¿Qué ocurrió con el lanzador cubano que rompió un contrato de 320 mil dólares para regresar al país?

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Roberto Hernández. Foto tomada de Cubadebate.

Solo por ser cauteloso, aunque tengo la seguridad de que la cifra es mayor, a partir de 1959 hasta hoy más de 600 peloteros cubanos de diferentes categorías, han salido del país mediante las más variopintas maneras, tras la búsqueda de contratos profesionales con organizaciones de Grandes Ligas. La mayoría ha fallado en el intento, conformándose una cantidad aceptable con acuerdos en otros circuitos rentados, mientras que una minoría de los afortunados en rubricar su autógrafo para una franquicia de las Mayores es la que llega a jugar en la liga principal.

Roberto Enrique Hernández Navarro es uno de los más de 600 jugadores de la Isla que un día decidieron vivir el proceso de conquistar el sueño americano de las Mayores. Con tanta suerte, logró que los Indios de Cleveland se interesaran en sus prometedoras habilidades —en pocos años podría ser uno de los talentos con más opciones de subir al equipo grande— y tuvo actuaciones en el primer escalón de las Ligas Menores. Sin embargo, cuando parecía que el espirituano emprendería la marcha hacia el empinado camino de la MLB, cambió su parecer y regresó a Cuba.

Su caso nada tiene que ver con los de Leslie Anderson, Yuniesky Betancourt o Yoilan Cerce, quienes buscan terminar sus carreras en la Serie Nacional, luego de probarse en el béisbol estadounidense. Cerce fue el de menos suerte, Betancourt desfiló durante nueve temporadas por el máximo nivel y al agramontino Anderson, a pesar de tocar bien duro las puertas de la Gran Carpa, nunca se le abrieron. Los tres superan los 30 años de edad.

La historia de Roberto Hernández, como ya ven, convive en la acera contraria de los más de 50 peloteros antillanos que desde 2016 hasta la actualidad han retornado a su país, después de vivir agrias experiencias en República Dominicana, Venezuela, Haití o México, países que nunca fueron el puente esperado para un supuesto contrato con equipos de las Mayores. De ese grupo, contadas excepciones consiguieron jugar, aunque fuera brevemente, en campeonatos del Caribe o Italia.

Roberto Hernández seguramente pasará a los anales como el único cubano, en plenitud de facultades y con probabilidades grandísimas de inscribirse en las Mayores, que echa por tierra un contrato de seis cifras para unirse al calor de la gente con la que vivió sus primeros 15 años, en la zona sur del municipio Yaguajay, exactamente en una localidad nombrada Batey Colorado, de cinco km² y alrededor de 350 personas.

Su caso es toda ironía: históricamente numerosos peloteros cubanos han desafiado las barreras del peligro, la soledad y el maltrato, por tal de pertenecer al mejor béisbol del mundo, sin lograrlo al final, y él, que comenzó a saborear las mieles del éxito y tocó un destino que muchos quisieran haber tocado, decide, para asombro de la mayoría, dar media vuelta y regresar a los orígenes, desistiendo de ese mundo por delante que se le pintaba solo.

En el segundo semestre del año pasado retornó proveniente de República Dominicana, donde jugó su única campaña profesional, en 2018 con el equipo DSL Indians, perteneciente a la Dominican Summer League, de nivel Rookie. A su incipiente currículo agregó seis aperturas, con dos triunfos, dos reveses, 49 ponches en 45 entradas y efectividad de 2.15, desempeño que le valió para ser invitado al Juego de las Estrellas, donde trabajó un inning libre de dificultades.

Los Indios de Cleveland lo firmaron en septiembre de 2017 por un monto de Ligas Menores de 320 mil dólares. Según se dice, la tribu lo persuadió hasta el cansancio para que no retornara a Cuba y continuara su progresión dentro de la organización, sin embargo, el espirituano estaba muy decidido en su propósito de reunirse con su familia, su abuela Fidelina y su hijo de pocos meses, concebido en una de sus visitas a la Isla. Las cosas entre los Indios y Roberto terminaron en muy buenos términos, incluso el equipo le permitió, a pesar de él romper el contrato, quedarse con todo el dinero.

Desde su llegada definitiva al país, Hernández, quien nació el 2 de diciembre del 2000 y en su periplo por la selección nacional en categorías menores obtuvo una victoria ante Estados Unidos, mostró una gigantesca disposición de integrarse al sistema deportivo cubano e ir cumpliendo las respectivas etapas hasta integrar el conjunto de los Gallos en la Serie Nacional venidera.

Con su equipo de Yaguajay, el diestro llegó hasta la final de la Serie Provincial yayabera, pero el título le fue esquivo ante el titular Trinidad. No obstante, Hernández resultó, sin discusión, el mejor lanzador del campeonato, toda vez que en la fase regular lideró las victorias (seis), los juegos completos (cuatro), las lechadas (tres) y los ponches (48), a más de uno por capítulo.

Con una recta superior a las 92 millas como principal arma de su arsenal, Roberto se prepara para intervenir en su primera Serie Nacional Sub 23, prevista para arrancar el 20 de abril, que le servirá de antesala para luchar por un puesto que no parece tener muy complicado con Sancti Spíritus en el torneo élite nacional. Eriel Sánchez le debe dar la bola en el partido inaugural o, como mínimo, debe ser el segundo abridor espirituano en el Sub 23.

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D.L.R.

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