Con 36 años, este pelotero muestra la calidad lucida en su última Serie con Industriales en 2008

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Yosmany Guerra está on fire en la liga venezolana. Foto tomada de la página en Facebook de la LVBP.

Aunque estuvo durante cinco temporadas en la Serie Nacional con Metropolitanos e Industriales, no fue ni en el Latinoamericano ni en el Changa Mederos donde vi personalmente jugar a Yosmany Guerra Febles. Hace casi 13 años, en una instalación emblemática de su municipio Cotorro, el estadio de la Antillana de Acero, presencié un encuentro entre su equipo y su similar de Diez de Octubre, correspondiente a la Serie Provincial de béisbol de la capital, y El Congo jugó en el campo corto y, si mal no recuerdo, conectó un doble para empatar las acciones.

De él ya conocía que era un buen bateador, de escaso poder, más bien productor de líneas cortas, y a la defensa resaltaba por su movilidad en el cuadro y su capacidad para desempeñarse, sobre todo, como torpedero y camarero. Aunque algunos sitios lo ubican también como antesalista, jardinero central e izquierdo e, incluso, receptor en su periplo por el principal torneo beisbolero de Cuba.

Tras fijar buenos números en los campeonatos provinciales de primera categoría, debutó con 20 años en la Serie Nacional con Metros —temporada 2003-2004— bajo la dirección de Juan Padilla y con el plantel escarlata se mantuvo cuatro campañas. Se puede decir que Guerra fue un jugador que se adaptó muy bien y rápido a la dinámica de ese equipo, pues reunió buena cantidad de horas como titular, en una Serie bateó. 300, en otra tres puntos menos y en la que quedó con menor average —.231—, registró un aceptable OBP de .358, 45 boletos y 40 anotadas.

Si numerosos aficionados consideraban a los Metros como un elenco de tránsito hacia Industriales y a otros seguidores ese criterio no les agradaba, lo cierto es que Yosmany fue uno de los tantos atletas que empezó uniformado de rojo y terminó de azul. Tras esas cuatro contiendas, en las que además de Padilla estuvo dirigido por Jorge Milián, cumplió el sueño de todo pelotero habanero: jugar con Industriales y hacerlo de titular.

En la última temporada de Rey Vicente Anglada como director en su primer mandato ocurrió el estreno del cotorrense y después de concluir el torneo había firmado su mejor Serie, por mucho. Entre la etapa regular y la postemporada promedió .297, con 23 tubeyes, tres triples, cuatro jonrones, 96 imparables, 75 anotadas y 51 boletos y guante en mano protagonizó jugadas alrededor del segundo cojín con Enriquito Díaz y Raiko Olivares.

Con un desempeño como ese, su presencia estaba casi garantizada con los Leones para la venidera temporada. Comenzó a entrenar con la preselección azul en septiembre de 2008, pero en los primeros días del mes siguiente trascendió que abandonó el país de manera clandestina y por él entró al concentrado industrialista, proveniente del grupo de Metropolitanos, el guanabacoense Leugim Barroso.

Posteriormente a su salida de la Isla le siguió un triste capítulo en Santiago de los Caballeros, República Dominicana, donde el cubano estuvo varios años sin recibir el desbloqueo para lograr firmar. En esa ciudad quisqueyana empleó su tiempo en jugar torneos de bajo perfil de béisbol y softbol y se desempeñó como torpedero de los Granjeros de Moca en la Liga de Verano. En 2012 llegó su primera gran oportunidad cuando firmó con las Águilas Cibaeñas, del circuito profesional invernal dominicano, y apenas conectó un hit en 15 veces al bate.

En junio de 2014 acordó un contrato de Liga Menor con los Marlins y durante ese año vivió su efímero paso por diferentes niveles de la pelota estadounidense (Rookie, A+ y AA), donde bateó .284 (23 incogibles en 81 veces al bate), con dos cuadrangulares y cuatro tubeyes. En marzo de 2015 la organización lo liberó, en gran medida por su edad, pues en aquel entonces tenía casi 32 abriles y pocas proyecciones.

Después de quedar en la agencia libre comienza una intensa trayectoria en torneos del continente que se extiende hasta la actualidad. Desde 2016 hasta el verano de este año se ha mantenido activo con clubes mexicanos de las ligas veraniega e invernal, como Olmecas de Tabasco, Piratas de Campeche, Mayos de Navojoa, Yaquis de Obregón y Tigres de Quintana Roo. Igualmente, ha intervenido en la popular Liga del Norte de México con guarismos muy destacados.

En las últimas campañas, el capitalino se convirtió en el jugador cubano más frecuente en la Liga Profesional de Nicaragua, donde comenzó su andar en 2014 y sabe lo que es ser campeón. Sin embargo, sorprendió bastante que este año su nombre no sonara entre los extranjeros de ese torneo y la razón fue que Guerra decidió tomar nuevos aires y probar suerte en un destino desconocido.

Tal vez algunos pensaron que su carrera caminaba hacia el descenso, pero en el circuito rentado de Venezuela la realidad ha sido otra. Una realidad con argumentos de que el habanero, sin importar que en abril cumplirá 37 años, sigue siendo un buen bateador, con tremendo poder de adaptabilidad en ligas caribeñas.

Atiendan bien, porque el Congo ha producido en serio con las Águilas del Zulia. Durante la fase regular terminó en todo el campeonato primero en boletos (30) y OBP (.483), segundo en average (388) e imparables (54) y tercero en impulsadas (31), además de disparar seis dobles, dos triples y anotar 26 carreras.

Por si fuera poco, en el play off que su equipo juega ante los Caribes de Anzoátegui, su average es de .400 (seis hits en 15 oportunidades), con cuatro impulsadas y su primer bambinazo de la contienda, conseguido hace dos días. La forma deportiva actual de él refuerza el criterio de que está como el buen vino.

Si las Águilas obtienen hoy su cuarto triunfo estarían clasificando a una de las semifinales.

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D.L.R.

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