La historia de la actriz cubana Natalie Morales: De rechazada por ser bisexual a estrella de la TV en EEUU

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Natalie Morales, nació en Kendall (Condado de Miami), pero se considera como una actriz cubana. Foto: Hot Book.

Natalie Morales nació en Kendall, pero se cataloga a sí misma como una actriz cubana. Sus padres emigraron hacia la Florida, donde dieron luz a la artista hace 34 años. Ella, aunque es ciudadana estadounidense de nacimiento, forma parte de la comunidad cubana que logra importantes méritos en el mundo. 

Doce primaveras atrás, apareció en un episodio de CSI: Miami y comenzó a abrirse camino en el show business. Pasó de obtener papeles esporádicos, a actuar en una docena de capítulos en series como The Middleman (ABC, 2008), White Collar (USA Network, 2009-10) y Parks and Recreation (NBC, 2010-11).

En 2015 le llegó su primer papel protagónico en un programa de relevancia, cuando interpretó a Clarie Lacoste en The Grinder, una serie de Fox, que, pese a la buena repercusión en la crítica y la audiencia, fue cancelada después de 22 episodios. 

El próximo 28 de marzo se estrenará Abby’s, una comedia de situación a cargo de la cadena NBC con una trama que girará en torno al sui géneris bar del personaje interpretado por Natalie Morales. La primera temporada cuenta con 13 episodios y saldrá al aire todos los jueves a las 9:30 pm. 

La cubanomericana comparte reparto con actores de vasta experiencia en Hollywood y la televisión norteamericana como Neil Flynn, Nelson Franklin y Jessica Chaffin. 

Para la joven actriz esta es una oportunidad dorada para reafirmarse como estrella del audiovisual, pues se transmitirá en un horario de preferencia y por un canal con mucha demanda debido a éxitos como Saturday Night Live (en el aire desde 1977), La Ley y el Orden (1999), America’s Got Talent (2006), The Voice (2011) o This is us (2016). 

Morales se ganó este papel gracias, además de a su amplio recorrido por la TV, a sus personajes en filmes de repercusión internacional como Going the distance Battle of the sexes. 

  • Sinopsis de la serie: Abby, una exmilitar, encuentra su verdadera vocación en la vida como manager de un bar clandestino en el patio trasero de una casa. El sitio rápidamente se convierte en una especie de santuario para los vecinos, que acuden allí para desahogar sus penas y pasar el rato con buenas charlas, pues están prohibidos los teléfonos móviles. Aunque todo marcha sobre ruedas en el inicio, aparece inesperadamente Bill  (Neil Flynn), quien hereda la propiedad del lugar rentado por Abby, y quiere prohibir el bar, al que acuden clientes fijos que ayudarán a la protagonista a conservarlo. Esta sitcom es la primera que se graba al aire libre con público viendo las escenas en vivo.

Bisexual y activista

La nueva serie de NBC se desarrolla en torno al bar de Abby, encarnada por Natalie Morales. Foto: NBC.

Abby, el personaje de la serie, es bisexual, y Natalie, la intérprete, también. Esto podría ser meramente una casualidad, pero para la artista no lo es, porque ella hubiese agradecido -cuando era una adolescente- ver una serie en la que este tema se tratara con naturalidad.

«Me encanta que Abby sea un personaje femenino bien escrito, con un carácter fuerte, y que sea latina y bisexual. Si hubiera visto algo así cuando era niña, probablemente mi vida entera hubiera cambiado. Así que aprecio esta oportunidad y estoy orgullosa de hacerlo», expresó en un reciente diálogo con la revista Parade.

La preferencia sexual de la actriz no es motivo para resaltar su personalidad -como no lo es en nadie- aunque sí queremos poner énfasis en su compromiso social y apoyo a quienes son discriminados.

La vida de Natalie no estuvo marcada siempre por el éxito. Al contrario. Pasó su niñez en un garaje reconvertido en apartamento, donde vivía junto a su madre soltera, quien trabajaba para mantener el pequeño hogar. Cursó la primaria en una escuela religiosa, con una rigurosa educación. Luego acudió a una secundaria pública, donde descubrió la actuación y el amor. Su primera relación fue con una muchacha a la que conoció en las clases de teatro. Fue un amor reprimido, que terminó de mala manera, por lo que faltó durante un tiempo a la escuela y tuvo que acudir a terapia psicológica, donde la trataron como a una enferma debido a sus preferencias sexuales (esto ocurrió hace solo 20 años en los Estados Unidos).

