Los peores dramatizados de la televisión cubana

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Aquí al drama le sabemos un mundo. Si fuéramos a hacer una lista de las mejores obras de teatro, telenovelas y otros audiovisuales dedicados a este género, podríamos llenar varios volúmenes. Sin embargo, esta vez no hemos venido a eso.

Resulta que para desgracia de nuestro público, también contamos con unos cuantos malos ejemplos en esa materia, los cuales a lo largo de los años han torturado la vista y otros sentidos de los cubanos que encienden la televisión con la idea de disfrutar de un producto, cuando menos, agradable.

Con la intención de compartir nuestros traumas, aquí en Cubalite te proponemos un selecto grupo de las series, aventuras y novelas más olvidables de la historia de la televisión nacional.

El guardián de la piedra

Emitida en un período en que las conocidas Aventuras empezaban a caer en picado vertiginosamente, El guardián… fue un intento ambicioso por crear un producto diferente. Y vaya si lo hicieron. El resultado final fue una especie de pastiche bizarro que incluía tonos de magia, ciencia ficción, peleas callejeras, reyes, chamanes y hasta una roca con voz propia que más bien parecía un bolo fecal que se había hartado de esteroides. Si lo anterior no parece motivo suficiente para detestar esta serie, le recomiendo que se fije en las actuaciones. Lo peor de todo es que puede ser que termine divirtiéndose mucho.

El príncipe de los zorros

Es esta una adaptación de una novela del norteamericano Samuel Shellabarger. Me resulta inevitable no pensar en los revolcones que debe haber dado el cuerpo sin vida de ese autor estadounidense si se enterara de que su creación había tenido una versión live-action tan mala.

En la lista de desaciertos que podemos contarle a esta producción, ambientada en el Renacimiento, se incluyen las risibles actuaciones del elenco en pleno, además de espadas que se doblaban “plásticamente” durante las escenas de combate, cañonazos que hacían que “el de las 9” pareciera el lanzamiento del Apollo 13, pelucas más falsas que los Adidas de La Cuevita, y la cereza del pastel: los relucientes brackets de Gilda Bello, actriz que hizo el papel de novia del protagonista, que esa vez fue Abel Rodríguez.

Cuando el amor no alcanza

Otro de los “grandes (des)éxitos” que prestigia nuestra lista es esta telenovela emitida hace un par de años, y que los más ingeniosos rebautizaron como “Cuando el guión no alcanza”. No me detendré a hablar de las actuaciones, pues aunque hay un par que pudieran salvarse de la hecatombe, es más divertido mencionar otras como la del artista que encarnó al liniero infiel, cuya demostración estuvo a la par de aquel estigmático “Oh, Charito…oh” de Armando Tomey.

¿Dónde dejaríamos entonces las “inorgánicas” discusiones familiares sucedidas en cualquier apartamento del aquel edificio habanero? ¿cómo olvidar al personaje de Mariposa, aquella médium tontorrona con la que se pretendió copiar la ridícula tendencia de O Globo de meter gente con visiones en todas sus novelas?

El caballero del rey

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Si “El príncipe de los zorros” dejó con trastorno de estrés post traumático a niños y adolescentes del país entero, esta “joya” del entretenimiento rompió el récord que había implantado su predecesora. Intentar describir la pésima calidad de estas aventuras es como abrir el Arca de la Alianza en aquel filme de Indiana Jones: un suicidio.

En materia actoral es justo decir que el “prota”, Teherán Aguilar (Historias de fuego, Bailando Cha-cha-chá), tuvo que ir a “mundial” después de esta prueba, mientras que el resto de sus colegas fue enviado directamente a arrastrar la asignatura para el siguiente curso. Personalmente, creo que sus creadores se equivocaron de género, y en vez de contar un relato de capa y espada, deberían haberse ido por la línea de la comedia. Al fin y al cabo, sacarle unas risas a la audiencia fue, quizás, lo mejor que lograron hacer.

Santa María del Porvenir

Muchos teníamos grandes expectativas con esta novela, sobre todo porque con Rolando “El Chino” Chiong detrás de las cámaras, ya nos habíamos acostumbrado a ver cosas bien hechas, como fue aquella excelente Al compás del son. Sin embargo, a Santa María… le pasó igual que al avión de los ladrones que escapaban con el dinero: cayó en picado y nunca más se levantó.

