ciertas etapas, pero también son complicadas de preparar.

Por suerte, para paliar la falta de ingredientes, contamos con un jardín donde diariamente crecen algunas plantas y hongos para recolectar. No es mucho, pero nos da para subsistir.

El juego también maneja unos parámetros de popularidad y maldad que influyen en la cantidad de clientes y el tipo de pedido. Si no atendemos a quienes nos solicitan productos con marcadas malas intenciones, seremos un negocio confiable. Pero esto último nada tiene que ver con la cantidad de visitas, solo es una brújula moral para sentirnos bien con nosotros mismos. Sin embargo, la popularidad sí influye en el precio de los productos y en la cantidad de clientes.

No todo son flores para Potion Craft: Alchemist Simulator. Hay un punto donde lo complejo de crear pociones hace el juego un poco tedioso. Pasan los días, acumulamos dinero, compramos nuevos productos y exploramos otras posibilidades, pero cuando para producir citrinitas te piden una poción con cinco efectos, cada uno ubicado en direcciones diferentes del mapa, los deseos de jugar bajan. La monotonía atenta un poco contra el gameplay, dado que la aparición de novedosos elementos (por ejemplo, el uso de aceite en lugar de agua como material base) no provoca muchos cambios, sino un reinicio de mapa. La música tampoco ayuda a levantar el ánimo; si bien busca imitar los sonidos y melodías de la época que recrea, en lugar de adentrarnos en la Edad Media, provoca una sensación de tedio por lo repetitiva.

Pudiera parecer que no recomiendo esta obra, pues para cerrar me he quedado con lo negativo. Me pasa con Potion Craft: Alchemist Simulator lo mismo que con Distrust (Cheerleaders, 2017): creo que tiene una gran mecánica en un juego mediocre. Y esta gran mecánica hace que valga la pena dedicarle varias horas. Moldear el pensamiento del jugador y enseñarlo a pensar de una forma tiene mucho mérito. Que luego el late-game le falle es otra historia, una muy habitual en la industria. Pero siempre es bueno quedarse con lo bien hecho, aunque el resultado final no sea ideal.

Trailer:

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