Ernesto Lecuona, excepcional músico, ¿actor? y nominado al Oscar

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Ernesto Lecuona. Foto tomada de Ecos cotidianos.

Mencionar el nombre de Ernesto Lecuona equivale a referirnos a uno de los músicos más célebres que alguna vez nacieron en Cuba. Su legado en el teatro lírico, fundamentalmente en la zarzuela, además de su capacidad para mezclar la sonoridad de nuestras raíces africanas con géneros modernos demostraron, no solo sus excelsas dotes como creador, sino su influencia en la internacionalización de la cultura nacional.

Autor de piezas antológicas como Damisela encantadora, María La O, Rosa La China, La Comparsa, La Malagueña, Danza Lucumí, Rapsodia Negra, Suite Española o la ópera El Sombrero de Yarey, resulta curioso que la parte de su carrera que dedicó al cine sea una sobre la que se hable menos de lo que se debería.

Nacido en Guanabacoa el 6 de agosto de 1895, a la altura de los años 20 del pasado siglo, ya Ernesto había trascendido la imagen del niño prodigio hasta hacerse de un nombre más que respetado en la escena musical del país, e incluso un poco más allá, lo mismo por su talento como intérprete que por sus composiciones.

Reconocido por sus aportes al cine, en donde el músico habanero logró acumular un currículum notable, muy pocos saben que, en paralelo, Lecuona tuvo, además, varias participaciones en Argentina como intérprete. Pues sí, resulta que la primera de ellas fue una corta participación junto a su gran amiga Esther Borja en el largometraje ¡Adiós, Buenos Aires!, proyecto llevado a cabo por el prolífico director Leopoldo Torres Ríos en 1938, en el cual Ernesto desempeñó igualmente el rol de compositor. En 1941 sería parte del elenco de Mamá Gloria, comedia ligera filmada en la nación sudamericana, que significó el último trabajo de Richard Harlan para la gran pantalla.

La historia de Lecuona con el séptimo arte había comenzado en 1931, año en que debutó en la banda sonora de la producción de Metro-Goldwyn-Mayer nombrada Under Cuban Skies. Esa misma temporada fue parte también de A Free Soul y Susan Lenox (Her Fall and Rise), largometrajes protagonizados nada menos que por Clark Gable y Greta Garbo, respectivamente.

Tras continuar engrosando su currículum con La cruz y la espada (1934) y la célebre Siboney (1938), su momento más importante como músico de cine llegaría en 1943, cuando se convirtió en el primer hijo de la Mayor de las Antillas en ser nominado a un Premio Óscar.

Esto sucedió en la decimoquinta gala de entrega de esos galardones, realizada el 4 de marzo de ese año en el Cocoanut Grove del Ambassador Hotel de Los Ángeles. Allí, la pieza Always in my heart (Simpre en mi corazón), creada junto al letrista Kim Gannon para esa cinta homónima, fue una de las nominadas, junto a otros nueve temas, en la categoría de Mejor Canción Original. Aunque finalmente el ganador fue White Christmas, correspondiente al filme Holiday Inn (Quince días de placer) de Irving Berlin, la huella cubana quedó para siempre en la historia del certamen.

Luego de la presencia de Lecuona entre los candidatos al trofeo más ansiado del mundo cinematográfico, le seguirían el español Néstor Almendros (con gran trayectoria en Cuba), quien ganó en 1979 por Mejor Cinematografía gracias a su trabajo en Days of heaven y fue nominado otras tres veces. Una cubanoamericana que lo mereció fue Mercedes Ruehl en 1992 por Mejor Actriz de Reparto en The Fisher King.

Entre aquellos que solamente han logrado estar entre los nominados, se cuenta Andy García por The Godfather III (1990), además de la dupla de directores formada por Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, encargados de Fresa y chocolate (1993).

Siguiendo con Lecuona, encontramos que su figura de autor aparece relacionada al mundo del celuloide mediante otras cintas, como son los casos de La última melodía (1939), De México llegó el amor (1940), One More Tomorrow (1946), Carnival in Costa Rica (1947) y María La O (1948).

Aunque Ernesto Sixto de la Asunción Lecuona Casado falleció en Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias, el 29 de noviembre de 1963, sus creaciones continuaron sirviendo como inspiración para posteriores proyectos. En 1993, Titón y Tabío lo incluyeron en la banda sonora de Fresa y chocolate, algo que ya había hecho Manuel Herrera con Capablanca (1986).

Fuera de Cuba, sus partituras han estado presentes en las producciones estadounidenses The Island (2005) y Joy (2015), la hongkonesa 2046 (2004) y también en el documental biográfico Playing Lecuona, en donde su música la tocan otros tres maestros del piano, sus compatriotas Chucho Valdés, Gonzalo Rubalcaba y el dominicano Michel Camilo.

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