La historia de Adrián Morejón, el pitcher cubano que asombra a la MLB con su ‘knuckle-changeup’

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Adrián Morejón. Foto tomada de FriarWare.

I

Hace pocos días, el zurdo Adrián Morejón debutó en la actual temporada de la MLB contra los Rangers de Texas. En algún momento de la narración, ocurrió el siguiente diálogo:

-Check this out. Look at that.

(Repiten en cámara lenta un lanzamiento ante Nick Solak. Es el pitcheo con el que retira al infielder por la vía del ponche).

-¡Oh, my…!

-I mean this is a sort of knuckleball but like a changeup.

En algunos sitios especializados, a ese envío le llaman Knuckle-changeup (una combinación entre la bola de nudillos y el cambio).

Le pregunto a Morejón, vía WhatsApp, sobre eso.

“Ese nombre se lo pusieron aquí. Lo aprendí a lanzar en Cuba desde que tenía como 10 años. Ya es algo que me sale natural, o sea, no tengo que practicarlo mucho para tirarlo bien porque llevo ya largo tiempo sabiendo cómo hacerlo.

“Es bastante raro, pero yo lo agarro normal, como todo el mundo ha visto. No hago un agarre distinto al que hacen los demás que lo tiran.

“Lo lanzo como si fuera una recta, porque su velocidad es similar y, debido al movimiento, no me perjudica el brazo”.

Le hablo de Wakefield, de Dickey, pero las ‘knuckles’ de Wakefield y Dickey eran justamente eso: knuckleballs que parecían knuckelballs desde el propio wind-up. Las que tira Adrián son casi-rectas, casi-cambios, casi-knuckles que empiezan a mutar en cualquiera de las tres anteriores al cruzar cerca del plato. Terminan como si fuesen bolas de nudillos, pero las rupturas al final son leves. Empiezan como si fueran fastballs, pero luego esa definición se disipa en el último tramo. También terminan como si fuesen cambios, quizás solo por la velocidad. No es nada de lo anterior: ciertos lanzamientos pudieran parecer tres tipos de envíos diferentes si se los ve en cámara lenta. O cuatro, subjetivamente hablando: en la parte baja del tercer inning, contra Texas, uno de los narradores le dice al otro: “echémosle un vistazo a este funky changeup”.

II

A inicios de la temporada de 2019, le habían comentado que podría llegar pronto a Grandes Ligas. Morejón no pensó que sucedería tan rápido. Había tenido varios problemas con el brazo. No acumulaba buenos números en AA debido a sus lesiones (balance de 0-4 con Amarillo Sood Poodles; promedio de limpias de 4.25; le habían conectado 29 hits en 36 innings). Pero había ponchado a 44 y lanzaba sobre las 96 mph de forma sostenida.

A finales de julio lo llamaron a su casa. Su novia estaba cocinando. La llamada ocurrió a las doce del mediodía. Por poco coge candela la comida, me dice Adrián. A las tres tenía que estar en el avión para viajar a Chicago.

El 23 de julio abrió el partido contra los Cubs. Al primer bateador, Kyle Schwarber, lo dominó en fly al cátcher. Después, Kris Bryant le conectó jit al jardín central y luego Javy Báez pegó doblete por el derecho. Anthony Rizzo roleteó a primera y anotó Bryant desde la antesala. En la segunda entrada dominó fácil. Su primer ponche llegó en la tercera: tres rectas consecutivas (las dos primeras a 95 mph y la tercera a 94) frente a Kyle Hendricks, el lanzador contrario. Su segundo y último strikeout en el debut se lo propinó a Báez: una recta de dos costuras, una de cuatro y una slider que cayó afuera, en la zona baja.

Su mejor partido el pasado año, dice, fue contra los Dodgers. “Me hicieron dos carreras, pero tuve enfrente a muy buenos bateadores. Me mantuve tirando strikes sin importar la situación del juego”.

Al finalizar su primer año en Las Mayores, había subido al box en cinco ocasiones. No tuvo decisión. Le hicieron nueve carreras en ocho innings. Todas limpias. Dio nueve ponches. En resumen, no le fue bien. Cree que fue falta de madurez y de confianza. Me atrevería a decir que las molestias físicas no le permitieron mostrar todo su potencial. A mediados de agosto se lesionó el hombro y acabó su temporada. La lesión que lo apartó del juego no es de las que aparecen de un día para otro.

“Cuando paró el spring training de este año, me mantuve entrenado sin importar lo que iba a pasar. Siempre supe que para volver a hacer equipo tenía que hacer las cosas muy bien. Ahora empecé abajo, pero todo este tiempo que estuvimos sin jugar me dio tiempo para mejorar mucho y prepararme mejor”.

III

En Cuba, Adrián Morejón impresionó por su velocidad y la facilidad para ponchar a bateadores rivales. Foto tomada de MLB.

Morejón salió de Cuba en 2015. Tenía dieciséis años. Debutó en la Serie Nacional con Mayabeque cuando tenía quince.

“Después de mi primera temporada con los Huracanes, llegaron muchas personas a hablar conmigo para ayudarme a salir del país. Yo nunca quise, pero luego pitcheé en el sub-23 y vi que del grupo de lanzadores buenos que teníamos quedaba yo solo. Todos los demás se habían ido y pensé que, si no me iba, no tendría futuro y me iban a joder el brazo. Para convencernos de salir de Cuba, a todos nos dicen cosas que no son verdad, pero, por suerte para mí, no se me presentó ningún problema luego.

