Palabras que hacen del ‘cubañol’ un idioma único

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Foto tomada de TodoCuba.

El lenguaje es un tema al que a veces cuesta referirse, sobre todo si ha nacido usted en una de las naciones que tienen al español como lengua principal. Hablada por 567 millones de personas en todo el planeta, tiene tantas variantes que costaría conservar todo el pelo al final de conocerlas todas.

Por mucho que nos terminemos entendiendo, no siempre es lo mismo conversar con un mexicano, que con un argentino o un dominicano. Las palabras que para uno son muy educadas, pueden ser una ofensa para otros. Intente, por ejemplo, apodar a un pelotero boricua como “El bicho” y tendrá usted que borrarse del mapa si no quiere que conecte un swing directo contra su anatomía; o bien trate de llamarle “berraco” a un colombiano, y verá como, en vez de ofenderlo, posiblemente termine haciéndose amigo suyo. Por último, ni se le ocurra decir en tierra boliviana que va usted a “coger una guagua”, porque termina acusado de pedofilia, como mínimo.

Lo que hablamos en Cuba, que a los entendidos le ha dado por llamar como “subdialecto del español caribeño”, pero que toda la vida se ha llamado “cubañol”, tiene unos cuantos términos que solo para nosotros tienen significado, y que sacados de contexto darían al mismísimo Cervantes razón de más para cambiarse el sobrenombre de “el manco…” a “el suicida”.

No hablamos de palabras que hemos tomado de otros idiomas, como es el caso de la almohada árabe, el croissant francés o los jeans ingleses, sino de otras que vaya usted a saber cómo se nos ocurrieron, pero cuyo uso es bastante difícil de entender. La cuestión no va totalmente de si son correctos o no, sino de que aquí en este archipiélago hemos querido inventar el agua tibia demasiadas veces, tratando de hacer aportes a un idioma que en ningún momento ha pedido que le echemos una mano.

Por ese motivo, aquí en Cubalite te traemos una selecta lista de suculentos “frutos” idiomáticos surgidos en nuestra fértil imaginación, así como otros que resultan en malas adaptaciones o acepciones para describir algo que, aunque nosotros no sepamos, ya tiene un nombre.

Torpedo: Escogí este vocablo como el primero de la lista, por parecerme el más surreal de todos los hallados a lo largo de esta nada exhaustiva ni científica investigación. Para que se entere: un torpedo es como se llaman en Cuba, por ejemplo, los listados en donde firmamos durante las elecciones, o la hoja en donde el bodeguero nos anota al sacar los mandados. ¿Por qué fue bautizado de esta forma? Ya esa conclusión se la dejamos a usted mismo. Un conocido lo intentó y hoy usa camisa… de fuerza.

Jaba: Compañera inseparable de los nacidos en el mayor archipiélago del Caribe, para quienes su ausencia es causa de dilemas psicológico-existenciales. La peculiar “chillona” es para el resto de los habitantes del planeta una simple bolsa de plástico. En este caso hago una excepción, y sí justifico el cambio de nombre, pues al igual que Gollum llamaba “mi tesoro” al anillo maldito, por una cuestión sentimental también tenemos derecho a nombrar así a nuestra “preciosa” jaba.

Ajustador: Así llamamos a esta prenda que suelen usar las mujeres, aunque sería mucho más correcto decirle sostén o sujetador. Y ojo, que no es solo por un tema lingüístico, sino porque sus prestaciones son fundamentales para “mantener” la dignidad de los pechos femeninos durante su lucha -y eventual derrota- contra el natural fenómeno de la gravedad.

Frigidaire, Yale y Atari: Tres clásicos de todos los tiempos, cada uno tomado del nombre de los fabricantes homónimos para generalizar respectivamente los nombres de refrigeradores, cerraduras y consolas de videojuegos. Bárbaro, ¿verdad?

