La nueva joya de Iván Pedroso

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Ana Peleteiro destacó en su edad juvenil, pero luego entró en un bache del que solo la pudo sacar Ivan Pedroso. Foto: Patrick Smith/ Getty Images.

Aire frío soplaba en Glasgow aquel domingo 3 de marzo. Sobre el foso del Emirates Arena de la ciudad escocesa sucedía la final del triple salto para damas del Campeonato Europeo de atletismo bajo techo. Pronto una atleta brincaría sin desenfreno y de paso se llevaría como premio el mejor registro de su vida. Ella, entre ocho finalistas, pondría a recorrer el mundo una noticia de marcada trascendencia nacional. España, como esperaba desde hace rato y no llegaba, confirmó que la triplista campeona, sin más, era la nueva fiera del atletismo ibérico.

El 3 de marzo pasado para Ana Peleteiro fue un día fantástico, de los que obligatoriamente se celebran con vítores y de los que, obligatoriamente, tienen que tener un asterisco grande en el almanaque de su vida. Para alguien como ella, una chica de 23 años, pretensiosa e inconforme, haber llegado hasta los 14.73 metros significó, además de su primer título en este evento, el punto final del esperado despunte del que media España estaba atenta.

Primer salto: foul. Segundo: foul. Tercero: un 14.56 metros incómodo para sus rivales y que le hubiese bastado para ganar. Entonces, en el cuarto apareció ese 14.73 metros sentencioso y aquí termina la secuencia. Al nervio de una competición como esta, Ana conjugó la pesadumbre de una lesión de hace un mes en el tibial posterior, muy cercana al hueso. Aquella tarde del 3 de marzo, no obstante, se apareció, atrevida e irreverente, con una marca demoledora que pasaría a ser el nuevo récord español en pista cubierta y el mejor registro logrado por una española, tanto bajo techo como al aire libre.

Lo más curioso de todo es que Peleteiro se burló de la historia, ahí, en sus narices. Al día siguiente, la anterior supremacía, 14.64 metros perteneciente a Carlota Castrejana, iba a cumplir su aniversario 12 sin ser batida, desde que fuera establecida en el Europeo de Birmingham en 2007. Ana echó a perder la fiesta.

Ahora la vigente recordista es toda euforia. Su cara no regala más sonrisas porque no puede. Ya se siente una atleta de élite y lo es. Tiene seguridad y confianza, tanto que hace poco declaró creer sentirse una saltadora de 15 metros. Palabras mayores las de la nacida en Ribeira. Pero esa incontrolable felicidad de hoy antes pasó por el desconsuelo.

El Mundial Juvenil de 2012, en su país natal, implicó ser la catapulta que la mandó al estrellato de las jóvenes promesas. En Barcelona se proclamó reina con 14.17 metros y al instante muchos ojos clavaron sus miradas sobre la gallega y vieron en ella una mujer que podría hacer grandes cosas en poco tiempo. Transcurrían los años y la gran promesa no cumplía. No solo eso, sino que llegar al salto triunfador de 2012 le era esquivo. Pasaba una dificultad olímpica para vencer los 14 metros y en esos años vivió los entrenamientos de tres preparadores. Primero Abelardo Moure, luego Juan Carlos Álvarez y por último el portugués Joao Ganco.

Ninguno de ellos pudo moldear a la Ana Peleteiro que tenía al mundo del atletismo frotándose las manos. Esa Ana estaba lejos de aparecer. Su forma deportiva daba fe. Hasta que un día de septiembre de 2016 habló para entrenar con Iván Pedroso y al mes siguiente comenzó. La opción de pertenecer al equipo de Iván era una movida un tanto desesperada en su afán de ingresar a la élite mundial de una vez y por todas, pero, lo que seguramente Peleteiro no previó fue que, en poco tiempo, el cubano se convertiría en su mesías.

Ivan Pedroso cambia el destino de Ana

La española Ana Peleteiro junto a su entrenador, la gloria deportiva cubana, Ivan Pedroso. Foto: Álvaro García/ El País.

Nueve veces campeón mundial y establecido desde hace casi una década en la ciudad española de Guadalajara, donde ha formado una familia, Pedroso, más que todo, aceptó a Ana porque, en ese entonces, se trataba de una atleta de 20 abriles con hambre de grandes resultados, que en definitiva es lo que él busca en sus alumnos, la constante superación.

El habanero, de 46 años y nacido el milagroso 17 de diciembre —por eso su segundo nombre es Lázaro— hace ocho años que comenzó su carrera como entrenador. Empezó con dos atletas, el francés Teddy Tamgho y la española Ruth Ndoumbé. Luego se incorporaron a su disciplina la venezolana Yulimar Rojas y el cubano naturalizado azerí Alexis Copello. Poco tiempo después llegaron el portugués Nelson Évora y Ana. Actualmente su grupo lo componen aproximadamente siete triplistas. Iván entrena a campeones mundiales y olímpicos, medallistas universales y europeos. Algunos de sus pupilos han tocado la cresta de la gloria con sus enseñanzas.  

El «saltamontes» con Ana se puede decir que ha hecho un trabajo diferenciado al del resto. La conoce desde mucho antes que ella se insertara a su rutina preparatoria. Sabe del carácter rebelde de la gallega, por eso no le ha temblado la mano. Le ha puesto metas y plazos. La ha presionado porque ha creído que la presión era el molde necesario para conseguir resultados. No marcas cualquiera, sino resultados de verdad. De los que hacen falta para batirse en una prueba que hoy es de las más cruentas en el mundo.

Entonces Ana ha cambiado. Ya no es la impotente joven que se maldecía una y otra vez al no poder derrotar aquel 14.17 metros de Barcelona. Ahora esa distancia está muerta y enterrada para ella. Entrenar con Yulimar Rojas, quien tiene su misma edad, la ha obligado a estirar su horizonte en el foso. Una atleta tan competitiva como Ana tiene que pensar en ser la mejor, sino se estaría engañando ella misma y estaría engañando a todos. Ahora los saltos están en lograr más de 15 metros y claro está, en ser la mejor.

Iván la ha educado correctamente de esa forma. Una educación que tiene por un lado a un profesor sabio y por el otro a una alumna aventajada, que tardó en sacar las uñas, pero ya lo ha hecho y eso es lo que vale. En marzo de 2018 brincó hasta el bronce del Mundial bajo techo en Birmingham y cinco meses después repitió el color de la medalla en el Europeo de Berlín.

De más está decir que la morena está dispuesta a dar guerra en Catar, dentro de siete meses, donde coincidirá, entre otras, con el fenómeno Caterine Ibargüen y su amiga Yulimar. Entonces, desde las gradas, Iván podrá, por primera vez, soñar con un podio universal compuesto por sus alumnas más brillantes.

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Peleteiro, a sus 23 años, tiene potencial para dar muchas más alegrías a España. Foto: EFE.
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