«Pasión y prejuicio», la telenovela que fue un suceso en Cuba hace 30 años

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La telenovela Pasión y prejuicio dejó en los televidentes imborrables recuerdos, como “niña, saluda a tu novio”, frase que le decía Doña Matilde (Corina Mestre) a su hija Angélica (Anabel Leal), cada vez que llegaba a visitarlas Antonio (Armando Tomey).

Esta obra se emitió durante 1992, en pleno Período Especial, lo cual se tradujo en un ahorro y minimalismo en los aspectos de producción. No obstante, en el acabado final, en cuanto a escenografía, vestuario, puesta en escena y otros, la calidad fue envidiable, incluso si la comparamos con otras que se filmaron más adelante.

La novela tuvo una reposición en 2007 y en ese entonces resaltaron su valor: “significó un cambio de perspectivas hacia el género”. Esto ocurrió, según explicó el autor del comentario en Juventud Rebelde, porque dejó atrás las maneras de hacer que hasta entonces provocaban que esos audiovisuales fueran catalogados como “seudoliterarios” y con “tufillo burgués”.

Además de lo anterior, manifestó el periodista, que rompió con los clásicos nacionales y foráneos como Félix B. Caignet y Víctor Hugo, pero, por encima de todo, poseía una historia donde se insertaban “conflictos políticos en medio de una trama sujeta a los vaivenes sentimentales de sus protagonistas”.

Tuvo guion y dirección de Eduardo Macías, de quien no pocos actores han dicho que tenía un talento superior para sacar lo mejor de ellos durante los rodajes. A lo largo de 130 capítulos, robó los suspiros a cubanos de diferentes generaciones.

En su argumento se mezclan varios factores. La narración se desarrolla a partir del año 1915, en escenarios representativos del campo y la ciudad. Mientras en La Habana se vivía una época de efervescencia revolucionaria, en un pueblo del interior del país permanecían todavía los restos simbólicos del final de la guerra independentista contra España.

Allí, dos jóvenes enamorados daban rienda suelta a su pasión, lo cual fue visto como un ultraje, teniendo en cuenta la idea prestablecida de que una mujer debía llegar siendo todavía una «señorita» al matrimonio. Los prejuicios sociales pululaban en todos los lugares de Cuba y hacia la lucha contra estos también apuntó la telenovela.

Intrigas, racismo, supuestas afrentas, conspiraciones, huelgas, escenarios como centrales, grandes haciendas… se unieron para dar forma a una historia de amor.

Los personajes protagónicos fueron Beatriz Lahera y Marcos Urquiza, encarnados por los actores Dianelis Brito y Rini Cruz. Otros roles fueron los de Amalia Hinojosa y el abogado Alberto Zárate, a quienes dieron vida Nancy González y César Évora. Una de las figuras negativas fue la de la criada Justina, a cargo de Isabel Santos.

Aparecieron también en esta icónica obra Héctor Echemendía y Verónica Lynn, quienes interpretaron a Ramón Lahera y Úrsula, los padres de Beatriz; Bárbaro Marín, en el rol de Narciso, un joven mulato que cree ser hijo de la criada Caridad (Obelia Blanco) y el patrón Don Pedro (Raúl Eguren), padre de Marcos.

Como mencionábamos al inicio, la actuación de Anabel Leal fue una de los que más caló dentro del público. Después de ser violada por Ramón, el marido de su tía, quedó en shock, sin apenas pronunciar palabra. La excelente caracterización de la actriz todavía es recordada por muchos de quienes apreciaron la novela.

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Un comentario

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  1. Cuando recordamos estas novelas, y vemos algo como la que tenemos ahora Tan lejos tan
    cerca ,que tristeza,esta novela falta de valores,de buena enseñanza, engaños,una delegada nada más lejos de nuestra realidad.Dios mío que horror!!!!!!

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