El aislamiento a causa del coronavirus nos ha llevado a replantearnos la existencia de maneras insospechadas. Cambios de entornos, trabajos, pasatiempos… para Miguel Ángel Jiménez no fue la excepción. De un momento a otro, el Chef ejecutivo del Hotel Parque Central se vio en casa, con mucho tiempo libre.
“Esta idea surge en la cuarentena, al entender que había espacio para pensar y crear. Al igual que yo, las personas viven aceleradamente y nunca tienen tiempo para nada, pero en esta ocasión estábamos casi todos disponibles y se me ocurrió pasar un tiempo agradable. Decidí, entonces, invitar a varios amigos, con todas las precauciones de seguridad, desinfección, higiene… Fue como un divertimento, primero con los de cerca, los del mismo edificio y los alrededores. Lo que empezó como un juego una tarde de abril, luego se convirtió en algo más grande”.
Lo anterior se refiere a los lives (transmisiones en vivo, vía Facebook) que realiza desde su perfil en esa red social. El chef comparte su cocina con personalidades del mundo del espectáculo, la actuación, la música, lo que le ha llevado a recibir el apodo de “chefarándula”.
“El apodo de chef farándula no me lo puse ni lo inventé yo. En uno de los primeros lives del programa de cocina, dos integrantes del grupo AMEDIALUZ, Efraín Galindo y Yensa Mercedes, me apodaron así por la iniciativa que tenía de hacer esto y por mis contactos en el mundo de la farándula”.
Ensaladilla rusa, arroz negro, croquetas, hamburguesas, buñuelos, arroz con leche, risotto, tortilla, son solo algunas de las recetas que ha elaborado junto a sus invitados. Cada sábado a las 12:00 pm pasa un rato divertido con sus amigos. En los programas cocina junto a los artistas, les da instrucciones y los deja improvisar. Suelen preparar recetas sencillas, con ingredientes accesibles. Algunas no siguen al pie de la letra el modo tradicional de preparación y, en cambio, le añaden un toque criollo.
“El estilo de mi cocina había sido siempre el de la tradicional española. No obstante, lógicamente, por mi trabajo he tenido que conocer sobre cocina internacional y poner eso en práctica. Lo que me sucedió en Cuba es que tuve una capacidad de adaptación muy rápida a la hora de llevar la cocina de otros países a la criolla. Saber interpretar un plato con los ingredientes de la isla, que tenga el sabor que el cliente espera y que al mismo tiempo el cubano desea, es un reto”.
Miguel Ángel Jiménez, con 39 años, acumula en su historial el mérito de ser Chef ejecutivo del grupo Iberostar, y también dejó su huella en las cocinas de los hoteles de la cadena Melia Habana, Cayo Guillermo y Cayo Coco. Trabajó, además, en el Riviera.
“Ser chef ejecutivo de un hotel en Cuba es complejo porque tienes que valorar muchas cosas que en cualquier otro país no son necesarias. Aquí el capital humano es muy importante. El cubano es muy cercano, es una persona a la cual tienes que entender, querer, compartir sus aficiones, para, de alguna forma, llegarle y que te vea involucrado con él a la hora de hacer su cocina y que vea que respetas y quieres a la cocina criolla como verdaderamente se merece”.
Su nombre ha aparecido entre los ponentes de eventos culinarios, a nivel nacional e internacional como el Gastrocult, FITCuba, CubaSabe. Ha ofrecido masterclasses y ha cocinado para personalidades importantes como el ex presidente de Estados Unidos, Barack Obama, el Papa Francisco y los reyes de España. A la reina Letizia, aquí en el país, le ofreció casabe y quedó encantada.
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“Tanto en España como en Cuba he cocinado para personalidades, políticos, artistas… pero no diferenciaría. Cada persona te valora de una manera diferente. Aquí me han pasado cosas que puede que no me sucedieran en otra parte del mundo, como es el hecho de la cercanía con el cliente. Para mí es una experiencia nueva cada día cocinarle a cualquier persona y que valore tu trabajo”.
Aunque ha estado en hoteles de La Habana y los cayos de Cuba, reconoce que la capital del país lo cautivó. “He trabajado en hoteles de diferentes provincias, pero nada tiene comparación con La Habana. Es verdad que tardé cuatro años en llegar -antes estuvo dos años en Cayo Coco y otros dos en Cayo Guillermo-, pero cuando pude establecerme acá, me di cuenta de que era lo que me gustaba porque los hoteles urbanos te permiten salir, conocer, estar en contacto con el pueblo. En los cayos es diferente: la mayoría de las personas está de paso, una semana, quince días y luego no los vuelves a ver”.
Según nos contó Miguel Ángel, Cuba siempre fue un país que le interesó a nivel gastronómico y cultural. Hace casi diez años, en julio de 2010, llegó de vacaciones, como cualquier turista. Acompañó a un amigo cubano a visitar a su familia.
“Me decidí a acompañarlo y disfrutar de la isla, de su cultura y del turismo de playa. Un viaje sin planificar, prácticamente. Luego sentí que debía volver, aunque no imaginaba que fuera a trabajar. Esa idea fue madurando en España y, cuando me empezaron a salir ofertas de trabajo en el Caribe, no acepté hasta que no encontré una en Cuba”.
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