Durante su adolescencia tuvo que reprimir su personalidad debido a la discriminación. «Me dijeron que los bisexuales eran personas degeneradas y egoístas, que solo quieren lo mejor de ambos mundos (…) Me dijeron que la idea de que dos mujeres se besaran era repugnante», cuenta en un deslumbrante relato publicado en el blog Smart Girls, de la también actriz y comediante, Amy Poehler.

Cuando cumplió los 20 años se mudó a Los Ángeles, ciudad en la que comenzó una nueva vida, en un ambiente más relajado junto a sus amigos. Allí, luego de varios años, empezó a sentirse libre. «No me atrae específicamente ningún tipo de género. Me atrae la gente. Cada persona es su propio universo increíble, masivo. Eso es lo que me atrae; eso es lo que quiero amar, defender, cuidar», explica.

Natalie, pese a ser reservada y odiar los efectos secundarios de la fama, decidió hacer pública su manera de entender la sexualidad para ayudar a quienes se sienten «raros» o inconformes con ellos mismos. A quienes, como ella, sufren las consecuencias de vivir en una sociedad basada en el heteropatriarcado.

Defensora de los derechos de la mujer

«La batalla de los sexos» es un filme estrenado en 2017, que aborda el partido de tenis celebrado en el año 1973 entre Billie Jean King y Bobby Riggs. Foto: Fox.

El filme Battle of the sexes, dirigido por Jonathan Dayton y Valerie Faris, marcó la carrera de Natalie Morales. No solo porque gracias a su papel en la cinta elevó su popularidad, sino también por la historia que cuenta. La trama está basada en hechos reales, ocurridos en 1973, cuando la partida de tenis entre el jugador retirado Bobby Riggs y la por aquel entonces número uno del ranking femenino, Billie Jean King, se convirtió en un símbolo de la lucha por la emancipación de la mujer.

En una entrevista con el portal Hot Book, Natalie explicó sobre La batalla de los sexos y su relación con el contexto actual: «me atrajo mucho la historia en general. Esta película la grabamos antes de que fueran las elecciones de Estados Unidos y antes de que Donald Trump apareciera en la escena política, así que no tuvo nada que ver con eso. Sin embargo, el mensaje sobre la equidad de género que se muestra está muy relacionado con lo que hemos vivido últimamente».

La cubanomericana encarna a Rosie Casals, una de las tenistas del momento que apoya a Billie Jean King en su lucha por la igualdad en el deporte. En esa época, a las féminas se les pagaban un sueldo diez veces menor que a los hombres. «Hoy en día, es el único deporte en el que podemos aspirar a una paga equitativa, y eso fue gracias a Billie Jean King. En otros deportes eso no sucede, es más, en casi ningún otro trabajo sucede. Me parece muy triste que la situación que se vivía hace más de 40 años siga vigente hoy en día», continúa Morales.

Natalie es incapaz de esconder sus sentimientos y apoya con fuerza a las mujeres de todo el mundo. «Seguimos diciéndole a nuestras hijas que son princesas, y que deben verse bonitas para encontrar a un hombre que las proteja. Una mujer con aspiraciones es vista como molesta o excesivamente ambiciosa», lamenta.

La artista es consciente de que la batalla actual por la emancipación debe continuar con más fuerza y con la inspiración de aquellas que dieron los primeros pasos en el pasado: «es importante que sepamos que existieron mujeres antes que nosotras que lucharon y nos permitieron llegar a donde estamos hoy, por eso tenemos una responsabilidad de continuar la lucha para seguir adelante».

Imperdible: Natalie Morales narra su primera historia de amor

Natalie Morales contó estremecedores pasajes de su vida en el blog Smart Girls (Chicas Inteligentes). Foto: ABC.

