Abel Bosmenier, exintegrante del grupo musical SBS: Logramos el éxito internacional y en Cuba se nos apagó

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Miembros del grupo S.B.S. Foto tomada de la página en Facebook de la banda.

La escena musical cubana de mediados de los 90 era, prácticamente, un monopolio salsero, copado por un sinnúmero de orquestas que competían por la primacía en ese mundo, surgido del genio de Irakere y catapultado al estatus de fenómeno mundial desde Puerto Rico. En resumen, Cuba era salsa y poco más. Hasta que llegaron los Sensational Boys of the Street.

SBS, que viene a ser el nombre con el que se dieron a conocer en unos cuantos rincones del planeta, surgió en un momento en que los géneros urbanos eran bastante desconocidos en este país, y puede decirse que su entrada en la escena significó una rotura en el estado de “congelación mediática” en que vivía el incipiente movimiento del hip-hop nacional.

Logramos contactar a Abel Bosmenier Mesa (Las Tunas, 17 de septiembre de 1972), fundador de la agrupación y heredero de su obra, quien nos contó sobre la actualidad, los orígenes y el recorrido de una banda que desde hace años está desaparecida de los altavoces en la Mayor de las Antillas.

Apodado desde su juventud como “Abelito, el loco”, hoy nuestro protagonista vive en Miami, y por estos tiempos se presenta en las salas Hoy Como Ayer y Café Real. Según él, la ciudad floridana es algo así como un cementerio de artistas, pues existe una “mafia” musical que exige altos precios (alrededor de 65 mil dólares) para poder radiar y distribuir las canciones.

Enfrascado ahora mismo en el lanzamiento de Money and Sex, producción de aproximadamente 12 temas compuestos, interpretados y producidos por él, Abel intenta proponer, otra vez, una mezcla de la sonoridad cubana con un beat más actual, similar al del trap, hip-hop o reguetón.

“Mi idea de ahora es la misma que en su tiempo tuvo SBS: hacer todo tipo de géneros, siempre respetando la cubanía y sin ir en contra de nadie, sin meternos en temas como la política, que ahora parecen obligatorios para unos cuantos artistas”, nos comentó.

Doce años después de su desintegración, Abelito recuerda con claridad el comienzo de lo que luego llegaría a ser la etapa más importante de su vida.

¿Cómo surgió SBS?

El grupo SBS nace en 1995, a raíz del 1er. Festival de Rap que se hizo en la Isla, y que tuvo lugar en el Reparto Guiteras, municipio Habana del Este. Sin embargo, la historia comienza un poco antes.

En esa época yo era estudiante de electrónica en la escuela Osvaldo Herrera que está en la avenida Boyeros, precisamente el lugar en donde echó a andar todo esto. Siempre ha sido tradición hacer actividades de grupo en la escuela, en las que tocaba alguna representación artística, y como en mi aula había muchos pazguatos, yo di el paso al frente y decidí cantar rap.

Tenía unas cancioncitas hechas, y aunque la gente me dijo que estaba loco, me atreví a pararme enfrente de todos, y a base de palmadas fui rapeando. Cuando terminé, se me acercó un chamaco y me dijo que a él también le interesaba eso, que su papá era músico, y que dentro de poco habría un festival de rap en donde podíamos participar. Ese era Alejandro González Delgado, alias “El baby”.

La tercera parte de la ecuación fue Ragnar Carballosa Fuentes, conocido como “Say What”, quien era vecino de Alex y también tenía sus inquietudes por este mundo. Juntos nos empezamos a reunir en Centro Habana, y a darle forma a dos o tres temitas que yo había montado.

Nuestro debut y fundación oficial tuvo lugar el 17 de junio de 1995. Ese día ganamos el primer lugar del concurso, mientras que el Gran Premio se lo llevó Primera Base, quienes posteriormente se convertirían en Cubanito 20-02.

¿Cuánto sabían de música cuando empezaron?

Al principio estábamos bastante perdidos, no sabíamos afinar ni nada parecido y, básicamente, hacíamos las cosas al natural, tal y como nos salían. Recuerdo que nuestro primer concierto fue en la Casa de la Cultura del Cotorro. Allí estábamos nosotros, con camisas de manga larga, derritiéndonos bajo el sol, y en el auditorio sólo había alrededor de… cuatro personas.

Aunque empezamos sin demasiadas ideas, pues sólo teníamos las ganas de hacer música y mezclarla con nuestras raíces sonoras cubanas, por ese tiempo le dimos forma a temas que luego se hicieron famosos, como Chupa Pirulí, La canción de los salseros, Brinca, menea, Chuculumba, El cuchún y Loco.

¿Cuándo la gente empezó a saber de ustedes?

En televisión debutamos en un programa que tenía Zenaidita Romeu, donde hicimos un número que habíamos creado en homenaje a Benny Moré. Ese día coincidimos SBS, Amenaza, Garage H, un piquete que fusionaba el rock y el hip-hop, algo conocido como rap-metal.

