Tato Quiñones en entrevista inédita sobre la sociedad abakuá en Cuba

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Tato Quiñones falleció este 12 de enero de 2020. Foto tomada de OnCuba News.

Ayer, el fallecimiento del reconocido investigador y escritor cubano Serafín “Tato” Quiñones vistió de luto a la cultura nacional. Prolífico estudioso y difusor del legado de las religiones africanas en Cuba, murió a los 77 años en La Habana.

Al conocer sobre su deceso recordé que en octubre de 2015, cerca del Instituto de Oftalmología Ramón Pando Ferrer, en Marianao, donde vivía en ese momento, le hice una entrevista sobre diferentes aristas de la sociedad abakuá, tema al que ofreció gran parte de su labor intelectual. Dicho intercambio nunca lo publiqué y descansaba en el escritorio de mi computadora desde aquel entonces.

Hoy, en homenaje a este gran defensor y difusor de los valores y la historia de los abakuás en nuestro país, publico la entrevista inédita después de más de cuatro años.

 ¿Cuáles son los requisitos para ser abakuá?

«En primer lugar hay que ser varón, responder al código ético de la sociedad: ser buen hijo, buen padre, buen hermano, buen esposo y buen amigo. Ser una persona laboriosa y tener un profundo sentido de la justicia, la verdad y amor por la patria».

¿Por qué se concentra la sociedad abakuá en La Habana y los municipios de Matanzas y Cárdenas mayormente?

«Esos tres territorios son ciudades puertos y era por donde se exportaba el grueso de la producción azucarera del occidente del país desde finales del siglo XVIII. Existía mucha actividad en esos lugares y los abakuás ejercieron una muy notable presencia en las zonas portuarias. Esclavos y hombres libres, mayoritariamente negros, trabajaban en las actividades de carga y descarga de los buques y el abakuá fue una posibilidad para organizarse en una suerte de gremio de sociedad, hermandad, para la defensa mutua. De ahí la realidad de que se concentre en estas tres ciudades: los puertos determinaron eso. Aunque en otros sectores hubo presencia de ñáñigos, como en los tabacaleros, cocheros, constructores, etcétera».

¿La sociedad abakuá se cataloga como religión?

«Ese ha sido un viejo debate. Yo considero que sí. Hay religiosidad siempre que exista un concepto de ser supremo. En el abakuá existe un ritual religioso cuando la potencia (grupo) está en funcionamiento, quien haya participado profundamente se dará cuenta de que esto es un criterio de religiosidad y, sobre todo, con una posible vinculación con el mundo de ultratumba, con un concepto de la naturaleza y de la creación. También es una sociedad cuyo ritual iniciático convierte a sus miembros en hermanos. Una ayuda entre ellos bajo cualquier circunstancia que se presente, que esté enfermo, preso, sin trabajo…».

¿Qué opina sobre los hombres que se tatúan un íreme sin pertenecer a ningún juego abakuá?

«Considero que están buscando una manera de identidad, un espacio donde socializar, pues la realidad muchas veces no se los ofrece. Es igual que la palabra ekobio (hermano), que ha entrado al lenguaje popular y ha comenzado a utilizarse como vocativo para calificar al amigo cercano ¿Es una manera de demostrar afecto profundo, íntima relación de camaradería? Habría que ver en qué contexto se dice la palabra, quién la expresa y por qué. Es un vocablo que está en la calle, como muchos del lenguaje ritual abakuá. Asere es la más conocida».

¿Cómo es el proceso de iniciación?

 «En primer lugar, decidir a qué hermandad o juego quieres pertenecer y después tratar de que un miembro ya iniciado, que te conozca muy bien y pueda responder por ti, te presente. Después de eso, debes llenar una planilla con tus datos generales y comienza un proceso de investigación que puede durar, como mínimo, un año».

«Una vez hecha la indagación, si la dirección del juego considera que tienes las condiciones para iniciarte, debes ser presentado a la Junta de la Asamblea General, donde los que participen te conozcan y tengan el derecho de hacerte cualquier pregunta e, incluso, provocarte para ver cómo reaccionas. Si eres aprobado por la Junta te puedes catalogar como endísime (aspirante) y en una de las oportunidades en las que la potencia realice una actividad de iniciación, puedes estar entre los seleccionados».

¿A qué cree que se deba que algunas personas asocien a la sociedad abakuá con la delincuencia y la guapería?

«En primer lugar, a la mala prensa que ha arrastrado desde hace muchos años. Desde antes del siglo XIX hubo una sistematicidad en las diatribas contra la hermandad, entre otras cosas, por las acciones antiesclavistas y anticolonialistas que la caracterizaron. Algunas revistas oficialistas después de 1959 también contribuyeron a la formación de una imagen negativa».

«Muy poco se habló de los negros abakuás que estuvieron involucrados en los sucesos de los estudiantes de Medicina, ni de los que participaron en la Guerra de Independencia, en la Guerra Civil española o asistieron a los combates en Angola».

«Por otro lado, la actitud de hermanos nuestros a lo largo de la historia, que con conductas destinadas a la violencia han venido subrayando, de alguna manera, que entre esta y el abakuá hay vasos comunicantes. El primer producto cultural de la miseria es la violencia, dijo en una ocasión el cineasta Glauber Rocha. La violencia está asociada íntimamente a la pobreza, a la marginalidad, al desempleo, males que fueron endémicos en la sociedad cubana hasta hace muy poco. Existen determinados códigos de valores que se establecen en determinados ambientes sociales, que son los que rigen las conductas de los individuos; esos valores empiezan en la calle y, de cierta forma, se consagran en las prisiones, muy vinculados con la violencia».