Soy una persona muy privada. Miento a los conductores de Lyft (aplicación móvil similar a Uber, Bajanda o Sube) cuando me preguntan qué hago, mantengo la cabeza baja al caminar por lugares como The Grove (centro comercial y de entretenimiento ubicado en Los Ángeles), y nunca, nunca, hablo de mi vida amorosa en las entrevistas.

Sé que algunos pueden decir que es un vano intento por ser reservada, teniendo en cuenta lo que hago para ganarme la vida, pero de ninguna manera estoy interesada en la fama. Tampoco estoy diciendo que sea solitaria, disfruto de la interacción con todo tipo de personas, amo Twitter y quiero ser parte de lo que está pasando en el mundo. Pero ser «famosa» suena horrible. Sé que algunas personas se meten en este negocio por la fama, pero trato de mantener mi carrera y ese efecto secundario de mierda por separado.

Realmente me gusta actuar y hacer cine, y aunque me gustaría ser conocida entre mis compañeros como alguien divertida, definitivamente no quiero que tu tía «Belinda» sepa ningún detalle sobre mí o sobre mis citas. Me siento bien por ser la novia de Tom Haverford para algunas personas geniales, pero prefiero ir al aeropuerto vestida toda desaliñada y pasar desapercibida. De todos modos, estoy a punto de explotar todo eso. Con suerte, por una buena razón.

Todos vivimos en esta Tierra durante un período notable de la Historia. Quiero decir, si pensamos que la Revolución Industrial cambió las cosas a lo grande, observen lo que ha hecho el uso generalizado de Internet durante aproximadamente dos décadas.

Mucho ha cambiado en tan poco tiempo. El mundo, para bien o para mal (creo que es para mejor), se ha conectado mucho más. Puedo caminar por las calles de Nueva York y hacer «facetime» (videochat) con un amigo en la India. Este cambio tan rápido ha dejado a algunas personas tambaleándose, comprensiblemente, por la idea de cómo deberían ser las cosas.

Si hay algo que he aprendido en mis años en este planeta es que las cosas son solo lo que son. Las personas son lo que son. Tratamos de meter las cosas en cajas, en etiquetas, porque nos ayuda a entenderlas, pero no todos caben en nuestras cajas o etiquetas. (Por eso seguimos agregando letras al término LGBT…) La rápida conexión del mundo nos lo ha demostrado. Algunos aceptan más esta idea que otros.

He sido partidaria de los derechos LGBTQIA + desde que era una niña. Desde la primera vez que aprendí lo que era «gay». Yo era hija única y vivía con mi madre soltera en un garaje de 200 pies cuadrados (18.5 metros cuadrados) reconvertido en un «efficiency» (apartamento de renta muy pequeño). No teníamos mucho dinero, y un hombre amigo de mi mamá en el trabajo le regaló una mochila llena de útiles escolares para mí. Me sentía en la luna. Nunca, nunca olvidaré eso.

No conocía a este hombre. Le pregunté a mi madre quién era y si tenía hijos, y ella me dijo que no, porque era gay y me explicó además qué significaba esa palabra. No recuerdo mi reacción en aquel momento. Creo que no lo hago porque no era un problema para mí. Me contó que le gustaban otros hombres, y yo lo entendí. En lo que a mí respecta, este hombre se merecía todo lo bueno del mundo.

Tengo el recuerdo de estar en tercer grado e ir a misa con mis compañeros de aula (esto fue algo que hicimos bastante a menudo; fui a una escuela católica, y asistir a la iglesia durante el día era similar a ir una reunión en una escuela no religiosa). Una niña, llamémosla Lily, que era una amiga (aunque era mucho más popular que yo) se sentó frente a mí. Recuerdo que me senté a través de esa masa mirando su cabello, su sonrisa, sus joyas y sus piernas afeitadas (todavía a mí no me lo permitían) y pensé que era tan buena. Ella era tan bella. Yo quería ser como ella. Yo quería estar cerca de ella.

Luego fui a una escuela secundaria pública y fue una transición loca después de pasar toda mi vida hasta ese momento con uniforme de escuela católica, pero me encantó.