A partir de entonces empezamos a intentar colarnos en el sistema de la música cubana, cosa que no fue nada fácil. El principal problema era que la música que hacíamos había sido etiquetada en Cuba como contestataria y contrarrevolucionaria, sin mencionar el hecho de que molestaba el doble sentido y la picardía, una cosa que desde siempre hizo un maestro como Faustino Oramas “el Guayabero”, y a nosotros se nos criticaba. Estuvimos casi dos años tocando puertas y nada, hasta que un día alguien atendió.

Tuvimos la suerte de encontrarnos a María Luisa, gerente del Café Cantante del Teatro Nacional. Gracias a ella creamos una peña de hip-hop en ese lugar, y convertimos los miércoles, a partir de las 4:00 pm, en un espacio a donde llegaban los raperos de La Habana a compartir y exponer su material. Un día fue ella misma, quien al ver la reacción del público, nos propuso trabajar por la noche. Así fue que comenzamos a presentarnos los sábados en ese horario, en el intermedio de Pachito Alonso y sus Quini-Quini.

A partir de entonces fue que logramos contactar con algunas orquestas conocidas, como Van Van, la Charanga Habanera, Adalberto Álvarez y su Son, NG la Banda, Bamboleo, Manolín, el médico de la salsa, Omara Portundo y Sampling y junto a ellos tocamos en sitios importantes de la ciudad y el país.

¿Cómo era el proceso creativo de ustedes en los inicios?

La mayoría de las canciones las pensaba yo, aunque Ragnar también hacía sus cosas. Ya de los arreglos se encargaba «El baby». En aquella época no teníamos instrumentos, computadora ni internet, y teníamos un método bastante curioso para darle forma a las composiciones. Buscábamos pedazos de temas que no tuvieran letra, y así, rebobinando una y otra vez, íbamos grabando los sonidos que nos parecían mejores para las ideas que nos salían.

Los temas iban de lo que vivíamos, de las congas de las escuelas al campo, de cómo somos los cubanos, de nuestro argot popular. El resultado fue siempre algo muy fiestero, jocoso y de doble sentido, sin violencia ni ofensas hacia nadie, tal y como ocurre en ocasiones ahora.

Las voces las hacíamos con un socio que teníamos en el teatro del hospital Hermanos Ameijeiras. Entonces había que cantar las canciones completas, sin tecnología que nos ayudara, pero logramos hacer un álbum con 12 temas. Lo repartíamos y vendíamos en nuestras actuaciones. Gracias a eso pudimos comprarnos, en pleno Período Especial, un teclado y alguna ropa para ir conformando una imagen propia.

Llegó un momento en que las reproductoras de cada chofer tenían algo de SBS, espacio que compartíamos con otros “pegaos” de la época como Charanga Habanera, Paulo FG y El Médico de la Salsa. Con el tiempo fuimos creciendo tanto que las mismas orquestas que nosotros admirábamos, llegaron a sentirnos como un rival (en el mejor sentido de la palabra) de respeto.

El primer disco se hizo en España, ¿qué tal les fue?

Ya cuando logramos establecernos en la escena nacional, en 1997 nos llegó la oportunidad de ir a España a grabar un disco de forma profesional. Al principio no nos dejaban salir del país, posiblemente por la incomprensión que existía entonces en torno al género. No obstante, al final pudimos salir y cumplir el sueño de estar en un estudio como Dios manda.

La grabación del disco fue algo grande. Lo primero que nos mandaron a hacer fue a tomar clases de canto por tres meses, porque nosotros estábamos bastante verdes en ese sentido. Luego sí vino la parte dura del asunto. Imagínate que en ese mismo lugar, un camión-estudio, habían estado las Spice Girls y otras bandas famosas de ese momento. Para nosotros llegar al primer mundo y ver todo aquello fue una locura. En aquel proyecto incluso colaboramos con la Charanga… en el tema Pa’ La Luna.

Al final, el fonograma Mami dame carne salió a la venta un año después, producido por Magic Music, una disquera radicada en Barcelona gracias a la cual logramos meternos en el público cubano a lo grande, al punto de que en el mismo 1998 viajamos por toda la Isla y llegamos a ser el grupo más popular del país. Éramos muy jóvenes: Alex tenía 16 (años), Ragnar, 25 y yo 24.

Sigue al líder fue su salto definitivo a la fama ¿Cómo llegan a Vale Music?

A pesar de la aceptación que tuvo “Mami…”, el disco sólo se distribuyó en Cuba, y nosotros sentimos que estábamos necesitando un salto más grande. Intentamos buscar a alguien que nos permitiera expandir la música que hacíamos a más gente, y por ahí encontramos a un productor español que de casualidad fue a La Giraldilla (actual La Macumba) y allí vio a “tres gatos” que llenaban la pista y que podían convertirse en número uno.