«El hombre abakuá debe ser valiente para morirse en defensa de lo suyo: de su familia, de su propiedad, de su país, de su institución. El valor demostrado es un aval más. Pero eso se puede tergiversar, mal interpretar como se ha hecho, ya que una cosa es el valor y otra la guapería y el matonismo».

¿Considera que la juventud tenga responsabilidad en que los abakuás sean considerados como  pendencieros y problemáticos?

«Yo no estoy de acuerdo con esa opinión, que depende de dónde venga. Estoy convencido de que en barrios residenciales como Miramar, Kohly o Nuevo Vedado ese es el criterio existente. Sin embargo, vas a Cayo Hueso, Jesús María, Los Pocitos o Los Sitios, y no es esa la opinión que se tiene, pues hay una tradición secular sobre el ñañiguismo que casi todos conocen. No se puede negar que hay un sector de la juventud urbana que, buscando una manera de identidad, de autoafirmación de sí mismo como persona, ha recurrido a la violencia vinculada al ñañiguismo».

«Pienso que no se puede evaluar, conocer y desentrañar ningún fenómeno sociocultural cubano en estos momentos que no tome en cuenta los años que han transcurrido desde el Período Especial. No hay un ámbito de la realidad cubana que no haya sido afectado por ese lapso que hemos vivido y el abakuá no es una excepción. Por eso, para analizar con certeza la situación, hay que preguntarse cómo era antes y qué ha sucedido en esos últimos tiempos. Cómo mentalidades y valores han ido cambiando y el hombre piensa como vive y, ante determinadas circunstancias sociales, aparecen antivalores que son los que van a regir la conducta en un momento determinado».

Si uno de los preceptos reglamentarios es “no cometer delitos, ni hechos que lo desmerezcan ante la sociedad y la institución”, ¿por qué se han aceptado jóvenes que han actuado de manera contraria?

«Eso es papel mojado para muchas instituciones ¿Qué cosa te demerita ante la sociedad?, eso habría que especificarlo. No hay institución abakuá que sea tan estricta en la valoración de sus posibles miembros y asociados; se tiene cierta mano según las circunstancias. En las planillas se pregunta si estuviste preso y lo que importa es el tipo de problema que te llevó a la cárcel y tu comportamiento en ella. Hay delitos como la violación y el abuso a la mujer que son intolerables».

«Conozco más de un caso de adolescentes de secundaria que se han reunido en grupos de alrededor de 15 y han hecho un juego, han realizado juramentos secretos, se han cortado los dedos y han mezclado las sangres y ya son ekobios. Eso no es un juego de abakúa, eso es una pandilla. Pero se dicen abakúas y se tatúan el íreme sin ser nada».

«He visto en las paradas a jóvenes queriendo bailar como el diablito y no saben nada, queriendo demostrar una condición humana que atemoriza e inspira respeto. Esos son déficits afectivos, familiares, sociales, de todo tipo. Hace falta en esos lugares la presencia y la influencia de personas vinculadas a organizaciones juveniles del Estado, no para reprimir, ni denigrar o criticar, sino para comprender o ayudar. Los pocos que visto a veces son percibidos como raras avis por el entramado institucional».

¿Cómo ha sido vista la sociedad abakuá por el gobierno cubano?

«Nunca hubo ningún vínculo que no fuera el de la represión. Aunque en algunos períodos existió cierto nivel de tolerancia. Al triunfar la Revolución Cubana existió una época de luna de miel, incluso entre 1959 y 1960 hubo algunas organizaciones abakuás que solicitaron su reconocimiento como asociaciones legales y lo obtuvieron del gobierno revolucionario. Después, vino un proceso en que la relación se fue agriando. Por un lado, la instauración del ateísmo científico como doctrina oficial. En la Declaración Final del Congreso de Educación y Cultura de 1971 se habla en una parte de la delincuencia juvenil y se asocia muy claramente con la santería o las sociedades abakuás o ñáñigas».

«Eso demuestra el estado en que se encontraban las relaciones. Se sucedieron años de prohibiciones, solo se autorizaban las reuniones y algunos tipos de ceremonias, pero no iniciaciones de gente nueva. La política era de irnos desgastando hasta que desapareciéramos».

«En el año 1977, tiempo después de promulgarse la Constitución, decidimos plantar sin pedirle permiso a nadie, pero sin hacerlo a escondidas. Posteriormente existieron sus altas y bajas hasta que se derrumbó el campo socialista y nuestro Estado despenalizó la conciencia religiosa. Al ser el abakuá una religión cubana habían dos alternativas: o la liquidabas o tenías que darle un lugar de legalidad, que fue lo que hicieron».

«Hoy las relaciones son cordiales, diáfanas y de buena comunicación. A mí me parece que en los últimos tiempos las acciones violentas en las actividades nuestras se han reducido ostensiblemente».

¿Cuánto ha influido la sociedad abakuá en nuestra cultura e idiosincrasia?

 «No hay un ámbito de la creación artístico-literaria cubana en el que no haya una influencia secular de este tema. Si vas a las artes plásticas te encuentras a Víctor Patricio Landaluze en el siglo XIX, pasando por Víctor Manuel, René Portocarrero, Mariano Rodríguez, Wilfredo Lam hasta Belkis Ayón más recientemente. Todos ellos trataron de disímiles formas el tema abakuá».

«De igual manera ocurre en la literatura, la música, el cine y el teatro, donde encontramos obras estrechamente vinculadas. Autores como Alejo Carpentier, Manuel Cofiño, Ignacio Piñeiro, Alejandro García Caturla y Sara Gómez han tocado el tema en sus creaciones».

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Un comentario

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  1. Mi pregunta es si yo soy de otra ciudad como cienfuegos pudiera iniciarme como abacua donde pudiera acudir para que me expliquen

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