Rafael Palmeiro: los achaques y una novela sin ¿final feliz?

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Rafael Palmeiro firma una pelota a una aficionada. Foto: Dallas Morning News.

Los Cleburne Railroaders es un club profesional de béisbol con sede en Texas. En 2017 debutó en la American Association, una liga independiente de Estados Unidos surgida hace 14 años. El miércoles 9 de mayo de 2018 anunció la firma del pelotero cubano Rafael Palmeiro y su hijo Patrick, a pocos días del inicio de la temporada. La noticia del contrato de Rafael fue una auténtica sorpresa y rápidamente se expandió como pólvora en el mundillo de las bolas y los strikes, tan acostumbrado a informaciones vinculadas con las firmas de jóvenes prospectos.

El último año de Palmeiro en Grandes Ligas fue en 2005. En total, sumó 20 campañas a ese nivel, con números y marcas muy especiales. Una década después rompió el asueto y jugó junto a su hijo en el equipo Sugar Land Skeeters, de la Atlantic League. Allí solo estuvo en un partido, bateó de 4-2 e impulsó una carrera. Un paso tan fugaz por esa liga que poco o nada cuenta. Entonces, el año pasado, significó realmente su verdadero retorno al béisbol organizado, cuando los Cleburne Railroaders apostaron por él, con 53 años.

A veces la historia termina pesando mucho y Palmeiro es un ejemplo. Sus más de 550 jonrones y más de 3 000 indiscutibles lo incluyen en un reducido club. También militó en cuatro Juego de Estrellas, ganó tres Guantes de Oro y dos Bates de Plata. Todos esos méritos resultaron en la MLB desde 1986 hasta 2005. Que tuviera 53 años tal vez no fue un gran problema para el equipo de la American Association. Ellos querían al antillano y su legado, y lo tuvieron.

Poco después de concretar su acuerdo, expresó sentirse entusiasmado por la oportunidad de volver al terreno de juego y más aún con su hijo Patrick. En cambio Bill Adams, gerente general del club, manifestó su alegría por contar con la dupla y agregó que era un momento muy importante para la ciudad de Cleburne, el equipo y la liga.

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El 11 de marzo de 2019 los Cleburne Railroaders confirmaron la renovación del contrato de Rafael Palmeiro. También el de su hijo. De los 99 partidos de su conjunto el año anterior, Rafael participó en menos de la tercera parte. En 31 choques, compiló 103 veces al bate, conectó 31 imparables, dos tubeyes, seis jonrones, 21 impulsadas y promedio ofensivo de .301, estadísticas muy buenas para un pelotero con más de medio siglo de vida y toda su gloria en las vitrinas.

No pudo estar en más partidos debido a lesiones, sin embargo, dentro del club, lideró a los bateadores con al menos 100 turnos al bate en porcentaje de embasado y de slugging, mientras terminó segundo en average. El 21 de mayo, hace exactamente hoy un año, conectó frente a Trey McNutt su primer bambinazo en esa liga y el primero igualmente desde su retiro en 2005.

El inicialista zurdo expresó su emoción de volver a jugar con ese equipo y su hijo y manifestó el deseo de traer un título este año a la fanaticada de los Cleburne Railroaders.

Brent Clevlen, manager del conjunto de Cleburne, dijo que el nacido en La Habana en 1964 demostró en 2018 que todavía puede resultar un bateador productivo, mientras que su disciplina en el plato es insuperable y la velocidad de su bate lo convierte en una amenaza de poder que su alineación puede usar definitivamente. También dijo Brent que fuera del campo devino gran ejemplo con los jugadores más jóvenes. “Estamos emocionados de tener a «Raffy» de vuelta con el uniforme de Railroaders”, apuntó.

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Si Brent Clevlen aseguró sentir emoción porque Rafael se mantenía en los planes del equipo, la alegría tocó suelo el pasado martes. El propio club decidió liberarlo, junto a su hijo y el lanzador Jacob Hill, como parte de un recorte de la plantilla antes del arranque de la actual campaña, iniciada el jueves.

En octubre de 2018, el mayor de los Palmeiro pasó por el quirófano para una cirugía en una de sus rodillas. Eso le impidió estar en los entrenamientos primaverales y los choques de confrontación. Reconoció que era un proceso lento para volver, que no estaba a plenitud de facultades, pero su propósito era regresar y mantenerse saludable en el terreno.

Clevlen, por su parte, cambió el sentido de sus palabras y se centró en agradecer a Rafael por sus contribuciones dentro y fuera del terreno mientras perteneció al equipo. Una despedida decente, como debe recibir él. Brent completa sus declaraciones así “desafortunadamente, su cuerpo ya no soportaba las exigencias de ser un jugador habitual en nuestra alineación durante la temporada completa. Cien juegos en 110 días es mucho pedir para cualquier pelotero, y en este momento él no está totalmente saludable”.

Si hacemos un pequeño flashback, el principal motivo por el que Rafael Palmeiro se apuntó en la aventura de jugar en una liga independiente con 53 años no fue servirle de compañero a su hijo. Más bien fue pretender encontrar un vericueto que le permitiera reaparecer en las Grandes Ligas más de una década después de su adiós, bañado por un escándalo tras dar positivo a un esteroide que siempre negó. Fue su intento de resurrección.

Ahora sí creo que ha terminado la novela del cubano y aunque no pudo escribir el capítulo final, el que él tanto quería, ese que lo ubicaba en las Mayores siendo un cincuentón, al menos yo me quedo complacido con las últimas palabras de la lectura. Al final, Palmeiro logró más de lo razonable.

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D.L.R.

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