En cuestión de un mes estábamos otra vez al otro lado del Atlántico grabando Sigue Al Líder (SAL, 1999), que fue mezclado en Miami, en donde incluimos nuevos arreglos de temas del anterior álbum y sumamos el hit que daba nombre al disco, Follow The Leader, que terminó por catapultarnos a los principales festivales de la música dance del planeta.

SAL llegó a ser un hit masivo, no sólo entre los latinos, sino en partes de Europa y Asia. Al tema se le hicieron versiones en varios idiomas, como alemán, italiano, portugués y hasta japonés. En Méxiso fuimos Disco de Oro, luego de vender 75 mil copias. Por si fuera poco, el videoclip se repitió incontables veces a través de las señales de HTV y MTV, dos de las cadenas líderes de ese tipo de audiovisuales.

En el apogeo de Sigue Al Líder no volvimos a verlos en Cuba ¿Qué pasó?

Estuvimos en varios lugares de Europa, en buena parte de Sudamérica y también en México. Tiempo después, cuando fuimos a regresar al país, intentaron imponernos unas condiciones que no quisimos aceptar, y decidimos quedarnos allá, pues teníamos trabajo garantizado y muchísimo éxito. En el momento en que estábamos más “encendidos”, como resultado del disco Guacha y Guaracha (2000), en Cuba se nos apagó. Mientras en otros sitios la gente se volvía loca con lo que hacíamos, aquí poco a poco nos borraron y, de paso, privaron al público de disfrutar de nuestra fama y de la propuesta que traíamos.

¿Por qué se acabó el SBS original?

En 2001 grabamos Echando Humo, en 2003 vino Despacito y después llegó Repite y Pon, que fue el último que hicimos juntos. Para 2007 empezaron a cambiar los intereses; en 2008 nuestro mánager se marchó de México luego de ser asaltado. Ccuando nos vimos solos, tuvimos mucha inestabilidad y dimos varios bandazos. El mercado del disco estaba cambiando a las descargas digitales, y creo que nos quedamos en un limbo que, sumado a las diferencias personales que sucedieron, provocaron la desintegración de SBS en 2008. No obstante, yo decidí quedarme con la marca como tal y mantener vivo el legado que construimos.

Actualmente, Alejandro está dando clases de spinning en un gimnasio del DF, ciudad en la que vive también Ragnar, quien da clases de baile.

¿Qué momentos del pasado recuerdas más?

De las canciones que me gusta están algunas de las “clásicas”, como El pirulí, Despacito, Dale bomba, Brinca menea, El cuchún, que son como de la vieja escuela, y que a la gente le gustan muchísimo. Igual me gusta hacerle remixes a esos temas, porque de alguna forma te ayuda a que las personas se vuelvan a  conectar con algo que disfrutaron, pero con la sonoridad de ahora.

De las naciones en las que hemos tocado, me quedo con España y México, sin dudas, las más importantes para nosotros, aunque también hay que mencionar a Brasil como un sitio en donde lo que hicimos tuvo gran acogida en los conciertos. Creo que de los temas que tocamos entonces el que fue —y sigue siendo— el más “caliente” es Sigue al líder (Follow the leader), que no pasa de moda y cualquiera que sea la fiesta en que se reproduzca, pone loca a la gente y crea un ambiente importante.

Hemos estado ante cientos de miles personas en Gran Canaria (España) junto a Orishas, en el Estadio Azteca (Encuentro de Titanes, México DF), el Palau Sant Jordi (Barcelona), el Festival de Viña del Mar y el de Acapulco, y en otras plazas increíbles que crearon recuerdos para toda la vida. Fuimos bendecidos al poder darle al público la oportunidad de divertirse, a la vez que también nosotros vivimos una etapa memorable.

Creo que en aquella época la diversión era más sana, porque, hasta cierto punto, sentíamos que con lo que hacíamos sobre el escenario la gente se divertía, sin tanta necesidad de consumir estimulantes ni nada parecido.

De las experiencias podría decirte muchas, pero para decirte un ejemplo de lo que nos sucedía en Cuba, hay que hablar de La Tropical, sitio al que las mujeres iban sin ropa interior a vernos. Así de eufórica poníamos a la gente.

¿Qué te queda por dentro después de tanto tiempo sin poder actuar para el público cubano aquí en la Isla?

Lo que más me duele, tanto a mí como a mis otros compañeros, es que ya no nos tengan en cuenta, que nos hayan desaparecido del mapa cuando en otras partes del mundo hemos tenido una acogida grandísima. Pese a todo, te digo convencido que si nos ofrecieran la oportunidad de regresar a tocar para nuestra gente, creo que sería posible que nos reuniéramos de nuevo los tres originales para regalarles un buen espectáculo.

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