¿Qué ha sido de Miriam Ramos, una de las grandes glorias de la canción cubana?

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Miriam Ramos. Foto tomada de Cubadebate.

Puede que Miriam Ramos no sea una de las cantantes más mediáticas de Cuba, pero difícilmente pueda hablarse de ella sin colocarla entre las más grandes figuras del cancionero nacional durante las últimas seis décadas, y quizás de todos los tiempos.

“Yo no soy rumbera, jazzista ni guarachera; yo soy cancionista. A veces hago algo ‘soneado’ y consumo, como público, todo tipo de música, pero es la canción a lo que me dedico”, se describió a sí misma en una entrevista ofrecida en 2012, y en otro momento declaró: “más allá de las modas y el hit parade, siempre hice lo que creí y canté lo que amé. Soy una persona con maneras suaves, pero tengo un carácter muy firme y soy batalladora sin tregua por convicción”.

Acerca de esta artista, nacida el 6 de mayo de 1946 en La Habana, ha dicho su amiga y colega, la gran compositora Marta Valdés: “desde sus inicios dejó bien claro que ella tenía un interés muy grande por el cancionero que hemos sido capaces de crear en esta parte del mundo. Ella es una Miriam para cada canción que escoge porque tiene muy claro lo que quiere. Es una referencia para cualquier persona que desee hacer un camino en la música. La presencia de ella en mi música ha sido uno de los regalos más grandes que me ha dado la vida”.

Éxitos y satisfacciones aparte, Ramos ha debido lidiar con no pocos momentos difíciles, como uno ocurrido en 2010, cuando un accidente la alejó de su gran pasión durante un tiempo bastante prolongado.

“Fue una caída tonta. Resbalé, perdí el equilibrio, caí contra el contén y tuve una fractura subcapital del fémur. Me hicieron la operación y aparentemente salió bien, pero tres meses después tuve que volver al salón para que me colocaran una prótesis. Me hicieron esa segunda intervención y salí espléndidamente bien, al punto de que los propios médicos del hospital Fructuoso Rodríguez me dijeron que no caminaba como si tuviera una prótesis”, contó en 2016, cuando fue invitada al programa Con dos que se quieran, presentado por Amaury Pérez.

También habló sobre el tema en el espacio Revelaciones, de Radio Cadena Habana: “tengo muchas razones para estar viva, a pesar del accidente que tuve luego de grabar el disco de Lecuona, por eso me dediqué por mí misma como ser humano y artista a cuidarme para volver a comenzar. Me sirvió de acicate saber que el trabajo había gustado”.

No obstante, si algo quedó claro después de aquel contratiempo, sucedido justo antes de presentar el disco Siempre en mi corazón, que grabó en compañía del pianista Ernán López-Nussa como un tributo al célebre Ernesto Lecuona, fue que doña Ramos seguía siendo esa mujer que empezó en el arte como una vía para canalizar la sensibilidad musical que le inculcaron en su hogar, tal como ella misma reveló:

“La música estuvo en mi casa siempre: mi madre era músico de formación, estudió piano, canto, y mi padre era un melómano sin remedio, tenía muy buen gusto para la música”.

Miriam, quien en su infancia fue estudiante del prestigioso Colegio Baldor del Vedado, aprendió guitarra de forma independiente, hasta que en los años 60 inició su formación artística en las academias Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla, así como en el Seminario de Música Popular. Posteriormente, en la Escuela de Superación Profesional Ignacio Cervantes obtuvo su título en la especialidad de canto.

En marzo del 63 se convirtió en profesional, al ser seleccionada para integrar el Coro Polifónico Nacional (actual Coro Nacional), experiencia sobre la cual ha dicho: “el trabajo de una agrupación vocal es indispensable por un tema de entrenamiento y de desarrollo de lo que se llama oído armónico, algo que permite tener una noción, no solo del punto de vista melódico, sino también de todo lo otro”.

Su primera actuación como solista sucedió el 11 de mayo de 1964, cuando se presentó en la Sala Teatro del Museo de Bellas Artes en compañía del inolvidable pianista Frank Emilio Flynn. Acerca de ese suceso, relató la propia Marta Valdés:

“Fue un asombroso momento que se hizo memorable para quienes presenciamos la hazaña de la jovencita, a quien le pusieron delante la oportunidad de lanzarse hacia el futuro (…). Cantar todo un programa con Frank Emilio al piano, en uno de aquellos lunes de Bellas Artes, donde sólo el rigor primaba en el diseño de la programación, hubiera sido un desafío para cualquiera, menos para la muchacha delgadita del cerquillo negro que estaba dispuesta a durar cantando todo lo cantable”.