En el primer año encontré a un grupo de grandes amigos en el Club de Drama, que eran geniales y mayores que yo. Yo era bastante popular debido a mi misteriosa infancia y a las tetas que la pubertad me había otorgado durante el verano. Descubrí la actuación. La vida no podía ser mejor.

Había una chica en mi clase de teatro que era genial. La llamaré Katy. Era una estudiante de último año, era hermosa y divertida y era amiga de todos. Katy era abiertamente bisexual. Esto fue nuevo para mí. Se sintió aterrador a la vez que valiente y, a veces, sabía que algunas personas la rechazaban y sus padres no aprobaban su forma de ser, pero ella estaba segura y orgullosa.

Salimos mucho cuando comenzó el año escolar, durante el almuerzo, durante nuestra clase de actuación, después de la escuela. Un día, durante un ensayo, estábamos sentadas en la parte de atrás del auditorio casi vacío comiendo dulces y le dije que me gustaba. Y me respondió: «Tú también me gustas». Y yo dije: «No, quiero decir, me gustas. Y no sé qué hacer al respecto, pero pensé que debería decírtelo».

Katy nunca había coqueteado conmigo. Katy nunca, nunca, había cruzado la línea de la amistad, y por su mirada en ese momento, me di cuenta de que simplemente no creía que me gustaran las chicas. Demonios, no creía que me gustaran las chicas. Realmente me había enamorado de los niños hasta ese momento, pero Katy me hizo sentir como si todo mi cuerpo estuviera sonriendo. Pensé en ella todo el día. Había pensado en ella todo el mes antes de ese momento, cuando eso salió de mi boca. Por lo que recuerdo, se tomó un día o dos para pensar en lo que había dicho. Y luego ella dijo que sentía lo mismo. Yo estaba eufórica. Nos besamos. Fue mágico. También fue, como dije que tenía que ser, un gran secreto.

Sé que en muchos lugares, las cosas son diferentes en estos días. Las escuelas exhiben abiertamente carteles de orgullo y tienen clubes LGBT. El matrimonio gay es legal en todo el país. «No preguntes, no digas», ha sido derogado y los derechos LGBTI están en el centro de nuestra discusión nacional. Cada vez es más fácil para los niños «salir del armario». No en todas partes, no todo el tiempo, pero estamos avanzando.

Ese no fue mi caso hace poco tiempo. Katy y yo tuvimos que escondernos. Compartimos un cuaderno en el que nos escribíamos notas y lo intercambiamos poniéndolo en nuestros casilleros durante el día para comunicarnos de un lado a otro. Su nombre en ese cuaderno era «Jorgie» en caso de que mi mamá o alguien lo encontrara.

Creamos toda una historia de fondo. Jorgie era un jugador de fútbol, ​​y ahora que recuerdo… ¿Jorgie tal vez no era el nombre más masculino que podríamos haber inventado? Se lo conté a un amigo; un chico gótico y gay, tan dulce y comprensivo que constantemente recibía palizas por su nobleza. Katy y yo íbamos a su casa durante el almuerzo y nos besábamos, nos enamorábamos y luego regresábamos a la escuela y nunca nos tocábamos delante de nadie.

Comprensiblemente, Katy finalmente se frustró un poco con eso. Una vez, Katy y yo estábamos viendo una película en mi casa y estábamos bajo las sábanas de mi cama. Mi mamá se acercó, nos vio y nos preguntó qué estábamos haciendo. Le dije: «Tenemos frío». Cuando Katy se fue, mi madre dijo: «Necesitas tener cuidado con esa chica. Ella no es como tú «.

Entonces nuestra relación terminó de forma dramática. Ella arrancó nuestro cuaderno y me lo arrojó, junto con una nota que había encontrado donde le dije a mi amigo gótico que estaba siendo «pegajosa y extraña». Las páginas rasgadas de todos mis secretos llovieron sobre la población de la escuela en el auditorio debajo de nosotros, y pensé que mi vida había terminado para siempre.

