«Sky Rojo», la disparatada serie de los creadores de «La casa de papel»

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Por mucho que la repitamos, hay una frase asociada a los medios de comunicación que jamás se gasta en lo absoluto. La máxima de que “no debe confundirse popularidad con calidad” viene bien para tener claro que, por mucho dinero que haya recaudado la saga de 50 sombras, ni harta de vino llegará a colocarse entre los filmes que dejaron una huella positiva en la historia del cine.

En el caso de las series, se cumple de igual forma. Hace poco se estrenaron Bridgerton (Netflix) y WandaVision (Disney+) y causaron furor entre las audiencias de esas plataformas, pero basta echarle un ojo a ambas para descubrir dos piezas que se “disfrazan” de buena televisión mientras, en el fondo, siguen llenando poco el ojo de aquellos que ya acumulamos muchas “horas de vuelo” frente a la pantalla. Así sucede también con uno de los últimos estrenos de la mayor plataforma mundial de streaming.

Sky Rojo es una producción española creada por Álex Pina y Esther Martínez Lobato, pareja de escritores que ya tuvo un éxito masivo con La casa de papel, otra de esas propuestas que solo se acercan en parte al material “de primera” que sí son The Crown, The Marvelous Mrs. Maisel o Unorthodox.

La historia gira en torno a un trío de prostitutas: la española Coral (Verónica Sánchez), la argentina Wendy (Lali Expósito) y la cubana Gina (Yany Prado), quienes atacan al dueño del burdel en donde viven prácticamente como prisioneras y, en consecuencia, se quedan sin otra opción que darse a la fuga.

El episodio inicial está bien, primeramente, porque presenta todos los elementos necesarios para que conectemos con el relato, todo eso sin mencionar la excelente banda sonora y una visualidad que llama la atención por su vívida gama de colores y un diseño de producción que sirve para conformar un “envoltorio” bastante decente. Fuera de la “portada”, hay poco más que logre atraparnos seriamente.

Lo primero que tenemos son unas protagonistas cuyas historias de fondo están pobremente construidas. La postal de Cuba, su situación económica, la madre explotadora y el niño pequeño no pueden caer en más clichés. Luego, tenemos el caso de la lesbiana Wendy y su sacrificio por amor, también muy poco creíble. El colmo es Coral, una bióloga drogadicta que termina trabajando en un burdel, así, como de carambola.

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Otra cosa son los villanos, tipos capaces de encerrar a una mujer en una caja hasta provocarle muerte por asfixia o, incluso, de derretir a un hombre en ácido, pero después resulta que tienen la delicadeza de preocuparse por liberar a un pececillo pequeño que ha sido capturado antes de tiempo.

Romeo, el proxeneta y jefazo criminal interpretado por Miguel Ángel Silvestre, toma un tono más ridículo. Su forma de actuar caricaturesca, la falta de matices entre el padre de familia de día y el esclavizador sexual nocturno y, por último, el hecho de que incluso con la mitad del cuerpo paralizada este tipo sea capaz de pelearse con otro y terminar manejando una ambulancia, son razones más que suficientes para desacreditarle como personaje y, de paso, hablan muy mal de los showrunners. Vamos, que con un “malo” así, ningún show se atrevería a tomarse en serio a sí mismo.

Cierto es que no se esperaba un reflejo de la realidad demasiado veraz, pero sí era imprescindible darle forma a un mundo coherente en donde quedaran mejor representadas las vejaciones físicas y emocionales que caracterizan la trata de mujeres. Porque Sky Rojo sí intenta denunciar y exponer el lado más oscuro y traumático de la prostitución, dejando claro que esa imagen de meretrices solícitas y felices de la vida que se nos ha mostrado otras veces no es más que una pésima fachada.

Sin embargo, aunque las intenciones son buenas, la forma de contar y de representar los hechos posiblemente sabotee todas las intenciones anteriores, convirtiendo a estos ocho episodios de 25 minutos en un espectáculo que posiblemente hubiera funcionado y llegado más a la gente si lo hubieran planteado en tono de comedia y no como una mezcla de suspense y acción.

A pesar de todos los palos que ha recibido por parte de la crítica, ya han confirmado una segunda temporada que seguramente vendrá con mucha sangre seca, humor negro, disparos, drogas duras, muertes crueles y muchos de esos habituales “baches” que ya se nos hicieron habituales cuando vimos La casa de papel.

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