Falso 9: Euforia

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El “falso nueve” es, generalmente, un tipo que fue desnaturalizado porque otro de mayor jerarquía lo necesitó de esa forma. Es esta una columna en la que leerás sobre las desfiguraciones que supone el fútbol. Quizás leas en ella todo lo contrario: nunca se sabe dónde acabará un “falso nueve”.

Cristiano Ronaldo en su debut contra Newcastle. Foto tomada de Marca.

Cristiano Ronaldo —aunque él lleve días diciéndolo de una u otra manera—, no ha vuelto a un lugar donde fue feliz. Eso no ocurre en ningún caso si se entiende “el lugar” como disposiciones de sucesos no necesariamente determinados por el espacio físico. Ejemplo: este sábado, el rebote dejado por Woodman, el arquero del Newcastle, que luego Cristiano empujó, no llegó tras un remate de Scholes o Rooney, par de tipos dispuestos, por las causas que hayan sido, para definir ese sitio al que se refiere Ronaldo cuando habla del United y la felicidad.

El éxtasis de CR7 es demasiado terrenal y lógico. Tiene que ver con las maniobras que van creando los trayectos una vez se hacen extensibles: los puntos lejanos en el tiempo tienden a generar arrebatos que se dirigen hacia extremos: pueden traer memorias relacionadas con la euforia o con la molestia; casi nunca están vinculadas a sensaciones, digamos, “intermedias”, como pudieran ser la resignación o la tolerancia.

Lo del portugués con los Red Devils había sido la típica apoteosis que, vista desde lejos y con cierta frialdad, más allá de estar condicionada por el territorio, lo modificó: tras su partida, jamás volvió el Manchester a ser lo que fue (Alex Ferguson también se marchó. Sir Alex era el cerebro, pero Cristiano era una colección de múltiples personificaciones que se fugaron de allí cuando decidió largarse al Madrid).

Ahora ha debutado, en cambio, en una versión emergente del United. Con Solksjaer todo parece dirigirse hacia la emergencia: no aparecen como favoritos a nada y, a su vez, son favoritos a todo. Esta dualidad ambigua podría establecerse definitivamente luego de la goleada al Newcastle, de las no sé cuántas asistencias de Pogba, de las piernas de Bruno Fernandes… pero, a pesar de ello, no sigue siendo ese el lugar donde Ronaldo fue feliz y él lo sabe. Lo sabe incluso desde antes del último fin de semana.

Hace unos días, su excompañero, Patrice Evra, publicó una conversación que mantuvo en WhatsApp con Cristiano, donde este le dice: “voy a jugar en nuestro club”. Podría haber escrito home. Este texto no va de tratar de descubrir y/o demostrar por qué no lo hizo (no hay forma creíble ni sensata de esbozar una teoría al respecto). Este texto, esencialmente, trata de los significados que se pierden después de que algunos espacios, con el paso de los años, consigan expirar: una década y media atrás, recuerdo a un relator que narraba la Premier para algún canal latinoamericano; cada vez que el delantero tocaba la pelota, le llamaba Ronaldito. Es esa la semántica perfecta del lugar feliz que ya no existe.

P.D: Si quieres leer otras columnas publicadas en Falso 9, puedes hacerlo aquí.

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2 Comentarios

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  1. Excelente artículo!!!! Me recordó cuando t leía en Cubadebate en tu columna q jamás me perdía… Me alegra q con el tiempo no hayas perdido ese toque que te caracteriza…

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