Jayron Larrinaga: «Lo que pasó fue que faltó más confianza en mí»

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Larrinaga trabaja desde hace algún tiempo en un gimnasio. Foto tomada de su perfil en Facebook.

Quien haya visto jugar a Jayron Larrinaga Yins recordará que el pelotero habanero sobresalía por su formidable tamaño y físico, que podía intimidar a cualquier lanzador con sobrada experiencia en el montículo. En las categorías menores, su somatotipo y la magnitud de sus batazos fueron catapultas para que el receptor se aburriera de integrar equipos Cuba. En su corto paso por las Series Nacionales fue campeón con Industriales, además de jugar cuatro contiendas con los desaparecidos Metropolitanos.

En cinco campañas al máximo nivel de la pelota cubana, promedió .225, con 16 dobles, dos triples y ocho cuadrangulares. Hoy vive en Costa Rica, pero antes fue Comisionado Municipal de Boyeros, negociante y trabajador de LABIOFAM. En territorio tico juega al beisbol porque nunca se ha podido desprender de él, pero prioriza su trabajo como instructor en un gimnasio, pues es lo que le asegura su sustento.

Sobre la manera que llegó al beisbol comenta: “un día pasé por el estadio Raúl Núñez de Santiago de las Vegas y me impresionó lo que vi. Una tarde  me escapé de la escuela y fui solo, el profesor me preguntó que quién me había traído y le respondí que nadie. Recuerdo que después de eso jugué con los más chicos y al otro día me pusieron con los de la categoría 10-12 años y yo tenía nueve».

Participé en un Campeonato Latinoamericano a los 10 años, luego en un Torneo Panamericano en República Dominicana, después en un evento en Colombia en 1998, donde quedé líder impulsador y mejor jugador extranjero y como recompensa me regalaron una bicicleta. En el Mundial de cadetes en Veracruz, México, me incluí en el Todos Estrellas como receptor. En mi primer viaje al extranjero, en Colombia, coincidí con destacados jugadores como Kenny Rodríguez, Héctor Olivera, Walter Frías, entre otros, y lo más impresionante fue jugar de noche por primera vez”, declara el nacido el 18 de septiembre de 1985 en San Antonio de los Baños, pero sus padres se mudaron a Santiago de las Vegas cuando él tenía nueve meses.

Danos algunas pinceladas de ese Mundial de 2003 en México, en el que te sucedió algo curioso…

Súper emocionado y muy a gusto en ese campeonato, porque estuve lesionado del brazo. En el Latinoamericano, días antes jugando contra la preselección de Industriales, me salió una epicondilitis en el codo derecho, para tirar a segunda base veía las estrellas. Pero en ese estado físico jugué y bateé .625, incluso me dijeron que unos scouts querían que me quedara, pero de eso me enteré en Cuba. El evento fue muy competitivo, perdimos en semifinales contra Japón. Cuando llegué de México fui nombrado mejor jugador de deportes con pelota de Ciudad Habana”.

Me decías que tu primera temporada en Series Nacionales con los Metros siempre la tendrás presente.

“Así mismo es, ese debut mío fue de película. Si no me equivoco fue en 2004-05, yo llevaba de 3-0 y nos tocaba jugar contra Industriales. En el primer juego de la subserie íbamos perdiendo y en el octavo sale Alejandro Zuaznábar de emergente, cuando, de pronto, el director Juan Padilla me dice que salga a batear. Y mejor no lo pude hacer, pues le conecté cuadrangular al zurdo Francisley Bueno en un juego que transmitían por la televisión, ese fue mi primer hit en Series Nacionales. Mucha gente recuerda eso”.

Después de aquello,  ¿cómo fueron tus restantes temporadas en el béisbol cubano?

“Te digo que eran los Metros de Alexander Malleta, Yoandri Urgellés, Serguei Pérez, Jockel Gil, Juan Antonio Torriente, Michel Fors, todo un trabuco. Cuando yo jugaba era sexto bate, yo era un prospectazo”.

¿Qué ocurrió, entonces, que no pudiste establecerte en la pelota cubana?

“Lo que pasó fue que faltó más confianza en mí y yo me dediqué demasiado a la pelota, no hacía más nada que jugar béisbol. Eso me saturó la mente”.

En la temporada 45 te proclamas campeón nacional con Industriales, algo que te fue imposible en tus cuatro campañas con Metropolitanos.

“No te miento, fue un título que disfruté, pero hasta ahí. No soy un hombre que engrandece sus victorias, sin embargo, no dejo de reconocer que fue algo lindo, una experiencia genial”.

¿Te fuiste desmotivado de la pelota cubana o tu partida obedeció a una decisión personal?

“Me fui porque no veía que mejoraba y de ese año en adelante iba a ser del montón, me enamoré de una chica, y entre otras cosas, me bajaron o me mandaron para la Liga de Desarrollo y me disgusté y me fui. El 23 de marzo de 2013 me traslado para Guatemala con una visa de turista, pero antes de eso fui Comisionado de Boyeros, trabajé en LABIOFAM y fui negociante. Siempre me mantuve jugando la Serie Provincial con tremendos números».

“Luego de llegar a Guatemala, me fui para Costa Rica, donde vivo hoy, y trabajé en la construcción, como chofer y hace cuatro años soy profesor e instructor de gimnasio en un club social privado. Me he mantenido jugando pelota aquí y he sido líder en impulsadas y anotadas en dos campeonatos, por aquí han pasado peloteros cubanos como el lanzador habanero Yoan Socarrás, los holguineros Carlos Sánchez y Freddy Portilla».

Cuando llegué a Costa Rica vino a verme un scout de los Orioles de Baltimore y se interesaron también los Medias Blancas de Chicago, pero sin papeles y sin entrenar nadie te firma. Ya no tengo aspiraciones deportivas, me concentro en trabajar. Juego porque me gusta. Yo soy un viejo. Tengo 32 años”, concluye bromeando.

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D.L.R.

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