En el 67 formó parte de la representación cubana que estuvo en la edición fundacional del Festival Internacional de la Canción de Varadero, al que regresó con frecuencia en los siguientes años.

Uno de sus temas más conocidos es Ay, mariposa (Pedro Luis Ferrer) y también Ámame como si fuera nueva, compuesto por ella misma e incluido en su disco Mis canciones (1981). “Las canciones de Miriam Ramos, nacidas de un excelente y verdaderamente creativo dominio de la guitarra, llevan implícita una conciencia de la gran línea capaz de crecerse cuando se la somete a un tratamiento orquestal; el texto impecable, lleno de sentido, nace para ser cantado y fluye por caminos armónicos que no podrían ser otros que los escogidos por quien los concibió”, apuntó Valdés sobre su rol como compositora.

A lo largo de su carrera ha obtenido galardones de todo tipo, entre los que se incluyen los que mereció por sus interpretaciones durante los concursos Adolfo Guzmán de 1983 y 1984. Uno de sus años más grandes en materia de reconocimientos fue el 2013, cuando se agenció el Premio de Honor del Festival Cubadisco y, gracias al tríptico La canción cubana (con Barbarito Torres, Ernán López-Nussa y Rolando Luna), obtuvo el Gran Premio (también lo ganó en 1999 por el fonograma con que homenajeó a Bola de Nieve…), el de Compilación, así como los de Trova tradicional y Cancionística (aquí se impuso igualmente en 1999, 2000 y 2011).

Fue ese mismo disco de conjunto el que le dio otra gran alegría, pues en los Grammy Latinos de 2013 estuvo nominado en la categoría de Mejor Álbum Tropical Tradicional. Aunque no se llevó el gramófono dorado, tuvo el honor de competir a la par del Septeto Santiaguero (Vamos Pa’ la Fiesta), el Septeto Ignacio Piñeiro (La Habana tiene su son), los boricuas Lucy Fabery y Humberto Ramírez (Sentimentales), y Arturo Sandoval, a la postre vencedor con su disco Un siglo de pasión.

Otras de sus producciones ineludibles son la homónima, Miriam Ramos (1976), Canción desde otro mundo (1983, canciones de Marta Valdés), Para tu piel (1989), Estás conmigo (1998, tributo a Bola de Nieve junto al pianista Andrés Alén), Por La Habana (1999), Obsesión (2002, homenaje a Benny Moré), Cantar la trova (2005), El piano y yo (2016, CD-DVD), De raíces y versiones (2020, junto a López-Nussa y el guitarrista Dairon Ortega) y Ella y yo (2021, junto a Haydée Milanés).

Además de su enorme carrera como vocalista, se ha desempeñado también como actriz en la obra teatral De los días de la guerra, dirigida por Roberto Blanco para el Festival Internacional de Teatro de La Habana, y también la vimos en la recordada serie Algo más que soñar (1985), en donde encarnó a la madre de Carlos Manuel (Patricio Wood).

En televisión tuvo además el espacio Pensamiento, estrenado en el verano de 1999 y merecedor del premio Caracol al Mejor Programa Musical de Televisión.

Más allá de la escena, ha estado detrás de los micrófonos radiales durante años. Desde el rol de presentadora, ha conducido con maestría No hacen falta alas (Radio Progreso), La esquina del jazz (CMBF) y Desde este mundo (Habana Radio).

En los tiempos más recientes, su presencia en los medios de comunicación no ha sido la misma que en momentos anteriores. Hace alrededor de una década, su amiga Marta Valdés pedía reclamar «en la programación musical de las emisoras radiales la frecuencia de difusión que merece su obra discográfica, lo cual enaltecería a quienes tienen la responsabilidad y el deber de garantizar a los oídos inteligentes y a las almas sensibles una cuota de buena música capaz de poner su granito de arena en el saneamiento del ambiente sonoro tantas veces invasivo para el buen gusto».

Pese a lo anterior, ella todavía sigue activa en defensa de su gran pasión. A finales del pasado año, con el clip Ana, la campana, tema que interpretó junto a Liuba María Hevia, trascendió su nominación en los Premios Lucas en las categorías Mejor video del año y Mejor video canción. Al cierre de 2023 fue reconocida con la medalla Alejo Carpentier, en el contexto del 50 aniversario del Movimiento de la Nueva Trova.

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