Fui a casa y le dije a mi mamá que no podía volver a la escuela. Lloré durante días. Nunca le dije a mi madre lo que realmente pasaba (o inventé una excusa que desde entonces he bloqueado), y finalmente me llevó a un terapeuta porque estaba absolutamente histérica e inconsolable. Creo que también he bloqueado lo que me dijo ese terapeuta. Pero sé que pensé que estaba enferma. Sé que pensé que algo estaba realmente mal conmigo. Me avergoncé y pensé que estaba sucia. Sabía que la Iglesia y Dios decían que estaba mal (aunque no pude averiguar exactamente por qué, si no estaba lastimando a nadie).

Me dijeron que los bisexuales eran personas degeneradas y egoístas, que solo quieren lo mejor de ambos mundos. Me dijeron que los hombres gays están bien porque son divertidos y tienen buen gusto, pero las mujeres lesbianas son desechos del espacio. Me dijeron que la idea de que dos mujeres se besaran era repugnante.

No recuerdo haber vuelto a la escuela. Sin embargo, eventualmente lo hice. Katy y yo nos evitamos, pero creo que hice que pareciera que solo estaba loca. Lo siento, Katy. Katy nunca me superó. Poco después de eso, salí con el chico más popular. Eso fue divertido hasta que él invitó a mi amiga a la fiesta de graduación, mientras aún estábamos juntos.

Seguí saliendo y enamorándome de los chicos después de eso, y rechacé la idea de que me gustaran las chicas hasta que llegué a los veinte años. Me mudé a Los Ángeles. Salí con mis amigos. No quería ocultarlo más y estaba empezando a sentir que tal vez no tenía que hacerlo. Teniendo en cuenta que los había excluido durante los últimos siete años, decidí ir a mi primer club de lesbianas para conocer chicas. Nadie me habló, pisé un tampón con sangre en la pista de baile y nunca más fui a un club de lesbianas. Nada contra los clubes de lesbianas, todo contra los clubes en general.

Afortunadamente, encontré otras formas de conocer gente. Desde entonces, he estado en relaciones con todo tipo de seres humanos hermosos, increíbles e inspiradores. He tenido la suerte de estar a su lado y aprender de ellos. Muchos me han ayudado a abrirme al mundo. Unos pocos me han dado verdadera libertad para aprender sobre mí y expresarme sin sentirme juzgada y sin el temor de perderlos. No me atrae específicamente ningún tipo de género. Me atrae la gente. Cada persona es su propio universo increíble, masivo. Eso es lo que me atrae; eso es lo que quiero amar, defender, cuidar.

No me gusta etiquetarme a mí misma ni a nadie más, pero si es más fácil para ti entenderme, lo que estoy diciendo es que soy queer* (ver nota al pie). Lo que significa para mí es simplemente que no soy heterosexual. Eso es todo. No siento miedo, aunque esa palabra solía ser muy, realmente, muy aterradora para mí.

Sé que esta no es una gran revelación por la que todos se sorprenderán. La razón por la que decidí compartir esto con ustedes y con el mundo es porque aunque les diga que soy queer, las cosas siguen siendo bastante negativas para la gente como yo.

Hay campos de concentración para gays en Chechenia. En nuestro país (Estados Unidos), 49 personas murieron y 58 fueron heridas en 2016 porque estaban bailando en un club gay. Nuestros espacios «seguros» no son seguros. Creo que es importante que les diga que esta cara familiar que ven en la TV es la parte Q de LGBTQ, por lo que si no conocías a alguien que era queer antes, lo sabes ahora. También creo que es importante que si hay niños asustados, como yo, puedo decirles que toda la campaña es verdadera. Y no eres raro. No estás mal. No eres impío. Eres exactamente lo que Dios quería que fueras. Eres exactamente lo que se supone que debes ser, porque nada se supone que sea nada, excepto lo que es, aunque no todos lo entiendan. Eres una parte esencial del mundo tal como fuiste creado. The real you.

Entonces, aunque insisto en la privacidad y no quiero que sepas con quién tengo una relación, debes saber que podría ser con cualquiera. Y eso está bien, porque eso es lo que se supone que es. Porque esa soy yo.

* Queer: conjunto de ideas basadas en que los géneros, las identidades y orientaciones sexuales no son parte de la naturaleza humana, sino que son el resultado de una construcción social.

PD: Traducción y notas aclaratorias de Cuba Lite.

Trailer de la serie «Abby’s»

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