Favier Felipe, el cosplayer cubano que ha creado más de cien trajes

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Para Favier el cosplay va no solo de disfrazarse, sino también de vivir la experiencia. Foto tomada del blog Favius Cosplay.

Lo de ir vestido por ahí como un personaje de películas, series o historietas, era algo que hasta el otro día muchos veían como algo raro. El cosplay no era una manifestación artística que tuviera demasiado “agarre” en Cuba, pero desde que hace algunas temporadas Favier Felipe Mesa comenzó a dedicarse a ello, hubo un giro en el guión que probó la “pegada” de esta práctica.

Graduado de 1996 de San Alejandro en la especialidad de grabado, Favier complementó luego su formación con una licenciatura en restauración, que terminó por darle un punto de vista bastante amplio en el uso de materiales y texturas, así como en temas de terminación y acabado de los trabajos.

Su historia como cosplayer comenzó hace tres años, cuando sus hijos le pidieron algunos trajes de superhéroes para una fiesta. Hasta entonces, él se dedicaba a pintar y vivía de ello, pero por determinadas coyunturas de la vida, terminó dedicándose a esta nueva modalidad.

“Fue a través de los niños que descubrí la palabra cosplay, pues hasta ese entonces para mí todos eran simples disfraces. Luego me enteré de que existe una enorme comunidad mundial alrededor de ese fenómeno y decidí ponerle mucha más seriedad”.

Pese a ello, lo de la inventiva era algo que le venía desde los duros años del período especial. Por aquellos tiempos, Favier hizo maravillas para estar a la moda. Si por un lado le faltaban dinero y posibilidades para mejorar su guardarropa, le sobraba inventiva.

“Yo aprendí a coser, y con la misma suela me hacía todas las semanas un par de tenis distintos. Cogía y le ponía vinil o cualquier tela que sirviera y le cambiaba los modelos. Igual hacía con las camisas, y así conseguía tener una mejor apariencia. Al final aquello me ayudó mucho con este nuevo reto, porque el cosplay no es otra cosa que la fusión de la costura, la escultura, la pintura y el grabado, materias de las que yo tenía conocimiento, pero que nunca había pensado en mezclar”.

Siempre llamó su atención el trabajo de Jack Kirby y Stan Lee, creadores de historietas con las que tuvo contacto cuando era un muchacho. Luego de la muerte de Stan, decidió que tenía que hacer algo para rendirle homenaje y se dedicó a crear cosplays de algunos de los personajes más conocidos. Primero hizo al Capitán América y a Doctor Strange, y actualmente cuenta con 18 modelos distintos, entre los que se incluyen, además, The Punisher, El Soldado de Invierno, Ojo de Halcón, Falcon, Cable, El Hombre Araña, Viuda Negra, Thor y Pantera Negra.

No obstante, lo que más le atrae es llevar a la vida a personajes de los videojuegos. Dice que cuando la gente los ve se sorprende aún más, pues los que salen en los filmes son más palpables, pero los otros sólo existen en un ambiente virtual y poder tenerlos delante resulta más espectacular todavía.

“Me gusta traer a la realidad a personajes como el Geralt de Rivia, de The Witcher, quien es originalmente de la literatura y luego saltó a los juegos. La experiencia de descubrirlos para otras personas es increíble”.

De momento, Favier tiene más de 100 creaciones diferentes, entre las que destaca la más reciente: el Master Chief de la serie Halo, quizás uno de los personajes más populares de los últimos 20 años en la industria de los juegos electrónicos. Igualmente cuenta con un arsenal que incluye Sub-Zero y Scorpion (Mortal Kombat), Solid Snake (Metal Gear), Sylvanas Windrunner (Warcraft), Los Cazafantasmas, la Armadura Farron de Dark Souls, La Mujer Maravilla, y el Sangre de Dragón (Dovakhiin) de The Elder Scrolls V: Skyrim.

El traje de Sylvanas Windruner es una de las creaciones de Favier. Foto tomada del blog Favius Cosplay.

Para él la palabra clave de este trabajo es “reto”. Desde que hizo los primeros tres cosplays, que fueron Deadpool, un asesino de Assasin’s Creed y el Link de La Leyenda de Zelda, su obra ha ido en ascenso constante. En busca de crear cosas más complejas, se propuso hacer el Ironman de Marvel, una prueba de fuego que significó un antes y después en su carrera. Confiesa que después de verlo terminado, nunca ha pensado en imposibles.

“Me gusta buscar información de los personajes que voy a hacer y luego serán interpretados, En base a eso y a los otros trabajos que vea, creo mi propio concepto. Me gusta que la gente los observe y sepa que está viendo una creación mía”.

Con el tema de los materiales, Favier lo ve todo de una forma muy particular. De alguna forma, él cree que el destino ha estado siempre de su parte, pues en ocasiones se ha encontrado en los lugares menos pensados los componentes que le ayudarán a completar un reto. Entre eso y su manera de ver el mundo, que le ayuda a hallar soluciones en elementos aparentemente inservibles, ha logrado saltar unos cuantos obstáculos y, con ello, ha servido como inspiración para algunos muchachos que admiran su trabajo y se ven motivados por su ejemplo para abrirse camino en la vida.

Volviendo sobre la falsa creencia de que el cosplay es una manifestación de inmadurez o simplemente cosa de niños, este hombre les ha demostrado a los prejuiciosos que el fenómeno va mucho más allá de “adultos con ganas de disfrazarse”.

“Eso ha ido cambiando, y con el tiempo la gente ya viene más. Mis clientes se sienten parte de una nueva realidad y, de alguna forma, entiendo que les ayudo a cumplir sueños que tuvieron ocultos durante bastante tiempo. Esa necesidad de los nerds de Cuba estaba ahí, y con mis creaciones ahora tienen un espacio más para ser felices. Por eso mi eslogan es ‘Vive tu disfraz’, porque hacer cosplay implica una acción performática, y la idea, además de vestirse, sirve también para que uno se meta en el personaje y viva la experiencia completa”.

Se repite muchas veces que la familia es importante en la vida del artista y en este caso podría decirse que la suya es fundamental en el desarrollo y la reputación que ha logrado irse haciendo como cosplayer. Son sus propios hijos quienes le dan las ideas y luego critican duramente sus trabajos cuando estos no tienen el parecido o la calidad suficiente. No pocas veces ha tenido que rehacer desde cero una máscara porque no ha podido pasar el filtro de los “chamas”.

La labor creativa es un disfrute enorme para Favier. No puede ocultar su emoción al hablar de su día a día entre héroes de ficción. Goce aparte, este arte también le proporciona un sustento económico a los suyos, y sirve para pagar por la compra de más insumos que le permitan mantener su actividad como “sastre de superhéroes”. Favier alquila muchos de sus disfraces, aunque es receloso con otros y prefiere preservarlos en su almacén.

Por ahora, Favier y sus hijos trabajan juntos en la parte de creación y elaboración de los disfraces, pero las ambiciones están en llegar más allá de esto. Al frente de la operación, papá sueña con un futuro en el cual, además del cosplay, puedan expandirse hacia otros formatos. Su aspiración máxima es crear un espacio en donde el café y los cómics se unan.

“¿Te imaginas estar en un sitio en donde haya una exposición de accesorios vinculados al panorama gamer y de la historieta, y donde, además, Deadpool o un trooper de Star Wars te sirva un expresso? Esa es mi idea para el Café-Con, un lugar diferente, para que puedan ir todos los que aman este mundo. Allí no importa si te gusta DC, Marvel, Juego de Tronos o Star Trek. Lo único es juntarnos y pasarla bien”.

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