Uh laca laca la/Uh laca laca la
Si escuchaste este coro, sabes de qué va la cosa…
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Nadie nacido en la punta de los 90’ puede decir que no escuchó a Cubanito 20.02. Si lo dice, miente, y probablemente olvida cuánto aleteó con las manos al lado del cuerpo en una fiesta callejera, con aquel baile de inicios de los 2000: feísimo, pero alegre. Hubo pocos pasillos tan prolijos y exigentes con la sincronía. También hubo pocos artistas con un sonido capaz de provocar aquel movimiento como de muñecos convulsivos…
Tres nombres, mejor, apodos: El White, DeeJay Flipper y El Doctor. Badanas, gorras con visera recta, ropa ancha; las trenzas… Los vemos así en algunas fotos. Hoy, para muchos, son tres tipos que pasaron, porque “no están pegados”. Todos olvidan las puertas que abrieron con aquella aceleración de tempos, la evolución del ragga beat. Lo que en un inicio fueron letras con influencia de rap made in USA sobre pistas aceleradas de reggae simplificado, menos instrumental, evolucionó luego a un reguetón con una sonoridad más caribeña, asimilable en el panorama sonoro cubano, y más alejada del formato genérico que venía imponiendo la adopción de los estándares del reguetón puertorriqueño asumido por otros artistas nacionales.
El White hacía la voz melódica, DeeJay Flipper, un tipo que jorobaba los versos, el tono de discado; El Doctor, qué decir, hizo del rapeo una ciencia oscura de las cuerdas vocales. Todavía ahora lo escucho e imagino trabajos forzados, lodo, a un tipo jalando una locomotora con la garganta…
La génesis de Cubanito 20.02 estuvo en el rap a finales de los 90’, un movimiento cuya fuerza perimetral, por su bandera crítica, no propiciaba el despegue. Por eso evolucionaron a una sonoridad comercial y cercana a un público más amplio. Del rap trajeron el vozarrón de El Doctor —pienso en lo bien que entraría un blues en la voz de ese hombre.
En su primer álbum, Soy Cubanito (2003), las canciones Pídeme y Mátame se convirtieron en hits instantáneos, de asimilación rápida por un público que aprendió a bailarlas mientras Cubanito 20.02 las lanzaba. Fuimos felices en ese tiempo, cuando la música venía con morfina…
Recuerdo aquellos temas que siempre tenían un preámbulo, como en Pídeme: Lady, no entiendes nada todavía/Todo lo que tengo para ti es amor… Y luego la letra, que combinaba las palabras corazón, vida y muerte sin sentir vergüenza. Lo sexual apenas se reducía, tímidamente, a un verso: “Sucederá que te haré mujer”. El resto eran besos y abrazos.
A diferencia de los reguetoneros de hoy (todos), la autorreferencia y el culto personal no cabían en el trío. Ninguna de sus canciones terminaba con ellos diciendo lo talentosos que eran, si tenían dinero o eran reyes de las “diablas”. Cuando escuchamos sus primeras canciones, podemos sentir que esos tipos de la periferia habanera guardaban toda la humildad de los barrios pobres en los bolsillos de sus jeans talla extra.
Tócame (2006), segundo disco de Cubanito 20.02, popularizó la fórmula de música urbana que luego perfeccionaría Clan 537, y todos los dúos aleatorios y lamentables que vinieron después.
Hoy nadie agradece a El White, DeeJay Flipper o El Doctor aquella guerra a inicios del milenio, cuando extrajeron de los suburbios y popularizaron en toda Cuba un género de minorías. Solo después de ellos los reguetoneros actuaron en 23yM. Esto, todos lo olvidan. Como todos nosotros también los olvidamos en 12 años. Pero están vivos, siguen…
El White abandonó el grupo, ahora tiene proyectos en solitario y sueña en grande. Se le vio feliz en el show de Otaola, luego de grabar una canción con Lenier. DeeJay Flipper y El Doctor todavía cantan por ahí, dicen que van a hacer discos nuevos. De vez en vez les hacen una entrevista y los obligan a cantar Mátame.
¿Te acuerdas de temas como estos?
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