Exclusiva: Mejor pesista cubano de la historia abandonó una delegación en España

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Pablo Lara Rodríguez. Foto: René Pérez Massola/ Trabajadores.

La delegación cubana que participó en el Campeonato Panamericano Juvenil de Levantamiento de Pesas, celebrado en Manizales, Colombia, del 9 al 15 de julio de 2021, en su viaje hacia tierras cafeteras, tuvo que hacer escala en España. En ese entonces, debido a las afectaciones generadas por la pandemia, muchos vuelos hacia países latinoamericanos debían, primero, tomar rumbo hacia Europa para, desde allí, partir hacia su destino final.

Durante la breve estancia en esa nación, el campeón olímpico de Atlanta 1996 y subcampeón en Barcelona 1992, Pablo Lara Rodríguez, miembro del colectivo, decidió abandonar el equipo que asistiría al certamen continental, clasificatorio para los Juegos Panamericanos Junior Cali-Valle, que tuvieron lugar entre el 25 de noviembre y el 5 de diciembre pasado. Esta información, que pasó desapercibida para los medios, la ofreció recientemente a Cubalite una persona cercana al forzudo villaclareño.

De acuerdo con la fuente, a su llegada a territorio ibérico, el antillano recibió ayuda de Sergio Álvarez, exatleta de esa especialidad y multimedallista en el área centroamericana y panamericana, pero también de Javier González, quien fue uno de los entrenadores que lo preparó durante su gloriosa etapa en la selección nacional. Pablo había viajado acompañando a algunos de sus alumnos, pero no había sido promovido al elenco cubano como entrenador. Ahora reside en Oviedo, capital de la comunidad autónoma de Asturias.

Tal situación fue similar a la ocurrida en agosto con las judocas Ayumi Leyva y Nahomys Acosta, quienes, luego de una pausa en Madrid, no continuaron el viaje de regreso a Cali, hacia donde irían a buscar sus cupos para la cita multideportiva mencionada anteriormente.

Lara, oriundo de Santa Clara, es, a nuestro juicio, el pesista más grande que ha dado Cuba –para algunos, lo es Daniel Núñez; para otros ese puesto cimero lo merecería Roberto Urrutia. El punto culminante de su leyenda llegó el 24 de julio de 1996 en la división de 76 kilogramos, tras levantar un biatlón de 367,5 kg, que valió para sacarle una buena ventaja al búlgaro Yoto Yotov y al norcoreano Jon Chol-Ho, ocupantes del segundo y tercer escaño, respectivamente.

En aquella jornada, su camino hacia el metal dorado no fue nada sencillo, pues en el primer intento de arranque se le reventó una ampolla, lo cual le provocó una hemorragia y tuvo que ser vendado.

Cuatro años antes, en la cita de Barcelona, tras alzar 357,5 kg en el total, no había podido subir a lo más alto del podio, debido a que Fedor Kassapu, quien competía por el equipo de la Comunidad de Estados Independientes, también había levantado similar carga, pero pesó 25 gramos menos que el nacido en la mayor de las Antillas en 1968.

Además de esos increíbles resultados en contiendas bajo los cinco aros, Pablo fue campeón mundial en varias ocasiones (1991, 1994 y 1995), monarca en Juegos Panamericanos (1987, 1991, 1995). Estableció cinco récords del orbe y también fue titular Centroamericano.

En una entrevista que apareció en 2018 en el periódico Trabajadores, Lara contó que lo obligaron a retirarse antes de la Olimpiada de Sydney. “Estaba levantando 165 y 210 kg, con los que aseguraba podio”, dijo. Tiempo después estuvo en prisión.

En el documental Un peso más, dirigido por Kique Cubero, Yarodis Castillo, abogado del exatleta, explicó que a este se le acusó de dos delitos: portación y tenencia ilegal de armas de fuego y encumbrimiento. La fiscalía pidió diez años de privación de libertad.

“Los acusados se dirigieron al reparto Abel Santamaría, al domicilio de Pablo, a quien, al llegar, le entregaron la pistola de su propiedad y le contaron los hechos, consumiendo una caja y media de cervezas que habían adquirido camino al domicilio de Pablo. En ese momento le entregaron la suma de 50 pesos convertibles por el uso de la pistola”, leyó Castillo en un documento.

“Él no reconocía el encubrimiento porque, técnicamente, no puede denunciar a estas personas que tomaron la pistola que él tenía. Por el mero hecho de tener una pistola cometía un delito. No podía ir a donde estaban las autoridades a decirles ‘me cogieron la pistola’, porque él está cometiendo un delito, por tanto, técnicamente aún considero que él no cometió el delito de encubrimiento”, agregó.

“Poco después de cometido el hecho, se enteró de que el arma suya fue utilizada en un robo”, sentenció el jurista.

Al salir de la cárcel, luego de laborar como estibador, empezó a trabajar con niños y jóvenes en un gimnasio ubicado en el municipio Diez de Octubre. “Lo he hecho sin el apoyo de nadie. Lo reparé, pinté y compré una nevera de agua fría. En solo 18 meses he promovido a más de 10 atletas a la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar (Eide)”, contó al semanario Trabajadores.

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