En parte pudiéramos pensar que fue una producción hasta cierto punto incomprendida, pero ya por otro lado también es verdad que su disparatado argumento fue un factor que no terminó por dar buen rédito. Los actores, bien, en su mayoría, salvo algunos puntos bajos como el de Maripepa y su “angelical” compañero, un hijo del director a quien el talento artístico…

El medallón

“Metamos a un hijo ilegítimo del pirata Francis Drake en una aventura por toda la Isla para buscar un misterioso medallón. Luego pongámosle algo de espadachines y agreguémosle un villano bien malote. ¿Qué puede salir mal?”. Lo anterior bien pudiera haber sido la idea original de los encargados del proyecto, quienes terminaron por ver cómo su brillante plan cogía cuesta abajo y se despeñaba en un dos-por-tres.

Alejandro Socorro no estuvo a la altura en el rol principal, y Erdwin Fernández nos dio otra clase magistral de sobreactuación como el antagonista de turno. Nada, una más para la lista de archivos a las que el ICRT debería darle “Shift+Delete”, por el bien de nuestra sanidad mental.

En fin, el mar

Ver a un “monstruo” de la escena como Enrique Molina en plan “padre y dictador doméstico” se ha convertido con el tiempo en lugar común de los seriados cubanos. Aquí, Don Enrique era el cabeza de familia y a la vez jefe de un barco ¿esponjero?, siendo en ambos casos el mismo “puente roto” (porque nadie lo podía pasar, ya saben). Eso sí, estuvo estelar en su desagradable rol, cosa que no pueden decir la mayoría de las figuras centrales de la historia, entre ellas Alberto Joel García, quien parece haber involucionado desde su trabajo en Havana Blues, y Dalaytti Martín, una chica graduada de música.

Lo peor del asunto no fue lo anterior, sino la sarta de ruidos que metió en la audiencia, a la que contaminó con un panorama lleno de violencia doméstica, infidelidad, indisciplina laboral, machismo y familias desarticuladas, como si eso fuera lo único que puede percibirse en nuestra perfectible sociedad.

El elegido del tiempo

Justo después del éxito de Memorias de un abuelo, los creadores del programa de las 7.30 p.m. pensaron en dar una vuelta de tuerca al espacio con una dosis de fantasía. Estuvo bien aprovechar a Caleb Casas, uno de los “descamisados”, en el papel del Elegido, pero poco más se salvó. Da la impresión de que se pretendió copiar la fórmula “de culto” que había sido “Shiralad”, pero se falló estrepitosamente al inventar un argumento tan incomprensible que sólo hubiera podido ser descifrado si nos lo explicaban con algún “powerpoint” de esas las teleclases de secundaria. Todo fue tan olvidable, que lo más recordado de la serie es Rupert (Mon) aquel muñeco estrambótico y repulsivo ante cuya visión no sabíamos si tenerle lástima o apagar el televisor.

Los tres Villalobos

Este dramatizado surgió en la radio que se hacía en Cuba antes de 1959 y causó sensación en el público de la Isla, quien siguió con locura las peripecias de estos hermanos que buscaban defender su propiedad de un corrupto juez y su tropa de bandidos. El problema fue que traer esa historia y presentársela al público actual no fue tan buena idea como parecía, sobre todo porque ya el nuevo milenio, vistas Los Soprano, The Wire y Breaking Bad, esas historias de vaqueros, tierras usurpadas y honor familiar necesitan ser actualizadas si se aspira a que trasciendan.

Del trío “fraternal”, integrado por Vladimir Villar (siempre con cara de persona poco resolutiva), Kristell Almazán (regulero tirando a mal) y Carlos Luis González (desperdiciado en este bodrio), hay poco que decir. Al resto del reparto podemos catalogarlo como puro relleno.

Playa Leonora

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Ridículo total es el único calificativo que me viene a la mente cuando pienso en esta telenovela, que por suerte se evaporó muy rápido del recuerdo popular. En su favor, habría que señalar los toques ambientalistas, que al menos dan al relato un poco de validez y vigencia. Por lo demás… no se salva Lieter Ledesma, ni Camila Arteche… ni nadie más, incluido Rodolfo Faxas, “el malo de la voz forzada”.

Bonus track: Una versión de El conde de Montecristo

Una vez escuché a alguien decir de ella: “es tan mala, que es buena”. La poca calidad de esta producción fue capaz de convertir un clásico de la literatura universal en un émulo de Scary Movie. Eso sí, hubo mucho respeto al texto original, y hay que señalar a Jorge Alí como un Edmundo Dantes bastante decente. Nada pudo salvarla del “chucho”, sobre todo por escenas como aquella del señor mudo que hablaba en clave de pestañeos.

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4 Comentarios

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  1. Era mejor cuando las noticias eran de tipo Instant View En Telegram

    1. Buenas tardes, las noticias siguen saliendo en Instant View en nuestro canal en Telegram. Los fines de semana colocamos los artículos con enlaces, pero son textos que ya fueron publicados previamente en el canal. Un saludo.

  2. Pon una foto de ruppermon, lo he buscado por todo internet y nada

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