Michel Ford: “Nunca tuve un padrino que me bautizara para jugar con Industriales”

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Michel Ford. Foto: D.L.R.

Bien distante del centro de La Habana vive uno de los peloteros con más fuerza entre los que han jugado en Cuba en las últimas tres décadas. Cerca del estadio de la curva, dos paradas después de la popular Cuevita, en San Miguel del Padrón, reside el otrora jardinero artemiseño Michel Ford Ortiz, quien, a pesar de conectar 91 vuelacercas en sus 13 temporadas en Series Nacionales, era dueño de un poder brutal que le permitió largar batazos a más de 400 pies.

Prácticamente desligado del béisbol, a no ser las tardes que le dedica a su hijo para entrenarlo, Michel, el fornido atleta de siete contiendas con los Vaqueros de La Habana y seis campañas con Metropolitanos, recibió en la sala de su casa a Cubalite para abordar facetas de su carrera deportiva que nunca había comentado a la prensa.

“Llego al beisbol con ocho años en mi natal Artemisa y cuando gano en edad me beco en la EIDE de Cangrejeras y luego en la ESPA Julito Díaz de mi municipio. En la categoría juvenil participé en un Campeonato Mundial en Canadá 1993, donde alcanzamos la corona bajo la dirección de Pedro Chávez. Fue un alegrón muy grande obtener ese resultado siendo tan joven, en compañía de figuras como Liván Hernández, Ciro Silvino Licea, Michel Abreu, Vaisel Acosta, Juan Carlos Moreno, Vladimir Núñez, Conrado Silva, entre otros”, apunta quien promedió .274, disparó 109 dobles, remolcó 368 carreras y se ponchó 457 ocasiones en 2355 veces al bate.

Un compañero tuyo me comentaba que pasaste un poco de dificultad para lograr ser uno de los Vaqueros de La Habana en Series Nacionales.

“Mi debut en Series Nacionales fue extremadamente difícil, porque tenía delante a peloteros con mucha experiencia y calidad, como Romelio Martínez, Juan Antonio Torriente, Gerardo Miranda, Luis Ignacio González y Juan Carlos Millán. Esos eran los regulares y además estaban otros, que al igual que yo, esperaban su turno, como Andy Morales, Pedro Arozarena o Neylán Molina, que buscaban un puesto de regular en un solo equipo, contrario a la capital que tenía a Industriales y Metros.

“Era una banda tremenda que bateaba mucho, pero no tenía un pitcheo que lo respaldara. Prácticamente el único brazo de calidad era José Ibar. Mis malos momentos, simple y llanamente ,fueron cuando no podía jugar. Después tuve dos buenos años con Pedro Luis Rodríguez y llegué a ser el quinto bate de ese equipo”.

¿Cuáles consideras que fueron las principales deficiencias que te impidieron ascender más en la pelota cubana?

“Considero que mi principal deuda fue la falta de entrenamiento que tuve en La Habana, algo muy diferente a lo ocurrido aquí en la capital. Otro problema que presenté fue que cuando bateaba, sacaba y levantaba a menudo el pie y eso favorecía a los lanzadores, además que incidió en que me ponchara con frecuencia”.

Estuviste siete años con La Habana, ¿qué ocurrió que no jugaste más con ese equipo y te trasladaste para la capital con Metropolitanos?

“Mi padre vivía aquí y yo no me veía progresando con los Vaqueros. Rigoberto Blanco decidió dejarme fuera en el 2000, cuando el año anterior yo era el quinto bate en el playoff contra Pinar del Río, además que en la Serie Provincial fui líder en jonrones, en remolcadas y de los bateadores. Tenía 25 años, estaba entero y cuando dan a conocer la preselección mi nombre no estaba, siempre le caí mal a Blanco”.

