Félix B. Caignet, el cubano que escribió uno de los dramatizados más influyentes de la historia

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Félix B. Caignet. Foto tomada de La Nación.

Antes de comenzar con la clásica descripción de Félix Benjamín Caignet Salomón (1892 -1976), mejor conozcamos esta descripción de su vestuario. Es, a priori, un dato frívolo, pero aporta mucho sobre su personalidad.

En el libro El rey de la tv. Goar Mestre y la historia de la televisión (1996), escrito por Pablo Sirvén, se lo describe como un personaje extravagante y simpático. Se detallan, además, los colores fuertes e incompatibles que usaba en su día a día. “Corbata violeta, medias amarillas y saco y pantalón en colores contrapuestos”, eran prendas con las que podía vérsele en un día corriente. Alguien muy preocupado por la estética y la apariencia, pero que fue un innovador de la radio. Abrió las puertas, en Cuba y en toda América, al espectáculo radial episódico, al género detectivesco, al suspenso y al narrador, rol que antes no se concebía y que es de vital importancia para la estructura narrativa.

Los inicios de Félix, proveniente de una familia acaudalada de origen franco-haitiano, estuvieron ligados a las artes. Escribía versos. Se acercó a los estudios de la literatura y el periodismo. Fue mecanógrafo. Sin ser músico de profesión, cantaba.

En la vida lo ha hecho todo, decía sobre este personaje Sirvén (1996), y listaba una serie de oficios que había desempeñado Caignet: libretista, empleado judicial, periodista, decorador, poeta, compositor, cantante, autor de obras teatrales infantiles.

Antes de alcanzar el éxito, en 1920 se trasladó desde su Oriente natal hasta La Habana, gracias al célebre tenor Enrico Caruso, quien le envió una invitación para que presenciara sus funciones y un giro por doscientos pesos para los gastos, pues anteriormente el santiaguero le había escrito al tenor italiano que lamentaba no poderlo oír personalmente, debido a su situación económica. Ya en la capital, comienza a desenvolverse en tertulias literarias y a escribir para revistas como El Fígaro y Bohemia y el periódico El Sol.

Aunque pone en práctica lo aprendido en la CMKC de su terruño natal, es en la urbe capitalina donde alcanza todo su esplendor. Llega a la radio, “apelando a su ingenio y sus modales suaves, alternando su voz aflautada y su pluma afectada”, según Sirvén. Para 1934, estrena el primer serial dramático y policíaco de América Latina, Chan Li Po.

A lo largo de su vida, este prolífico autor escribió unas 200 comedias y alrededor de 300 obras musicales. Entre sus obras más relevantes están Azul Aladino y la lámpara maravillosa, El precio de una vida, El ladrón de Bagdad y Peor que las víboras. Estas novelas tuvieron como protagonistas a célebres figuras como María Valero, Carlos Badías, Consuelito Vidal, Carmen Ignarra y Santiago García Ortega.  Por otra parte, algunas de sus creaciones musicales fueron interpretadas por el Trío Matamoros (Frutas del Caney) y Rita Montaner (Te odio).

El 1ro de abril de 1948, a las ocho de la noche, CMQ estrena El derecho de nacer. Al principio nadie creía en el guion. Surgió como un programa para competir con las propuestas de otras cadenas y marcó para siempre la historia. La que se ha catalogado como la novela romántica más exitosa de todos los tiempos, fue escrita por Félix B. Caignet.

Durante los treinta minutos diarios que duraba, toda Cuba se detenía -y no es exageración-. Incluso en los cines, se llegaron a suspender funciones en este horario para retransmitir –receptor de radio mediante- la tortuosa historia de romances e intrigas. En las casas de vecinos, familiares, mercados y establecimientos donde hubiera un aparato para amplificar la señal, ahí se paraba el reloj. Todos atentos durante 314 episodios.

Sin embargo, detrás de esta exitosa obra, hay mucho más. A continuación, reproducimos el siguiente diálogo entre Goar Mestre, al frente de CMQ, y Felix B. Caignet, tomado del libro El rey de la tv…

-Óyeme Félix, ante todo, te felicito. El programa va muy bien y estamos muy contentos, pero, viejo, me estás haciendo un gran lío aquí adentro porque entregas tus libretos sobre la hora y eso no puede ser.

-Tú sabes, Goar -se excusa mortificado Caignet, con la voz quebrada- que suelo ser una persona muy disciplinada, pero ocurre que ahora me pongo frente a la máquina de escribir y no me sale nada. Y así se me pasa el tiempo, esperando el momento en que ustedes transmitan un nuevo episodio. Cuando termina, me siento otra vez y tampoco me sale nada. Sólo al día siguiente, por la mañana, se abre mi cabeza y puedo escribir el que sigue.

Realmente, este vacío creativo de Caignet era suplido con las historias populares. “Tan pronto como cada entrega de El derecho de nacer llega a su fin, Caignet se lanza a recorrer las calles de La Habana en busca de materia prima para el capítulo siguiente”, según precisa Sirvén.

Es en los mercados, en las plazas, en las calles, con la gente de todos los niveles sociales, donde consigue inspiración. De ellos busca retroalimentación y conocer sus opiniones. El derecho de nacer, la radionovela más exitosa de todos los tiempos es, “ni más ni menos, una invención colectiva de la ciudad de La Habana y Caignet su intérprete más acabado”.

Esta obra rebasaría luego los límites de la geografía nacional y sería llevada a la radio y la tv en varios países del continente. Todavía es recordada en muchos de estos territorios.

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En este video puedes conocer más sobre su vida:

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