Estas son algunas series que marcaron a los cubanos en los últimos 40 años

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Hablar de series en la actualidad es meterse de lleno en un mundo de abundancia y variedad. Géneros, historias, personajes y temporadas han pasado a ser parte del día a día del cubano, que semanalmente se atiborra de audiovisuales, en un intento por escapar del tedio televisivo y, en algunos casos, con la finalidad de recuperar -algo- del tiempo perdido.

Lo último suena más “proustiano” que de costumbre, pero la realidad indica que las generaciones que antecedieron a los nacidos entre finales de los 80 y principios de los 90, no tenían demasiadas cosas que ver. Con un par de canales a su disposición, y el correspondiente sesgo que establecía la Guerra Fría para todas las partes involucradas, encontrar una serie digna de ser vista resultaba el placer último de las noches frente a los televisores.

Aunque la mayoría de esos seriales son conocidos hoy por las frecuentes y sistemáticas reposiciones, Cuba Lite te trae un listado de los programas que durante su estreno pusieron a la expectativa frente a la pantalla chica a nuestros padres, tíos y abuelos, esos mismos que hoy ya cuentan varias décadas de vida.

En silencio ha tenido que ser

Las peripecias del agente David, y su trabajo en las organizaciones terroristas de Florida fue uno de los hitos televisivos de su época. Magistralmente encarnado por Sergio Corrieri (Memorias del subdesarrllo), este intrépido y parco personaje representó en aquel momento una figura épica, marcada por el sacrificio personal frente a la responsabilidad de proteger a su país de una posible amenaza. Aquel elenco lo integraban también Mario Balmaseda (Baraguá) y Orlando Casín (En tres y dos), entre otros.

Algo más que soñar

Cuatro jóvenes ochenteros asumieron los roles de Ignacio, Carlos Manuel, Antonio y Máximo, a modo de homenaje a algunos de los principales próceres de las guerras independentistas del siglo XIX. Patricio Wood (El brigadista), Luis Alberto García (Clandestinos) y Rolando Brito (Páginas del diario de Mauricio) e Isabel Santos (Se permuta) fueron algunos de los muchachones que casi debutaban entonces en una historia que tomaba como punto de partida la formación de los protagonistas como futuros militares, pero que a la vez se centraba en humanizar su mundo lleno de conflictos, usando el valor de la amistad como principal leitmotiv.

San Nicolás del Peladero

Puede ser que a la altura de 2019 ver este show resulte una verdadera tortura, pero lo cierto es que con su humor costumbrista, conjugado con una pléyade de grandes actores y actrices (María de los Ángeles Santana, Enrique Arredondo, Germán Pinelli, Mario Limonta, entre otros) que allí coincidieron, llenaron muchas noches familiares con los rocambolescos entuertos que sucedían en un ignoto pueblo de la geografía cubana antes de 1959.

Detrás de la fachada

También con el objetivo de hacer reír, pero con un estilo más actual y fresco, este programa se adueñó de una franja importante de la audiencia. La conjugación de sketches y crítica social funcionaba perfectamente como mecanismo de alivio a las tensiones del día a día. De alguna forma fue el “Pánfilo” de una etapa en la cual apuntar hacia lo que estaba mal era mucho más frecuente de lo que nos parece ahora.

Yo, Claudio

Una pieza casi única (si no fuera por la que comentaremos a continuación) dentro de la programación de entonces. Esta producción casi teatral de BBC Two constaba de 13 episodios y estaba basada en la novela homónima, y en su continuación, Claudio, el dios, y su esposa Mesalina, ambas de Robert Graves. Su retrato de la Roma imperial causó sensación entre los cubanos, al punto de convertir el “cállate, que va a empezar…” en una frase de moda. Derek Jacobi se metió en la piel del aparentemente tonto emperador, mientras Siân Phillips (Livia) y John Hurt (Calígula) redondeaban un cast realmente de lujo.

Shogun

https://youtu.be/3kc7Mas515k

La fórmula del extranjero en el Japón feudal del siglo XVII viene desde antes de que a Tom Cruise le diera por vestirse de samurái. A partir del texto de James Clavell, la serie relata las aventuras de John Blackthorne/Anjin-san (Richard Chamberlain), marinero británico que naufraga en la Tierra del Sol Naciente, y relata desde su punto de vista el ascenso al shogunato del señor de la guerra Toranaga (Toshiro Mifune; Rashomon), nombre que se le da a esta representación de Tokugawa Ieyasu, último de los grandes unificadores de esa nación asiática, cuyo linaje gobernó hasta 1868.

Su propia guerra (Día y noche)

El policíaco ha sido desde siempre un género que ha causado sensación. La fórmula de tipos buenos y malos se repitió semanalmente para retratar sutilmente a la Cuba de finales del 80 y principios del 90, en donde (por si no lo sabe), también había corrupción, desvío de recursos, prostitución y otros tantas felonías como ahora. Jorge Villazón (Plácido) fue el capitán Pablo, con César Évora (Un hombre de éxito) como su enlace con “la calle”, desde donde trabajaba desmantelando redes criminales un tal Octavio Sánchez Guzmán, conocido como “El Tavo”, inolvidable personaje que consagró definitivamente a Alberto Pujol (Los pájaros tirándole a la escopeta). Si imposibles de olvidar fueron sus andanzas, más aún llegaron a serlo gracias a un villano como “El Puri”, que cobró vida en la piel de Fidel Pérez-Michel.

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