Copa América, día 2: ¿Qué esperabas? Es la Argentina de Messi

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La albiceleste se atascó en su debut en el torneo. Foto: @Argentina/ Twitter.

Da gusto ver a Perú: el esférico fluye, los jugadores encaran, la sensación latente del gol a punto de caer; es casi perfecto, y el gol no cae. Una selección que demora en carburar no tiene ninguna oportunidad en torneos cortos. Y todos los torneos de naciones son cortos. Ante sí, Venezuela, uno de los peores equipos de la región. A Perú le anulan dos goles por posición antirreglamentaria. Pocas cosas son más bochornosas que celebrar un gol anulado (tú gritando toh durakö, y el resto del mundo indeciso entre burlarse o compadecerte): marcar un autogol, fallar un penalti, enviar la bocha al poste. Gritar con todas las fuerzas de tu alma y que te corten la celebración a medio camino. Se me ocurren muchas analogías, pero ninguna alcanza el grado de patetismo de Higuaín en la final del Mundial de Brasil 2014.

Higuaín. Argentina da vergüenza, no encadena cinco pases consecutivos. A veces creo que todo es culpa de Maradona y aquella selección tan patética que convocó en 2010. Cambiasso, campeón de Champions de la temporada 2009/2010 y eje fundamental del medio campo: fuera. Zanetti, capitán del equipo campeón de Champions de la temporada 2009/2010: fuera. Diego Alberto Milito, héroe de las semifinales y final del equipo campeón de Champions de la temporada 2009/2010: en la banca. Todo el mundo habla de los amigos de Messi, pero nadie habla de la convocatoria de los amigos (e hijos de los amigos) de Maradona que supuso el inicio del fin: puro delantero y nada de creación. Hoy Argentina es un fantasma. Messi parece jugar en una selección de Oceanía y no en una de las naciones con más historia del fútbol.

Por diez minutos, tal vez quince, Argentina recordó su identidad, luchó, creó, estuvo a punto, hasta que un trallazo le devolvió el miedo al cuerpo. Argentina lleva años en la lona, incapaz de reponerse de las derrotas. Argentina tuvo suerte de que Queiroz prefirió a Falcao, a Muriel, a cualquier otro delantero, y no a Duván Zapata. Argentina está muerta. Da igual si luego golea a par de selecciones menores, si gana la Copa América. Argentina sigue en aquella final de 2014, celebrando junto a Higuaín aquel gol en fuera de juego, o peor, un gol que nunca entró. Por favor, que alguien les diga que no valió, que el juego debe seguir.

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