La historia del mercado de Cuatro Caminos

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Foto tomada del blog Memorias de un cubano.

Por estos días, la reapertura de un lugar en La Habana ha dado mucho de qué hablar. Ya sea por los detalles de su restauración, por la novedad y abastecimiento o por otras cuestiones, lo cierto es que no ha dejado de ser noticia.

Sin embargo, este lugar, el Mercado de Cuatro Caminos, es un establecimiento con una historia de casi 100 años. Se inauguró en 1920 con el nombre de Mercado General de Abasto y Consumo Único o Mercado Único de La Habana.

Para su edificación se escogió toda la manzana delimitada por las calles Monte, Cristina, Matadero y Arroyo, sitio ubicado en las inmediaciones de los municipios Cerro y Habana Vieja y en las cercanías del puerto y de la terminal de trenes. Estaba, además, en la ruta de los principales recorridos de tranvías. Esta accesibilidad permitía, a la vez, el transporte de mercancías y el arribo constante de visitantes.

La construcción, de tamaño monumental y con un estilo neoclásico, posee dos plantas y un sótano con almacenes, depósitos y cámaras de refrigeración. Para el ascenso al segundo nivel estaba dotado de cuatro escaleras de mármol y seis elevadores.

Desde su apertura, en 1920, y durante 30 años, Alfredo Hornedo Suárez, político y empresario, estuvo a su cargo. La creación de este lugar fue una concesión especial que le hiciera el Ayuntamiento de La Habana, el mismo que instaurara la regla de que ningún establecimiento similar podía construirse en un radio de dos kilómetros. Debido a esta medida, los pequeños negocios locales, puestos de viandas y frutas, debieron cerrar.

La Plaza de Cuatro Caminos alcanzó tal notoriedad que, incluso, sus ofertas gastronómicas no cesaban en días festivos y feriados. Abría de noche y esto lo hacía un lugar muy concurrido a altas horas, luego de que bares y cantinas cerraran.

Los productos ofertados eran siempre frescos. Los abastecimientos llegaban al caer la tarde y ya en la madrugada estaban montadas todas las tarimas. Al amanecer comenzaba la venta y, al filo de las 9 am, ya no quedaban productos. Sobre las 11, una vez vendido casi todo, comenzaban las labores de limpieza para dejar listos los locales para la sesión de la tarde.

Luego de enero de 1959 pasó a ser un almacén de productos y, debido al deterioro de la infraestructura, cerró en 1968. A continuación, todo se redujo a aperturas y cierres. En la década del 80 se habilitó solo su planta baja para la venta y otra vez, volvió a cerrar. En los noventa ocurrió algo similar y el mismo ciclo se repitió a inicios de los 2000.

Desde el año 2016 se comenzaron a desarrollar las labores de restauración, centradas en la recuperación de pisos, fachadas y cubiertas, las cuales terminaron con la reapertura este 2019 de una instalación moderna, pero con la influencia de lo que fuera en el pasado.

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