Falso 9: Barcelona, historias recientes

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El “falso nueve” es, generalmente, un tipo que fue desnaturalizado porque otro de mayor jerarquía lo necesitó de esa forma. Es esta una columna en la que leerás sobre las desfiguraciones que supone el fútbol. Quizás leas en ella todo lo contrario: nunca se sabe dónde acabará un “falso nueve”.

Ansu Fati anotó en su regreso al Camp Nou. Foto tomada de El Periódico.

I

El Barcelona acaba de encontrar en el joven Nico González a un sustento ejemplarizante. En Gavi quizás también, pero a esas edades hay más aspirantes a Gavis que a Nicos o, lo que es lo mismo, más búsqueda de la desenvoltura que de la sensatez territorial. En el fútbol moderno, esa sobriedad se reconoce, en muchos casos, por demandas y optimizaciones de lo físico. El Barcelona, tradicionalmente, nunca la ha aceptado así; allí la mesura ha sido originada por centrocampistas cartógrafos, subordinados a la evidencia de que todo es posible desde el manejo de la posición. La posesión es, simplemente, un derivado lógico de eso último. Ojalá Laporta y Koeman lo recuerden; lo de Nico como un futbolista ejemplarizante, quiero decir.

II

El comunicado escolástico del técnico holandés, donde pide paciencia a los aficionados, podría tener una lectura más tolerante y menos incendiaria si entendemos a Koeman como una versión del prototipo de político que busca ser sincero, pero promete par de cosas que son más obviedades que promesas. Una vez asumido de esa manera, el resto es populismo salvaje y una suerte de diplomacia del silencio, que aparece implícita o explícita en las cláusulas de los contratos de futbolistas o entrenadores.

“Los jóvenes podrán tener oportunidades”, dice. Lástima fuera que ocurriera lo contrario. Es lo único que está en sus manos. “Quedar en un alto ranking en la Liga sería un éxito. Además, en la Champions no se pueden esperar milagros”. Al Barcelona de vez en cuando le convienen tipos así, que se hagan responsables de algo más que frases como “el fútbol es así” o de respuestas sobre por qué jugó este jugador y no el otro. Tipos mordaces, poco instagrameables. Como las crisis.

III

La historia reciente de Ansu Fati es la típica historia reciente: llevar meses y meses alejado de lo que antes fue ordinario. Tal vez por eso pudiéramos asimilar como un desahogo colectivo el hecho de que haya vuelto, besado el escudo del Barça y, después de su gol, haya corrido hacia el público, feliz. Tienen poco de manufactura manipulada esos minutos de televisión. A partir del instante en que Ansu sale corriendo hacia la grada buscando a alguien, asistimos al punto de giro más impredecible de esa trama: en una historia mediatizada, probablemente estuviera dispuesto que el jugador abrazara a su familia, pero va a abrazar a Lluís Til, uno de los doctores que estuvo junto a él durante su rehabilitación. Esa escena, vanguardista casi, viene a colocarnos a Ansu más allá de la sobreproducción de las transmisiones futboleras con drones y mapas de calor; es el futbolista en bruto, como materia prima exclusiva de sí mismo.

P.D: Si quieres leer otras columnas publicadas en Falso 9, puedes hacerlo aquí.

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