Sirio Soto, el protagonista de «Día y noche» que lleva más de 25 años sin actuar

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Sirio Soto. Foto tomada de su perfil en Facebook.

Existen ciertos roles en la vida que se quedan para siempre, pero hay circunstancias por las que se hace necesario romper con lo vivido y empezar desde cero. Esta última parece ser la esencia de lo que te contaremos a continuación.

Sirio Soto es un habanero, oriundo de El Vedado, que estudió actuación, pero hace más de 25 años participó en su última película. Desde entonces, enterró esa parte de su vida y dio un vuelco a su profesión.

Es conocido en el mundo cultural cubano como “Sirito”, debido a que es hijo de Sirio Soto y, para evitar confusiones, se le empezó a llamar con ese diminutivo. Su padre, fundador de la televisión en el país, fue un director y productor con una destacada trayectoria. Él intentó seguir sus pasos.

Hace algún tiempo, en el programa La casa de Maka, rememoró su niñez en las cabinas de grabación. Ahí comenzó a forjarse. “Descubro que es muy rico ser actor. Es complicado, pero un aplauso es una maravilla, un estímulo único en la vida”.

De pequeño conoció a personalidades que luego serían sus compañeros de rodaje, como Enrique Almirante y René de la Cruz. No obstante, no se mantuvo bajo la cobija paterna: “trabajé duro y la suerte me sonrió; en la vida es mitad y mitad: si la suerte no te toca…”. Estudió actuación en la Escuela Nacional de Arte y dramaturgia y teatrología en el Instituto Superior de Arte.

Al graduarse se fue al grupo de teatro Escambray y muy pronto debutó en las pantallas. Lo primero que hizo fue una serie que no salió al aire, llamada En la frontera, en la que él y Albertico Pujol eran jóvenes soldados guardafronteras. Con este último coincidiría en no pocas ocasiones.

También participó en teatros para la TV y en algunos espacios que se emitían en vivo. Tiempo de amar (1983) fue su primera película, donde estuvo bajo la dirección de Enrique Pineda Barnet. Este filme, inspirado en la novela Brumario, del cubano Miguel Cossío, se centró en los sucesos de la crisis de los misiles de 1962. Ahí dio vida a Chucho, un miliciano. Sobre eso, recordó junto a Abel Álvarez lo difícil que fue el rodaje con la tecnología de la época y cómo se grababa varias veces con los diálogos de cada actor.

En 1984 apareció en la serie juvenil Solo el amor, del realizador Abel Ponce, y en la década del 90 se estrenó como fundador en el espacio policiaco Día y noche, como Juan José, el técnico encargado de las labores periciales. De esta etapa recuerda con especial cariño el trato con Jorge Villazón.

Para el año 1993 estuvo en la telenovela Retablo personal, escrita por Inés María López y dirigida por Rolando Chiong. Defendió el personaje de Omar y compartió con Jorge Perugorría y otros. Ha recordado que, como se rodó en pleno período especial, movían las cámaras y demás equipos de filmación en una carreta tirada por un buey. Contó, además, que cierto día iban a iniciar las grabaciones y se habían robado el animal.

Soto tiene otra anécdota curiosa: trabajó en Los últimos días del joven Bert, película coproducida entre Cuba y Alemania, pero al momento de doblar las voces, él estaba fuera del país y Néstor Jiménez puso entonces su voz, que en nada se parecía a la de Sirio.

Estuvo también en las aventuras Tres amigos, cuyos roles principales fueron encarnados por Villazón, Fidel Pérez Michel y él, pero la última obra en que participó desde la actuación fue Zafiros, locura azul (1997), del director Manuel Herrera, con el personaje de Kike. De aquel largometraje se queda con el fenómeno que desató: los jóvenes bailando como ellos y las muchachas enamoradas. “Experimenté cosas que jamás había vivido: bailar y cantar. Ahí traté de ser galán, pasé un trabajo tremendo para ensayar eso”. Reconoció que nunca fue gran bailador y las escenas que requerían esa habilidad debía practicarlas mucho.

También escribió y dirigió pequeñas piezas en Cuba hasta que en 1998 viajó a Miami para el estreno de la película sobre los famosos músicos y tomó una decisión. “Salgo de Cuba en el mejor momento de mi carrera (…) y yo sabía que fuera debía olvidarme de actuar. Traté de enterrar al actor, dejar atrás el pasado”.

Más adelante se marchó hacia México para desempeñarse en TV Azteca, mediante el contrato para un audiovisual que nunca llegó a realizarse, y muy pronto comenzó a laborar en Televisa. Sus primeros años fueron duros. Tuvo lo que considera una etapa «desgastante», en la que apenas iba a su casa. Dormía en el estudio y no veía mucho a su hija recién nacida.

En ese entorno se vinculó a la producción y estuvo detrás de cámaras como creativo, guionista y director de escena en programas de entretenimiento como Vida TV, Qué tarde tan padre o Sabadazo.

Vive en ese país desde 1999 y aún se mantiene en el gremio artístico, aunque desde las sombras.

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2 Comentarios

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  1. Conciliaciones si no es por los cubanos en América y parte de otros continentes no habría artstas no habría deportistas manos de obra no habría médicos un país tan pequeño y todos somos profesionales quien explica esto los cubanos somos el ojo del mundo

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