«Severance», metáfora escalofriante y cercana sobre el mundo laboral de hoy

3 min


0

Toda la vida hemos escuchado aquella frase que pondera lo positivo de mantener separados los problemas de la casa y del trabajo. Y la verdad es que la manida aseveración no deja de tener su buena dosis de sentido.

Pero, ¿qué pasaría si, de pronto, le dijeran que es posible dividir quirúrgicamente los recuerdos del ambiente laboral y doméstico, de manera que cuando usted esté en uno de estos espacios no tenga memoria alguna del otro?

La anterior es básicamente la premisa de Severance, serie de Dan Erikson y Ben Stiller lanzada hace unos meses por la cadena Apple TV+. En esta historia de ciencia ficción, el protagonista, Mark Scout, cuya dualidad es reflejada magistralmente por Adam Scott, accede a someterse al proceso conocido como “separación” luego de la muerte de su esposa.

La intervención es una de las prestaciones/requisitos que tiene la empresa de refinamiento de macrodatos llamada Lumon Industries y es vista por el personaje principal como una forma de garantizarse un descanso del sufrimiento. Sin embargo, pronto descubrirá que, si bien no debe cargar todo el rato con el estrés que le producen su pérdida y su misterioso trabajo, tanto su outie (su personalidad “de afuera”), como su innie (la que trabaja), viven en un bucle que puede llegar a sentirse como una prisión.

Por otra parte, lejos de Lumon, la hermana de Mark está embarazada y ella y su esposo intentan apoyarlo para salir del estado de ánimo gris y pesimista en el que vive desde su viudez. Dentro del escenario laboral todo empieza a ponerse raro cuando Petey (Yul Vázquez), el jefe del departamento/amigo de Mark es ¿despedido? y Scout es asignado como nuevo líder de la oficina. Allí, él y sus colegas, Irving (John Turturro) y Dylan (Zach Cherry), se dedican a algo así como eliminar ciertos grupos de números en ordenadores de estilo retro.

Luego les asignan una nueva compañera, Helly (Britt Lower), una chica que se niega rotundamente a ser usada como un alter ego por alguien que realmente no conoce.

Nuevamente del otro lado de la puerta, la vida de Mark se complica cuando su ex compañero expulsado de la compañía, del cual su outie no tiene referencia alguna, lo contacta para hablarle de los turbios mecanismos de Lumon. Para colmo, él está siendo vigilado de cerca por la jefa de la empresa, Harmony Cobel (Patricia Arquette), quien vive “disfrazada” de vecina amigable ante la lógica ignorancia del pobre protagonista.

Las cosas se complican en Lumon con el intento de suicido de Helly, quien busca escapar de su situación luego de ser reprendida por su outie debido a un intento de renuncia. A partir de ese momento, Mark y sus subordinados deberán evitar al vigilante señor Milchick (Tramell Tillman) e iniciar su propia investigación con tal de descubrir los secretos que esconden los prístinos pasillos de la empresa. Mientras, afuera, el “otro” Mark deberá asimilar las incómodas verdades que le cuenta el amigo de su innie para entender y desmantelar el tinglado de sus empleadores.

Erikson y Stiller arman aquí un relato pesadillesco, cuyo tono oscila entre el minimalismo pasivo-agresivo del interior y los depresivos atardeceres invernales del exterior. Lo que más nos inquieta no es ver cómo los personajes tratan de resolver sus problemas en este mundo lleno de frustración y control excesivo, sino lo mucho que nos sentimos identificados con ellos.

El show funciona como una cruda metáfora sobre el vínculo trabajo/casa, más aún en esta época en que el empleo a distancia desdibuja las fronteras entre los dos ambientes. Al ver Severance, terminamos preguntándonos hasta qué punto no vivimos ya en un mundo donde somos abusados (voluntariamente) por empresas y organizaciones capaces de “gastarnos” la vida, mientras nos ponen la mano en el hombro y nos regalan una cordial sonrisa.

Si bien durante esta tanda de nueve episodios se nota un ritmo espeso, el mérito de los guionistas está en lograr que nos mantengamos interesados. En tiempos en que las historias necesitan ser cada vez más “efectistas” para ganar la batalla por las audiencias, esta propuesta se toma la trama con calma y encuentra una de las claves de su éxito en la dosificación.

Cierto es que para llegar hasta la mitad de temporada es necesario algún empujón, pero en el segmento final el argumento pasa directamente de la segunda velocidad hasta la quinta y nos lleva a un cierre de muchas emociones y giros elegantemente elaborados.

Concluida esta entrega inicial, otro aspecto que nos gana es la construcción del mundo distópico, y sobre todo de sus caracteres, a los que resulta imposible no llegar a querer. Tal vez Mark y su banda no sean los sujetos más carismáticos del mundo, pero sí son gente real, con dilemas cercanos y motivaciones perfectamente plausibles, incluso en su simpleza.

Al grupo de estelares formado por Scott, Turturro, Lower y Cherry, se suma además la presencia de un grande como Christopher Walken, con el que posiblemente sea el personaje más delicioso de todos, un secundario de esos que realmente aportan profundidad y dimensiones extra a la serie que sea.

De manera general, Severance sienta muy bien porque es algo bastante distinto a lo que ofrecen la mayoría de cadenas en cuanto a calidad y complejidad argumental y, además, porque nos satisface pensar en la amplitud de posibilidades que yacen en su continuación.

Anuncios
Anuncios
Anuncios

0 Comentarios

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

× ¡¡¡Contáctanos!!!