“En una reunión con Pedro Sáez, primer secretario del Partido en La Habana, y el cuerpo de dirección del equipo, decidieron darme mi carta de liberación. Ese año juego con Metros e integré el Juego de las Estrellas, conecté 17 jonrones y fue mi mejor contienda, entonces, ¿quién tenía la razón? Le agradezco a Blanco no haberme querido en su equipo; vine para acá, tuve más oportunidades e hice mi vida. Y mi conciencia está tranquila, pues en ese momento yo bateaba y fue él quien se equivocó”.

¿Qué ocurrió luego del Juego de las Estrellas?

“Ese temporada, el equipo ganador del Juego de las Estrellas acudió a Venezuela y yo no fui, porque dijeron que mi visa nunca llegó. Tampoco viajaron José Ibar y Javier Méndez”.

¿Por qué no integraste nunca los Industriales?

“Un año me dijeron que si volvía a rendir con los Metros haría el grado con los Azules. Luego vi como subían a otros compañeros míos y a mí no, no sé si fue por mi carácter o por otra razón, pero lo cierto es que al año siguiente vuelvo a rendir y de nuevo con Metropolitanos. Hasta que una temporada le dije a Juan Padilla, mi director, que no jugaría más pelota, porque tenía buenos desempeños y no me subían a Industriales. Fue entonces que me retiré con 31 años, en la flor de mi carrera.

“Me duele todavía no haber podido jugar con ese equipo emblemático, porque todo el mundo tiene metas y la mía cuando llegué a la capital fue jugar algún día con ellos. Además, me duele más todavía porque sabía que tenía un desempeño que me avalaba para eso, y otros jugadores, con menos calidad que yo, sí lo consiguieron. Nunca tuve un padrino que me bautizara para jugar con Industriales”.

Pero me imagino que te hayas llevado mucho de Metropolitanos…

“No te equivocas, porque me gustó mucho enseñar a varios jugadores jóvenes, que luchaban por el mismo propósito que yo. Era un equipo en el que cada pelotero, como dijo Tabares, dejaba la piel en el terreno. Esos partidos contra Industriales se jugaban muy fuertes, porque nos entregábamos el doble. También conté con la oportunidad de estar en casi todos los partidos, algo que no hubiera conseguido con los Azules, pero, por otra parte, con Metros, a pesar de rendir, me fue imposible integrar alguna selección nacional”.

Coméntame de ese récord que lograste igualar y pocos recuerdan.

“Ese fue mi mejor momento en la pelota cubana y ocurrió cuando empaté un récord, en 2003, de seis días consecutivos disparando cuadrangulares, mientras que el peor momento fue el playoff contra Pinar del Río, cuando me tomé tres ponches contra el mejor lanzador de Cuba, José Ariel Contreras”.

En 2007 te retiras…

“Disculpa que te interrumpa, pero yo no me he retirado. Dejé de jugar en 2007 porque no vi prosperidades, pero no me he retirado, como tampoco lo han hecho grandes jugadores, merecedores de un retiro por todo lo alto, así que ¿qué voy a esperar para mí?”.

Bueno, dejas de jugar en 2007 y luego qué vino en tu vida…

“Antes de responderte, déjame decirte que los directivos deportivos tienen que velar más por los atletas retirados, no solo del béisbol, sino de otras disciplinas, porque hay muchos casos de personas olvidadas y el ejemplo más cercano es el de mi gran amigo Pedro Arozarena, con una situación crítica en el Mariel”.

“En 2007 comienzo a trabajar en Habaguanex, como recepcionista de visitantes del turismo. También he ayudado a diferentes categorías inferiores aquí en San Miguel del Padrón y asesoro a mi hijo pelotero”.

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2 Comentarios

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  1. Soy amigo de Pedro Arrozarena, si les interesa m pueden contactar para facilitarles una entrevista, es un grande de esta provincia que nadie se ha preocupado por el, su vida peligro, pues fue necesario hacerle un transplante de riñon. Saludos

D.L.R.

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