Este cubano fue un fiasco millonario y su futuro es turbio

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Foto: Matt Brown/Angels Baseball LP/Getty Images.

Uno de los pocos peloteros que conformó las dos selecciones nacionales de Cuba en la categoría cadetes, en torneos efectuados en 2009 y 2010, fue Roberto Sulivan Baldoquín Martínez. El tunero estuvo entre los jugadores de cuadro en el Campeonato Mundial de Taipéi de China (2009) y el Panamericano de México, desarrollado en octubre del año siguiente. En ese último certamen, el manager del elenco de la Isla fue el camagüeyano Miguel Borroto.

Baldoquín logró ser de los mejores en una generación repleta de atletas muy talentosos, de los cuales un gran número salió de Cuba y consiguió contratos con organizaciones de Grandes Ligas. Por mencionar a unos pocos, están Lourdes Gurriel Jr., Andy Ibáñez, Rogelio Armenteros, Yoan Moncada y Héctor Mendoza.

En su primer año como juvenil, debutó en la Serie Nacional (con 17 abriles en la edición 51), certamen en el que estuvo durante tres temporadas con los Leñadores y participó en 85 encuentros. Sus números no fueron la gran cosa, pero tampoco tocaron niveles pobres: bateó .254, con 48 imparables, 35 anotadas, dos tubeyes, cuatro triples, un jonrón, 22 impulsadas, cinco bases robadas en 10 oportunidades, 14 boletos y 25 ponches.

Detrás del anhelo de convertirse en un pelotero profesional salió de Cuba a inicios de 2014, poco tiempo después de concluir su labor en la Serie 53, y se estableció en República Dominicana como otros tantos coterráneos suyos del béisbol. En menos de 10 meses, exactamente en diciembre, oficializó un contrato con los Angelinos de Anaheim.

Con ellos permaneció cinco campañas en Ligas Menores, de 2015 a 2019, y lo más lejos que avanzó fue hasta AA. Oportunidades recibió las que les faltaron en su tránsito por la Serie Nacional. Digo esto porque su presencia se vio en 355 juegos, en los que promedió .241, posteó 307 indiscutibles, 46 dobles, 12 triples, solo nueve bambinazos, 117 impulsadas, negoció 83 bases por bolas y se ponchó 318 veces (uno cada cuatro comparecencias aproximadamente).

En el momento de su contratación, los Angelinos vieron, a mediano plazo, resuelto el problema en el campo corto. En otras palabras, el tunero pintaba como el torpedero del futuro de la franquicia. Existían grandes expectativas con él, expectativas que nunca se cumplieron.

Como dije antes, no rebasó el nivel AA y llegar allí le tardó cuatro años. Su progresión ofensiva era muy lenta, apenas se hizo notar, mientras defensivamente no acababa de estallar, pese a que se le buscaron otras opciones en el cuadro, desplazándolo a la antesala y a la intermedia.

A la organización se le había acabado toda la paciencia con Baldoquín, un hombre que firmó con 20 años y con casi 26 estaba lejos de ocupar la responsabilidad para la que fue adquirido a finales de 2014. Dicho así, la salida no fue otra que despedirlo en marzo de 2020, poco después de cancelarse el spring training, según un reporte de Los Angeles Times.

El cubano se convirtió en un fiasco sumamente caro para el equipo, pues su contrato fue de ocho millones de dólares, cifra a la que se les agregaron gastos extras, lo que elevó el costo de su fichaje a cerca de 14 millones. Todo un pastón.

Roberto fue asignado este 13 de mayo a Lexington Legends, un club perteneciente a la Atlantic League, liga independiente estadounidense. Veremos qué sucede con su futuro.

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D.L.R.

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