«Inés del Alma Mía», fascinante relato que vale la pena, pese a sus lapsus históricos

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La literatura de Isabel Allende ha sido catalogada a menudo como un subproducto menor dentro de esa poderosa corriente literaria que es el boom latinoamericano. Aunque algunos la definen como una simple “copiadora” de Gabriel García Márquez y otros célebres autores de nuestro continente, la sobrina del presidente Salvador Allende ha sabido ganarse su lugar entre las letras hispanas con novelas y cuentos que han retratado una parte importante de la identidad chilena de cara a lectores de todo el planeta.

De su importante obra han sido adaptados dos textos fundamentales (ambos al cine): La casa de los espíritus (1993) y De amor y de sombra (1994). A esas se sumó recientemente Inés del Alma Mía (2006), serie limitada que se estrenó recientemente vía streaming en la plataforma Amazon Prime Video.

Producida por RTVE, Boomerang TV y Chilevisión, esta propuesta nos narra en ocho episodios la vida de Inés Suárez (Elena Rivera), una mujer adelantada a su tiempo que se atrevió a viajar sola a América en busca de su marido perdido. En estas tierras se convirtió en conquistadora, aventurera y en nada menos que fundadora, junto a Pedro de Valdivia (Eduardo Noriega), de lo que hoy conocemos como Chile.

En primera instancia, es notable cómo la serie da a Inés no sólo el esperado protagonismo en el metraje, sino que nos la representa a la altura de la mujer que realmente fue. En ello ayuda, y mucho, la interpretación de Rivera, quien desde el minuto uno deja ver a la persona resuelta, honorable y atrevida que se escondía detrás de la joven religiosa e inexperta nacida en la localidad extremeña de Plasencia.

En pantalla asistiremos al primer gran giro de su vida, el cual sucede luego de conocer a quien sería su primer esposo, Juan de Málaga (Carlos Serrano). Deberá sobreponerse a las taras de la religión y el patriarcado para escapar de su hogar e irse a vivir a Sevilla. Todo eso pasa en función de una dramaturgia más interesante, pues la realidad indica que ella sí contrajo matrimonio con ese hombre, pero que realmente fue gracias a su abuelo (Juan Fernández, el coronel Prieto de La casa de papel) y no luego de alejarse de él y su familia para siempre.

Otro instante vital es el viaje al “nuevo mundo”, hacia donde parte en 1537 con el objetivo de saber qué ha sido de su esposo. La visión que se expone en torno a la vida de este lado del planeta es acertada en muchos sentidos, entre los que se incluye la crueldad de los españoles en su trato hacia los nativos y también los esclavos que comenzaban a llegar desde África.

No obstante, debemos señalar algo en ese sentido y es el hecho de que no se muestren más matices en la belicosa relación de españoles e indígenas. Resulta que, si bien es cierto que las tribus locales sufrieron duramente las secuelas de la invasión extranjera, también lo es que lucharon con métodos extremadamente duros para defender su tierra. En la serie, los habitantes de Sudamérica, sobre todo los mapuches, son colocados como inocentes que fueron salvados y protegidos por Inés, cosa que no es del todo cierta.

Tampoco es que pretendamos que los oriundos de América sean reflejados como fieras asesinas y desalmadas, ni nada por el estilo, pues la historia ha probado que aquellos que vinieron desde Europa les aventajaban bastante en ese sentido. Lo que sí es un fallo imperdonable en el intento por capturar la esencia de la novela, es el hecho de no referir con más acierto los ejemplos claros de la brutalidad y el sincretismo, o la asimilación entre ambos durante la etapa de la colonización.

A pesar de los lapsus históricos, vale la pena ver el momento en el que se nos presenta la conquista del desconocido territorio chileno y de la Araucanía. Ahí sí se recoge el espíritu salvaje y aventurero que ya se notó en la narración escrita. A lo largo de este tramo del relato, la relación entre Inés y Pedro se convierte en el centro de la trama y tenemos una sensación de clímax constante que puede sentirse como análoga a la que nos dejan dos piezas de mucho vértigo como son Dances with Wolves (Kevin Constner, 1991) o Apocalypto (Mel Gibson, 2006).

Luego de ver cinco episodios, queda la sensación de que a nivel histórico pudo haberse hecho un mejor trabajo para contar la fascinante vida de la exploradora y guerrera Inés Suárez, teniendo en cuenta que el libro en que se basa esta miniserie sí constituye un excelente ejemplo en ese sentido. Sin embargo, igualmente es justo decir que no estamos ante un show que irrespete o desconozca los hechos

En cualquier caso, Inés del Alma Mía es un producto al que vale la pena dedicarle cada minuto. Primero, porque constituye un pedazo de nuestro pasado, seamos chilenos o no, del que todos deberíamos estar al tanto por todas las razones que a usted se le ocurran. Además de ello, las actuaciones y el aprovechamiento de los recursos cinematográficos la convierten en algo que, a pesar de las evidentes limitaciones de presupuesto, puede ser apreciado como una creación meritoria.

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