«High Score», una atractiva e inconexa mirada a la historia de los videojuegos

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Según los números actuales, la industria de los videojuegos genera hoy más ingresos que otros dos monstruos de (casi) toda la vida como el cine y la televisión. Pero… ¿cómo pasamos de aquel simple juego de Pong a la complejidad de The Elder Scrolls V: Skyrim? ¿Cuándo dimos el salto de los gráficos pixelados de Donkey Kong hasta el impresionante CGI del NBA 2K21? ¿En qué punto algunos dejaron de usar el joystick por pura diversión y se convirtieron en profesionales de los eSports?

Contar la evolución de este importante sector del entretenimiento a partir del gran boom que comenzó a gestarse en los años 70 y se consolidó en la siguiente década, es la intención de High Score, serie documental de Netflix que hace un tiempo captó la atención de muchos entusiastas de ese ámbito.

En principio, hay que decir que la propuesta es un material de referencia para ir entendiendo y conociendo un grupo fundamental de figuras, sucesos y conceptos claves que han ido estableciéndose con el paso de los años hasta conformar una suerte de universo

El ascenso de Pac-Man y la fiebre del arcade; el salto de calidad y las variantes del Role Playing Game (RPG); la batalla entre Sega y Nintendo; la polémica en torno a la supuesta violencia promovida por Street Fighter y Mortal Kombat; el desarrollo de los primeros juegos deportivos semi-realistas en la era de los 32 bits; y un montón de historias y personajes poco conocidos, pero vitales en la impulsión de conceptos innovadores e inclusivos dentro de la industria, dan a High Score una relevancia enorme a la hora de presentarnos el fenómeno.

Da igual si uno es un gran fan de Super Mario o si jamás ha agarrado un control para conducir al entrañable fontanero italiano por decenas de niveles hasta rescatar a la princesa Peach: gracias a una serie como esta, cualquiera puede, al menos, tener una mirada general de los videojuegos y sus mecánicas, desde la experiencia de un usuario cualquiera hasta el componente empresarial sin el cual no se habrían convertido en el gigante de mil cabezas que son ahora mismo.

Sin embargo, más allá de todo lo favorable que podemos hallar en este tipo de recopilaciones más o menos informativas, High Score es un producto con muchas fallas que pudieran hacer que usted, da igual si tiene nivel “experto” o es más del tipo “no-tengo-la-menor-idea-de-qué-va-esto”, puede perderse por el camino.

Lo primero que quisiéramos señalar es la impresión de que cada episodio podría narrar más hechos de los que contiene, pues parecen estar más centrados en mantenernos atraídos por lo que se nos presenta que en ayudarnos a procesar al detalle las diferentes partes de esta masiva aventura gamer a lo largo de las últimas décadas.

La estructura narrativa es a veces demasiado estricta y eso evita que la historia pueda tener más matices. Aunque su estética y storytelling han sido muy bien cuidados, el gran problema para una pieza de consulta como es High Score yace en su incapacidad para ser algo más que un producto altamente entusiasta y excelsamente diseñado.

A lo largo de sus seis episodios, el show falla una y otra vez, precisamente por intentar presentarnos una visión demasiado homogénea y generalista de los videojuegos, mediante la cual no se plantean conflictos ni se ahonda en algunos elementos fundamentales del asunto de turno.

Sucede muy a menudo que los segmentos temáticos se pierden en explicaciones largas en lugar de mostrarnos más cosas palpables. Incluso sus exquisitas animaciones en 8-bits son abrumadoras y frecuentemente se desconectan de la voz autorizada que nos está contando sobre algo sumamente interesante. Para que se nos entienda: esta idea para dar vida a la historia es en sí muy buena, pero resulta que su puesta en práctica necesita muchos ajustes para que lleguemos a considerarla como bien ejecutada.

Existe en ocasiones una especie de facilismo a la hora de introducir los diferentes protagonistas o hechos en cada episodio, debido, mayormente, a una simplificación de lo que los rodea. Así, el internet, el arcade o las consolas Atari aparecen casi de la nada y eso hace que un público inexperto se quede “en el aire” en algunos tramos del relato.

High Score es imperfecta, sí, pues más allá del atractivo envoltorio encontramos demasiados “chirridos” en la maquinaria narrativa. Pese a ello, también es justo calificarla como un producto recomendable y casi de consulta obligatoria para aquellos que pretendan empezar a entender un fenómeno mediático de gran relevancia y, quizá por ese mismo camino, también se despojen de los prejuicios y mitos que por largo tiempo han rodeado a los videojuegos.

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