Ampaya: No piense que bajamos la parada por tratarse de un término que es una clara adaptación del inglés umpire. El problema es que, según reconocen los que saben un poco más sobre temas de idioma, al árbitro del deporte se le conoce también como ampáyer u ompayer. Lo único que se nos ocurre: alguien eligió ampaya, porque de vez en cuando le gustaba pronunciar como si fuera un inglés nacido en el mismísimo “bókinjam palas”. (Nota aparte. En base a esto, podríamos sugerir que el título original del episodio V de la Guerra de las Galaxias sea cambiado a The Ampaya Strikes Back).

Chirriadora: Dícese de la herramienta compuesta por palancas, cuñas, tornillos, resortes, etc. que se usa para poner remaches. Damas y caballeros, el aparato que a algún ser de grandes ideas (o sea, un “ideota”) le dio por llamarle chirriadora, realmente se llama remachadora. Seguimos.

Pulidora: Llamar así a esta herramienta viene a ser lo mismo que llamar animal a un conejo, edificio a Notre-Dame o futbolista a Lionel Messi. Obviamente, el esmeril angular, amoladora angular, o simplemente galletera o radial, sirve para pulir, pero además, se usa para cortar y esmerilar superficies y materiales particularmente ásperos o rígidos. Prueba de que a veces lo simple no es tan correcto.

Cloche: Esta joyita, que escuchamos muy a menudo, viene a ser una mala adecuación de la palabra inglesa clutch, verbo con acepciones como aprovechar, asir, incautar y embargar, pero cuyo uso más común es embragar, de ahí que el sistema para transmitir o no la energía mecánica dentro de un automóvil se llame embrague.

“Chú” (shoe): Si la tribu norteamericana de los powhatan viera esto, terminarían por declararnos la guerra sus alrededor de 3000 miembros todavía vivos. Resulta que a algún “brillante” zapatero cubano le dio por rebautizar así al mocasín, zapato de piel que solían usar los “compatriotas” de Pocahontas, olvidando en el proceso que shoe (zapato) sirve igual para los Nike de Lebron James que para el calzado ortopédico que lleva tu primo, el de los pies jorobados.

Perga: Todavía se desconoce de dónde salió esta palabra, usada para denominar aquel envase desechable de papel encerado que se erigió como el “etílico” símbolo de los carnavales y cuanta fiesta popular se celebrara en Cuba. A día de hoy están tan desaparecidos de la geografía nacional como su contemporáneo, el también célebre papel cartucho, al cual nos referiremos a continuación.

Cartucho: Un cartucho puede ser una pieza de munición, un símbolo egipcio usado para describir al faraón, dos especies de plantas y hasta el dispositivo donde se pone la tinta de una impresora. Pero no, aquí un cartucho era una bolsa de papel color ¿carmelita claro? donde solíamos poner los víveres. No pregunte. Tampoco sabemos.

Portañuela: Para cerrar (nunca mejor dicho), usaremos una palabra que describe algo que siempre debería estar de esa manera. Hemos buscado el qué-cómo-cuándo-dónde-por qué (carajo) de este término y hemos fallado cada vez en hallar la razón de que denominemos así a la bragueta. En un intento por imaginar, que al final es de lo que va esto, pensamos que se trata de la unión entre dos partículas: el prefijo porta-, sinónimo de llevar, y el término ñuela, novísima palabra recién aceptada por la Real Academia, usada para calificar a esa cosa que no sabemos qué significa.

Si tienes alguna otra palabra que pudiera entrar en esta lista, déjanos saber en un comentario.

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2 Comentarios

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  1. Me encantan sus reportajes a estas alturas de haber leído casi todos los que publican aun no se si es creada esta página desde Cuba o fuera de ella, la forma en q ubican a cada cubano q anda perdido por el mundo y la forma de unirnos en esa historia individual de cada uno, basados en el respeto y con una ausencia de politizacion, ( no se si es un término válido para esta palabra) de verdad es unica. Felicidades…

    1. ¡Wow! ¡Muchísimas gracias por su comentario! Palabras como esas nos llenan de energías para seguir trabajando. Manténgase con nosotros, que vienen sorpresas. Un saludo.

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