“Tuve que estar como dos semanas en Ecuador y más tarde fui hacia Haití. Allí estuve un día y después llegué a Dominicana el 24 de septiembre del 2015. Desde que arribé, me encontré con una persona que me representaría. Después empecé a prepararme y mi primera presentación ocurrió a finales de año. Fue a verme Cincinnati, pero había muchos scouts de otras organizaciones. Los que más se interesaron, además de los Padres, fueron los Cubs, pero nunca llegamos a un acuerdo. En enero de 2016 pacté con San Diego, pero firmé en julio”.

Once millones de dólares ofrecieron al zurdo de Melena del Sur. En aquel momento, constituyó una cifra récord para la franquicia en la contratación de jugadores amateurs. “La verdad, nunca pensé que me fueran a ofrecer tanto dinero. Yo solo quería cumplir mi sueño y poder ayudar a mi familia”.

IV

Morejón fue un estelar desde las categorías menores. Empezó jugando en la inicial y en los jardines. “Solo pitcheaba si me lo pedían, pero no era algo que me llamara la atención. Lo único que quería era jugar todos los días y a toda hora.

“Era un bateador de buenos promedios, no tenía mucha fuerza, pero sí buen brazo para ocupar una posición en el outfield. Mi defensa no era nada del otro mundo.

“Hubo un momento en que los entrenadores comenzaron a decirme que yo iba a terminar pitcheando. No les hice caso. Cogí en serio el tema de lanzar cuando tenía quince años, pues antes me encaramaba al box, pero también alineaba como bateador. A esa edad que te digo, vi mejor futuro sobre el montículo y me asombró mucho lo que pude hacer ese mismo año.

“En el 2015 llegué a tirar 92 millas. Con esa edad, impresiona. Ponché a muchísimos bateadores en mi primera temporada ya establecido como lanzador. También tiraba curva y cambio, pero casi siempre a esas edades utilizamos prácticamente solo la recta, hasta que fui aprendiendo a mejorar los envíos”.

Antes, había estado en la selección nacional a los nueve años y luego a los doce, pero el momento donde comenzó a llegar el interés de los scouts ocurrió en la Copa Mundial sub-15, con sede en Sinaloa, México, en 2014.

Abrió contra Venezuela y no le fue bien. Le conectaron nueve indiscutibles. Se complicó en todas las entradas. Perdió contra Estados Unidos el primer juego de la segunda ronda, pero les ganó en la final, donde recetó doce ponches. Al finalizar el certamen lo seleccionaron como el más valioso del torneo.

V

Prácticamente al regresar de aquel evento, fue incluido en el roster de Mayabeque que disputaría la Serie 54. “Ese año mejoré mucho mi control y llegué a tirar 94 mph, pero fue un salto muy grande lanzar en la primera categoría en Cuba a tan corta edad. Cuando gané mi segundo juego, que fue contra Sancti Spíritus, y tuve la oportunidad de enfrentar a Cepeda, me di cuenta de lo difícil que era aquello. Tampoco estuve mucho tiempo con el equipo porque también tenía que estudiar”.

En su única campaña al más alto nivel del béisbol en el país, Morejón lanzó en seis partidos. Ganó dos y perdió uno. Siete veces sacó outs por la vía de los tres strikes en 72 entradas. Le conectaron para .297 y fijó el promedio de carreras limpias en 4.88.

Según un reporte de AP, unos meses antes, en el Nacional sub-15, fue líder en ponches luego de alcanzar la cifra de 113 en 68 entradas. Dejó la efectividad en 1.93.

VI

Antes de debutar en MLB en 2019, había pasado por los niveles Rookie, A y AA. Nunca jugó en AAA. Fue directo de la Texas League (AA) a lanzar en Wrigley Field ante miles de fanáticos. Entre 2017 y 2018, ganó siete y perdió nueve; su E.R.A entre ambas temporadas fue de 3.65; dio 132 ponches en 128.1 entradas (poco más de uno por inning). En ambos años estuvo considerado entre los cien mejores prospectos en las Grandes Ligas.

“El cambio más difícil fue adaptarme a la forma de entrenar, a aprender poco a poco a ser un jugador profesional. La disciplina que hay que tener es bastante estricta y tampoco estaba acostumbrado a jugar tantos partidos”.

“La de 2017 fue una de las campañas más difíciles que he tenido. Aquí hay un proceso: todos tus años no van a ser buenos y tienes que aprender muchas cosas. Cuando empiezas en las Menores, los entrenadores te ponen varias metas: a veces no les interesa tanto si ganas o pierdes, pero sí se fijan mucho en cómo tú manejas las situaciones del juego, en el control. Creo que lo que más les impresionó de mí fue mi seguridad y mi confianza a la hora de lanzar, a pesar de la edad que tenía.

“Al año siguiente, entrené mucho más fuerte, pues el nivel era aún mejor. Tuve que mejorar muchas cosas sobre la marcha. Solo lancé la primera mitad del campeonato, porque luego tuve que lidiar con problemas en el brazo. Esa fue una experiencia bastante difícil porque vengo de Cuba, donde no importa lo que tengas, lo importante es ganar, y aquí no es así. Te cuidan y te dan la atención que necesitas. Desde que me sucedió eso, empecé a prepararme mejor”.

VII

Me dice que empezó a practicar el béisbol a los seis años. A los diez, ya sabía mezclar en un solo envío la ‘knuckle’ y el cambio, que hace tres días sería un funky changeup. Luego del partido contra Texas, un usuario en Twitter escribió en una publicación donde aparecía el agarre de la pelota, y definió, de alguna manera, lo que para los narradores era el funky changeup: “llegué a pensar que el pitcher había perdido sus dedos en un accidente en una fábrica de conservas”.

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