Copa América, Día 8: Paraguay evita a Brasil

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Cavani puso el definitivo en el partido ante Bolivia. Foto tomada de Dépor.

Uruguay tenía un partido sencillo. Bolivia, el equipo más débil de la Copa, no debía traer mayores complicaciones. Los charrúas sabían que ese era el momento de buscar el gol, de despojarse de la sequía de sus delanteros. Arrancó con todo y se estrelló ante un maleficio. Nada entraba. Lampe detenía todo lo que le disparaban, y si no, la mala puntería se encargaba de mantener en cero la meta boliviana ¿La solución? Un autogol. Centro a media altura desde la banda y cae el primero. Adiós a los nervios. O eso se suponía. La primera mitad terminaba y el partido parecía encaminado.

Nada más lejos de la realidad. En la reanudación, la celeste dominaba, generaba ocasiones claras, pero ni Cavani ni Suárez eran capaces de definir. Lampe seguía inmenso, atajando todo lo posible. Bolivia nunca generó peligro, pero cuando desperdicias ocasiones una y otra vez, una suerte de conciencia está martillando en la siquis en plan “te lo van a empatar, te lo van a empatar”. Así estuvo Uruguay hasta que Cavani logró definir una de las tantas. Luego continuó fallando de forma inexplicable, pero en ese instante, una bocanada de aire fresco. (Uruguay 2 – Bolivia 0).

A priori, Chile era favorita. A Paraguay era difícil juzgarla. Una remontada ante una Bolivia con inferioridad numérica, y una derrota por la mínima frente a Argentina, con la nueva modalidad de marcar rápido y tirarse atrás, no daban claridad sobre los dirigidos por Eduardo Berizzo. Al inicio, el partido parecía nivelado; después, la falta de ideas de en el medio campo chileno, y cierta desconexión en la salida, movieron ligeramente la balanza. Los albirrojos no dominaban, pero transmitían peligro. El golpe definitivo llegó a la salida de un córner. Almirón se la puso en la cabeza a Samudio y Claudio Bravo ni se movió, solo pateó el balón con furia mientras se mecía en el fondo de las redes.

Y en una segunda mitad donde se esperaba ver a una Chile desbordada en busca del empate, encontramos a una selección totalmente estéril, sin ideas, sin recursos. Puro corazón; pero solo con corazón no se le gana a nadie. Chile se ahoga, patalea y penalti a favor de Paraguay. Almirón convierte y la impotencia aumenta. Mucho carácter, muchos deseos, y el bloque diseñado por Berizzo se mantiene inexpugnable. Algunas jugadas polémicas para ambos lados, entradas violentas, posibles expulsiones, y Chile ni siquiera logra disparar a puerta. Es muy probable que Brasil se cruce en cuartos con un perro herido de muerte. Y eso lo mismo puede ser un banquete que un partido terrible. (Chile 0 – Paraguay 2).

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