«The Gilded Age», otro relato sólido y descollante de HBO

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Cuando en 2018 comenzó a hablarse de una nueva serie creada por Julian Fellowes, el guionista de un clásico de la televisión como es Downton Abbey, el ambiente seriéfilo se relamió con la posibilidad de disfrutar otra joya surgida de la mente de ese autor británico.

Aunque su llegada a la pequeña pantalla no fue demasiado expedita, con un cambio de cadena incluido —de NBC a HBO— y la influencia (omnipresente en estos últimos años) de la pandemia, finalmente en febrero de 2022 el drama histórico fue estrenado y hay que decir que toda la espera valió la pena.

The Gilded Age (La Era Dorada, en español) se ubica, tal y como se apunta desde el mismo título, en el período de florecimiento económico que marcó los últimos treinta años del siglo XIX estadounidense.

La historia comienza en 1882, cuando muere el padre de Marian Brook (Louisa Jacobson) y la joven, cuya situación financiera es bastante precaria, debe irse a vivir a Nueva York con sus tías Agnes Van Rhijn y Ada Brook, interpretadas magistralmente por dos grandes de la escena como Christine Baranski (The Good Fight) y Cynthia Nixon (Sex and the City).

En un primer plano, el show usa al personaje de Marian como pivote para representar las constantes asperezas entre dos mundos que empiezan a converger hacia el interior de la élite neoyorquina. A través de sus ojos notamos la guerra fría existente entre “los de antes”, representados por familias de larga estirpe como los Van Rhijn-Brook o los Astor; y “los de ahora”, integrados por nuevos ricos como los J.P. Morgan, Rockefeller o Vanderbilt.

La chica, que se percibe más cercana al progreso del siglo XX que a los rezagos del agonizante XIX, comenzará a percibir y sufrir los prejuicios que existen en los círculos de poder social de la ciudad y se verá forzada a definirse a favor de sus parientas o en defensa de Bertha (Carrie Coon) y George Russell (Morgan Spector), vecinos que representan a ese grupo de nuevos actores a quienes les sobra el dinero, pero les falta (en ese momento) la influencia necesaria para no ser mirados desde arriba por la rancia aristocracia de la Gran Manzana.

Sin embargo, son Agnes y Bertha, convertidas en una suerte de mariscales de sus respectivas facciones, por así decirlo, quienes dan más sabor a los eventos que se narran. Su duelo de voluntades, como expresión de las fricciones aristócrata-burguesas, resulta uno de los aciertos más reconocibles del programa.

Por otra parte, más allá de las escaramuzas disfrazadas de diálogos mordaces y muy bien redactados por el bueno de Fellowes, la serie, como todo vestido de la época, contiene disímiles capas extra que acompañan al drama central y lo convierten en algo mucho más abarcador y rico de lo que ya es.

Las historias personales de la servidumbre, tema recurrente en los relatos de su creador (recordemos Gosford Park), se dejan ver con el paso de los episodios, consiguiendo de esta forma que los fastuosos escenarios vibren más con el halo terrenal que le brindan estos caracteres.

Una subtrama muy sustanciosa es la que protagoniza Peggy Scott (Denée Benton), joven negra que ha recibido una excelente educación y pretende imponerse como escritora en un mundo dominado férreamente por hombres blancos. Además, también aprovecha para dar un vistazo al sector afrodescendiente, el cual jugó un papel sustancioso en la urdimbre social de aquella época.

Si hay dos apartados que nos dejan boquiabiertos son la dirección de arte y el diseño de producción, cuyos encargados consiguieron recrear, profunda investigación mediante, todos los ambientes, la moda y demás elementos característicos de la década de 1880. Sin ánimos de parecer frívolos, es un hecho que The Gilded Age brilla aún más por el bellísimo envoltorio que posee.

Otro factor que destaca positivamente en la propuesta de HBO es el hecho de insertarse dentro del terreno de la inclusión, pero de una forma sutil que nos deja palpar las complejidades de género, raza y sexualidad sin que parezca que alguien las puso ahí porque tocaba y no por demandas lógicas del argumento. En ese sentido, cada personaje está muy bien construido, lo cual permite que la falta de “chicha” en algunos casos sea suplida por otras virtudes (narrativamente hablando) que nos hacen mantener el interés por ellos.

En términos generales, es esta una de esas series que lucen bastante “normalitas” si se las mira por encima, pero que una vez en su sintonía resultan bastante disfrutables. Si a eso le sumamos el elenco que incluye a Coon, Baranski y Nixon, entre otras figuras, la maravillosa visualidad y su más que correcto guion, basta para decir, sin temor a equivocarnos, que The Gilded Age ha entrado de lleno en el ranking de las mejores series del 2022.

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